Durante 15 años, dominaron la política de Uruguay con los gobiernos de Tabaré Vázquez (2005-2010), José “Pepe” Mujica (2010-2015) y, nuevamente, Tabaré Vázquez (2015-2020). Y mañana, cuando miles de uruguayos asistan a las urnas al balotaje que definirá la nueva presidencia del país, podría transformarse en el día en que retorne el Frente Amplio al poder.

En la papeleta estarán el candidato de la izquierda Yamandú Orsi, bajo el alero frenteamplista, y el centroderechista Álvaro Delgado, abanderado oficialista y heredero del actual presidente, Luis Lacalle Pou. Este último se convirtió en el primer mandatario del Partido Nacional en llegar al liderato del Ejecutivo desde que su padre, Luis Alberto Lacalle, se puso la banda presidencial entre 1990 y 1995.

Las encuestas pronostican un encuentro cerrado, sin una clara ventaja para ninguno de los dos candidatos. Sin embargo, todas muestran una leve tendencia -sin superar el margen de error- en favor de Orsi.

Según Daniel Zovatto, Global Fellow del Wilson Center, “el balotaje será definido por márgenes extremadamente ajustados”. Y si bien “Orsi parece llegar con una ligera ventaja en las proyecciones, la cantidad de indecisos, votos débiles y votos en blanco o anulados mantiene el resultado completamente abierto. El ganador se confirmará únicamente tras el conteo de los votos, en una elección que destaca por su alto grado de competitividad e incertidumbre”.

Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, los candidatos que pasaron al balotaje en Uruguay.

Pero en el eventual escenario en que la oposición le arrebate la presidencia al oficialismo, ¿qué significaría para Uruguay el retorno del movimiento izquierdista?

El norte frenteamplista

Para responder a esa pregunta, La Tercera entrevistó a Adolfo Garcé, politólogo uruguayo que también es profesor de Ciencia Política en la Universidad de la República. Desde un punto de vista de ideas, significa un cambio en el esquema de cómo el Ejecutivo ve el mundo, señaló el académico.

Eso sí, a la hora de analizar el presente uruguayo, es necesario contextualizar que, a diferencia de la dinámica generalizada del mundo, donde la polarización parece tomarse la política, en el país citado esa aspereza parece estar limada, especialmente en tópicos como la seguridad o el tema impositivo. Pero no es absoluta la conciliación.

“En algunos temas hay cercanía, es posible que en el tema seguridad no haya mucha diferencia, pero también hay una especie de ilusión óptica. Quizás, mirado de lejos, parezca que la propuesta de la coalición de gobierno y del Frente Amplio son muy parecidas. En realidad, cuando uno los mira de cerca, tienen diferencias, y yo diría que no son triviales”, planteó Garcé.

“El Frente Amplio es un típico partido de izquierda, de izquierda moderada, podríamos decirlo, de izquierda moderna, pero de izquierda al fin y al cabo”.

Es por eso que su eventual retorno a la presidencia significaría la llegada al poder de un movimiento “cuyas bases sociales son diferentes a las de la coalición de gobierno. El Frente Amplio se apoya básicamente en los trabajadores organizados, sindicalizados y tiene una conexión muy estrecha con el mundo universitario”. En la vereda del frente, la administración de Lacalle Pou es una mucho más ligada al mundo empresarial, además de tener “una conexión muy estrecha con el mundo de lo que en Uruguay llamamos ‘el campo’, la producción agropecuaria”, dice Garcé.

En un segundo nivel, el eventual retorno del movimiento izquierdista podría traer consigo un cambio en la estrategia económica del país, apuntó el experto. “El Frente Amplio, como buen partido de izquierda, confía más en el Estado. Trata de conciliar crecimiento con distribución del ingreso, es decir, crecimiento económico con igualdad”, argumentó.

La actual administración tiene “como principal objetivo” el “maximizar el crecimiento”. Es por esto que “hoy día la primera palabra que le viene a la mente es la palabra libertad, y principalmente libertad económica”.

También hay una tercera dimensión, explica Garcé. Un cambio de mando a nivel ideológico significaría un giro desde la actual concepción moral. Este gobierno, señaló el profesor de Ciencia Política en la Universidad de la República, “es más bien refractario, es más tradicionalista, más conservador”. Al contrario, el “Frente Amplio es un partido que se define como feminista y que ha impulsado esta agenda que hemos llamado la revolución de los derechos, que es matrimonio igualitario, políticas de género, etc.”.

Modelos enfrentados

Con una población de 3,4 millones de habitantes y unos 2,7 empadronados, la prensa local y regional destacó que en el último debate previo al balotaje, donde debían convencer a ese electorado indeciso, los candidatos se recriminaron actos de sus gestiones pasadas -o presentes, en el caso del oficialismo-. Sin embargo, se dio en un contexto de respeto.

“En un tono mesurado y de respeto al adversario, los dos candidatos, con posturas muy similares en varias áreas a lo largo de todo el encuentro que duró una hora y media, se comprometieron a no aumentar impuestos, a fomentar la apertura del país al capital extranjero y a mantener una política de mano dura contra la inseguridad, especialmente contra el alza creciente del narcotráfico”, escribió el diario Clarín.

El candidato a la presidencia de Uruguay Yamandú Orsi vota durante las elecciones generales, en Canelones, Uruguay, el 27 de octubre de 2024. Foto: REUTERS.

La inseguridad, según numerosos sondeos, es la principal preocupación de los uruguayos. Por lo tanto, era ineludible su aparición en la discusión. Es por eso que Álvaro Delgado, quien fue secretario de la Presidencia de Lacalle Pou, acusó a sus rivales de “fracasar” en el combate contra el crimen.

Según el delfín de Lacalle Pou, los años 2018 y 2019 -durante el segundo mandato de Tabaré Vázquez- “fueron los más violentos de Uruguay y nosotros dejamos este gobierno con tasas menores de delitos”, disparó.

“El 22% de los que están en las cárceles con delitos graves tienen menos de 26 años”, planteó Delgado, para luego resaltar el “apoyo” que Lacalle Pou entregó a las policías en la administración oficialista.

“El narcotráfico es el enemigo de la sociedad y buena parte de lo que reclama el Frente Amplio ya lo hemos hecho en Uruguay”, añadió.

El contendiente no se quedó atrás, señalando que la seguridad es uno de los pilares de su propuesta política de cara a los próximos cinco años, si logra ganar.

“Sumaremos 2.000 policías en todo el país; crearemos comisarías móviles que puedan llegar a todo el territorio; intensificaremos el patrullaje; llegaremos a la instalación de 20.000 cámaras de vigilancia; controlaremos más las fronteras; combatiremos el lavado de activos; y desactivaremos las 50 bandas que existen hoy en el país”, dijo durante su intervención en el debate.

Nacido el 13 de junio de 1967, Yamandú Orsi se graduó como Profesor de Historia en 1991, pero se dedicó principalmente a la política en su vida adulta. Miembro del Movimiento de Participación Popular (MPP) desde 1990, se desempeñó por 10 años como secretario General de la Intendencia de su natal Canelones, mismo lugar del que, entre 2015 y marzo de 2024, fue intendente.

El expresidente uruguayo, José "Pepe" Mujica. Archivo.

Renunció aquel mes solo para postular a la presidencia del país, secundado por el Frente Amplio. No por nada es el elegido por Pepe Mujica como su candidato. “Es nacido de un trabajador común y corriente”, dijo el octogenario político. Los padres de Orsi son un trabajador rural y una costurera. “Apuesto con toda el alma a Yamandú”, añadió en un video publicado en redes sociales.

De todos modos, a diferencia de otros lugares del planeta, medios y analistas coinciden en que la polarización extrema que ha marcado las elecciones de los últimos años, no parece darse en Uruguay.

“Es cierto que no hay polarización ideológica en términos de ciencia política, o que en algunos temas específicos tienen coincidencia. También es cierto que durante la campaña electoral las diferencias entre los dos se han disimulado y las plataformas electorales se han acercado, pero no hay que perder de vista que son proyectos políticos distintos”, explicó a este periódico Adolfo Garcé.

Si bien hay varios temas en los que Orsi y Delgado coinciden, como lo es la carga impositiva, en el hilado fino se pueden ver diferencias. “No vamos a aumentar los impuestos”, dijo el domingo pasado el candidato opositor. De inmediato, el oficialista cuestionó la afirmación. “El Frente Amplio va a subir los impuestos porque lo dice su programa. Nosotros no vamos a subir los impuestos, vamos a generar estímulos a la inversión y vamos a abrir el Uruguay al mundo con pragmatismo y sin ideología”, replicó.

De alguna manera, la elección de mañana se puede analizar en la clave política pendular que ha marcado las elecciones presidenciales de todo el continente en los últimos años.

Al ser consultado sobre si una eventual victoria del Frente Amplio se podría leer como una prueba para la actual administración, Garcé señaló que estos comicios “se pueden ver como un plebiscito sobre la gestión de la coalición de gobierno, de la que está a la cabeza Lacalle Pou”. “De hecho, Delgado expresa muy bien la continuidad respecto a Lacalle Pou, que es la misma coalición de la que sería reelecta prácticamente, aunque ha cambiado un poco la interna, el peso relativo de algunos partidos en el interior de la coalición”, añade.

Es, por tanto, un voto de confianza de la ciudadanía a la gestión del actual mandatario. Según un sondeo realizado en octubre por la firma Equipos Consultores, el 50% de los consultados aprobaba la gestión de Lacalle Pou, mientras que un 31% la desaprobaba. Otra empresa encuestadora, esta vez Factum, recogió opiniones entre fines de agosto y principios de septiembre, entregando un resultado similar: la mitad dijo apoyar a la administración actual, mientras que el 30% no estaba de acuerdo con su trabajo.

El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, abandona la Cumbre Sudamericana en el Palacio de Itamaraty en Brasilia, Brasil, el 30 de mayo de 2023. Foto: REUTERS.

Sin embargo, el panorama cambia cuando se trata de su delfín. Si bien es marginal, ambas empresas le dan la ventaja al candidato frenteamplista. Mientras Equipos le entrega una ventaja de 1,8 puntos (48% contra 46,2%), Factum le da una distancia al contendor de 0,5 puntos (47,1% contra 46,6%). Ambos resultados, vale volver a mencionar, están dentro del margen de error, por lo que todo se podría resumir en una pequeña cantidad de votos que terminen por decantar en un ganador.

En la primera vuelta, realizada el 27 de octubre de este año, no dejó a ningún candidato con la mayoría necesaria para imponerse de inmediato.

El oficialismo llegó segundo con el binomio Álvaro Delgado-Valeria Ripoll, que cosecharon 655.426 votos (28,20%) para la Coalición Republicana.

En cambio, la oposición de MPP Frente Amplio consiguió 1.071.826 sufragios, equivalentes al 46,12% del total. Yamandú Orsi y su compañera de fórmula, Carolina Cosse, requerían del 50%+1 de los votos para hacerse de inmediato con la banda presidencial.