Después de que la crisis sanitaria por el nuevo coronavirus estuviera marcada por una inusual ausencia de su figura en primera línea, el pasado 10 de marzo, y sin anuncio previo, el Presidente chino Xi Jinping visitó por primera vez el lugar del origen de la pandemia: Wuhan, la capital de la provincia de Hubei. En un sorpresivo mensaje, Xi declaró entonces que la propagación del Covid-19 estaba “básicamente contenida”. La prensa oficialista subrayó que el viaje del mandatario enviaba “una poderosa señal a todo el país y el mundo de que China está saliendo del momento más oscuro de la epidemia”.
Pero la historia de la pandemia, que hoy ya suma más de 64 millones de contagios y 1,4 millones de fallecidos en todo el mundo, había comenzado mucho antes. Exactamente el 1 de diciembre de 2019 en Wuhan. Ese día, según ha establecido ahora la revista médica The Lancet, se registró el primer paciente conocido que mostró síntomas de la extraña enfermedad que luego sería bautizada como Covid-19. Se trataría de un hombre anciano que padecía Alzheimer y que vivía a cuatro o cinco estaciones de bus del mercado de mariscos.
A un año de ese hito era inevitable que surgieran balances sobre la gestión de la pandemia, en especial por parte de China. Y el más duro de los recuentos lo realizó CNN, que dio a conocer “Los archivos de Wuhan”, unas 117 páginas de documentos filtrados del Centro Provincial de Control y Prevención de Enfermedades de Hubei. Los datos hasta ahora desconocidos dan por primera vez una dimensión de la respuesta inicial de las autoridades locales a la crisis sanitaria generada por el virus.
Básicamente, los documentos -que abarcan el período entre octubre de 2019 y abril de este año- indican que Wuhan no informó, al inicio de la pandemia, más de la mitad de los casos de los que tenía conocimiento y que las autoridades locales no estaban preparadas para hacer frente a la crisis. En concreto, “revelan lo que parece ser un sistema de atención de la salud inflexible, limitado por una burocracia de arriba/abajo y unos procedimientos rígidos que no estaban preparados para hacer frente a la crisis emergente”. Además, expone la cadena estadounidense, en varios momentos críticos de la fase inicial de la pandemia, los archivos confidenciales “muestran pruebas de claros pasos en falso y señalan un patrón de deficiencias institucionales”.
Las revelaciones filtradas por CNN se conocen justo cuando aumenta la presión de Estados Unidos y la Unión Europea sobre China para que coopere plenamente con una investigación de la Organización Mundial de la Salud sobre los orígenes del virus. Hasta ahora, el acceso de los expertos internacionales a los registros médicos de los hospitales y los datos sin procesar en Hubei ha sido limitado. Eso sí, la OMS dijo la semana pasada que tenía “garantías de nuestros colegas del gobierno chino de que se les concedería un viaje al territorio” como parte de su investigación.
Pero la propia OMS reconoce que la tarea no es fácil. “Creemos que los primeros casos en Wuhan datan de principios de diciembre”, subraya la institución en su sitio de internet. “Pero el lugar donde se detecta por primera vez una epidemia no es forzosamente el mismo donde arrancó”, agrega, antes de aclarar: “No se puede excluir que el virus circulara antes en otra parte, silenciosamente”.
Y eso es precisamente lo que defiende Beijing, que a través de sus medios estatales habría emprendido una campaña de propaganda para ubicar el nacimiento del coronavirus en otros países, como denunció el domingo el periódico británico The Observer, bajo el sugerente título: “Un año después de la alarma de Wuhan, China busca cambiar la historia del origen de Covid”.
“¿Fue causado el brote de Wuhan por productos congelados importados?”, se preguntó el diario oficialista Global Times en un artículo en el que Wu Zunyou, epidemiólogo jefe del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, asegura que “la creciente evidencia muestra que los mariscos o la carne congelada pudieron haber introducido el virus de los países afectados por la epidemia en China”.
Incluso, el periódico citó un estudio chino que insinúa que la transmisión de persona a persona puede haber comenzado en India meses antes del brote en Wuhan. “Más evidencia respalda los múltiples orígenes del virus”, reiteró el medio.
En la búsqueda de una respuesta definitiva a esta pregunta, el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, prometió esta semana que “haremos todo lo posible por conocer” el origen del virus. “No hay nada que esconder”, añadió, deplorando la “politización” de una “cuestión técnica”.
Sin embargo, como ha denunciado la agencia japonesa Kyodo, “las autoridades de China emitieron una orden de mordaza sobre el virus a los médicos en Wuhan”. Es decir, tendrán prohibido, como en un inicio, hablar sobre qué fue lo que vieron y qué los obligaron a callar cuando el brote ya estaba fuera de control y se propagaba letal y silencioso por todo el mundo.