Es el evento del año en Reino Unido. Pero la boda de este sábado del príncipe Harry y la actriz Meghan Markle no parece entusiasmar a los londinenses. Pero donde sí hay euforia es en Windsor, el pequeño y apacible poblado inglés donde tiene lugar la ceremonia nupcial. Para una generación de británicos, se trata del segundo matrimonio del que son testigos, luego de la boda de Guillermo, el heredero al trono, en abril de 2011.
Si no fuera por las vitrinas de las tiendas turísticas o algunas calles que se han repletado de banderas Union Jack, daría la impresión que los londinenses esperan con cierta distancia el de Harry- sexto en la línea de sucesión al trono- y la actriz norteamericana Meghan Markle. Lo que sí ha acaparado la atención son los líos familiares de la pareja de Harry, que no tendrá título de princesa. Y también los comentarios respecto de que el príncipe Carlos acompañará a Meghan al altar.
Una escena completamente opuesta se vive a 40 kilómetros del centro de Londres, donde el ambiente es totalmente distinto: la localidad de Windsor. Las calles cercanas al castillo donde la Reina Isabel II suele pasar los fines de semana y que este sábado será escenario de la ceremonia, están repletas de banderas y el comercio aledaño ha aprovechado la ocasión, llenando sus vitrinas con fotografías y productos en honor a la pareja.
En toda esta zona, las tiendas de souvenirs se han repletado de visitantes -muchos de ellos turistas- que compran todo lo que tenga relación con Harry y Meghan: desde banderas y máscaras con los rostros de los novios que pueden costar más de dos mil pesos chilenos hasta tazas y platos que pueden llegar a los casi $ 30.000.
Hoy, ya se hacía complejo caminar por las afueras del lugar debido a la gran cantidad de personas que llegaron hasta Windsor a presenciar el histórico momento. Según la policía, se esperan unos 100 mil visitantes, varios de los cuales arribaron a comienzos de semana con tal de reservar la mejor ubicación para saludar a la pareja cuando recorran en carruaje la ciudad, una vez que culmine la ceremonia. Es el caso de una familia que llegó el martes desde Newcastle y que desde entonces acampa en las afueras. Sus banderas británicas se mezclan con la de Estados Unidos -país de origen de Markle- y que también decoran las barreras de seguridad.
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Meghan Markle junto a su madre Doria Ragland.[/caption]
De hecho, se espera un gran número de turistas estadounidenses dada la nacionalidad de la novia. Julia Johnson es una. Viajó junto a dos amigas para ver el evento y su atuendo, que incluye una tiara y una larga polera de encaje blanco, la distinguen entre la multitud. "Somos tres afroamericanas que viajamos especialmente desde Estados Unidos, porque esto es emocionante para nosotras. Ella es una gran elección para Harry. Esto es sobre el amor y no mirar el color ni la raza", explica.
Tanto ella como la multitud que se congregó en las afueras del castillo tuvieron una pequeña recompensa por el tiempo de espera. Pasadas las cinco de la tarde, el príncipe Harry y su hermano Guillermo, el padrino de boda, salieron a saludar a los curiosos congregados cerca del complejo de Windsor.
Fue la última aparición pública antes de la boda en la capilla de San Jorge, ubicada al interior del castillo, y que presenciarán unos 600 invitados. Se trata de una ceremonia más íntima que la que tuvieron los duques de Cambridge hace siete años, con cerca de dos mil personas presentes al interior de la Abadía de Westminster.
Para las 05:00 estaban previstos los desvíos de tránsito en las calles aledañas y desde el transporte público londinense han llamado a aquellos que pretenden ir a Windsor, a planificar el viaje con horas de anticipación. La ceremonia comienza al mediodía (07:00 de Chile). Se estima que los primeros invitados lleguen al lugar a partir de las 09.00. Se trata de los miembros del público que fueron invitados por la pareja. Mientras que el novio y su padrino arribarían unos 15 minutos antes del mediodía. A esa hora uno de los principales misterios será revelado: el vestido que usará Meghan. Las especulaciones sobre el diseño que ocupará la actriz se dispararon luego de que David Emanuel -diseñador del famoso vestido usado por Lady Di en 1981- fuese visto en las afueras del castillo de Windsor.