Zoilamérica Narváez Murillo, hijastra del Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega: "Daniel Ortega sobrepasa la capacidad destructiva de Somoza"
En 1998, Zoilamérica denunció por abuso sexual al líder sandinista. Su madre, la actual Vicepresidenta Murillo, desestimó la acusación. "Ellos quieren el liderazgo eterno de Nicaragua", dice a La Tercera.
"Tuve que explicarle a mi hijo que me pasaron cosas muy feas con mi padrastro y mi mamá no me creyó". Esta es una de las frases del documental Exiliada, estrenado en abril, que retrata la vida en Costa Rica de Zoilamérica Narváez Murillo (51), que en 1998 denunció por abuso y acoso sexual reiterado a su padrastro: el líder histórico de la Revolución Sandinista y actual Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Su madre biológica, la Vicepresidenta nicaragüense, Rosario Murillo, negó entonces la acusación tras apuntar a su hija como una traidora del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), lo que generó una persecución en contra de Zoilamérica, nombre heredado de su abuela materna, que fue sobrina-nieta del héroe nacional Augusto Sandino. "Desde el 18 de abril del año pasado, cuando se iniciaron las protestas en Nicaragua, empecé a vivir una lluvia de flashback. Cada episodio contra mi país y la gente de alguna manera yo ya lo había vivido", señala Zoilamérica, socióloga, docente y madre de tres hijos, en conversación con La Tercera.
¿Cómo impactó en su vida la denuncia de abuso sexual contra Daniel Ortega?
Hice la denuncia para dejar atrás el abuso sexual cuando tenía 30 años, es decir, después de vivir 20 años de violencia sexual y acoso. En vez de liberarme de la violencia le sucedieron 20 años más de nuevos abusos representados en la impunidad y el exilio. Todo ese proceso lo he enfrentado con hechos. El más relevante fue atreverme a ser madre a pesar del miedo que me provocaba el no saber qué se sentía tener una. El abuso ha definido mi convicción de lucha.
La denuncia que usted hizo en 1998 fue catalogada como el "mayor escándalo político en la historia de Nicaragua". ¿Qué recuerdos tiene del proceso judicial?
El mayor desafío que tuve fue lidiar con mis emociones y sentimientos. Esto, sumado al sistema político histórico de mi país que me condenó a vivir un proceso muy difícil. En aquel momento el FSLN como partido protegió a Daniel Ortega y vivía sabiendo que mi madre lo respaldaba. La traición de mi madre se sumó a la culpabilización y el rechazo que había vivido en el pasado por parte de ella. El que nadie me creyera y el que me creía no se atrevía a decirlo, también me hizo aprender que la impunidad te deja en la soledad siendo víctima de la incredulidad. El día en que se declaró prescrita la acción penal y mi caso fue desestimado sin tener derecho alguno, sentí que habían enterrado mi historia.
El documental hace un paralelo entre la persecución que vivió usted y lo que hoy viven los nicaragüenses debido a la crisis social...
Desde el 18 de abril del año pasado empecé a vivir una lluvia de flashback. Cada episodio contra mi país, la gente y los medios de comunicación de alguna manera yo ya lo había vivido. Se cayó el engaño de la democracia y normalidad en Nicaragua y fue el despertar a la desnudez del genocida que estaba oculto bajo el demócrata fundamentalista. Yo no sólo sentía dolor por las pérdidas humanas, sino también volví a sentir la intención cruel que hay tras todo acto político de Daniel Ortega. Rosario Murillo y Ortega han establecido prácticas de represión política con un profundo sentido simbólico y psicológico en que no sólo se elimina a la persona en lo físico, sino también en la intención de borrar la dignidad y confianza. Me representaba de alguna manera reconocer la crueldad, pero al mismo tiempo estoy aquí de pie y eso me da esperanza.
¿Daniel Ortega se transformó en un nuevo Anastasio Somoza?
Daniel Ortega y Rosario Murillo sobrepasan la capacidad destructiva que llegó a tener Somoza. Durante esa dictadura, Somoza concentró el poder militar, económico y político, en el sentido del Estado; pero Ortega y Murillo no sólo concentran estos poderes formales, sino otras formas de poder, convirtiendo en cómplices y adeptos a la Iglesia Católica, la empresa privada e (intentan) convencer que todo el país tiene un precio. En Nicaragua, Somoza tenía aparatos de seguridad, los orejas como los llamábamos, pero no llegaron a la crueldad de convertir a la mitad o gran parte de la población en paramilitares. Somoza controlaba las instituciones, pero aquí ha habido una destrucción de la institucionalidad para tener el control absoluto del país.
Algunos analistas sostienen que la "mente maestra" detrás del gobierno es Rosario Murillo...
Hay una alianza de perfiles personales en función de su ambición política. El mundo de Ortega ha estado determinado por el sandinismo. Ortega construyó una causa de vida en torno a sí mismo para llenar sus propios vacíos. Para Daniel Ortega el sentido de la vida es ser líder de una revolución que tiene que inventarse de cualquier manera porque fuera de eso no tiene nada. En tanto, Rosario Murillo llega con un perfil personal de una mujer necesitada de reconocimiento. Así, la alianza está en ella, de tener todo el poder para impulsar la estrategia de Ortega que les permita tener el liderazgo eterno de Nicaragua. La historia deberá reconocer la estrategia y la capacidad de maldad y crueldad de mi propia madre.
Una de las imágenes que aparece en Exiliada es cuando Ortega en un discurso señala: "Rosario me decía que quería pedirle perdón al pueblo por tener una hija que ha traicionado los principios del FSLN", mientras Murillo lloraba...
Recuerdo ese día, era sábado. A pesar de todo lo que ella me había rechazado por el abuso, ese día al hacer eso en público fue como un aborto. Me sentí literalmente abortada.
Exiliada se grabó bajo estrictas medidas de seguridad, ¿todavía siente miedo?
El temor a ellos va a permanecer hasta que Daniel Ortega y Rosario Murillo estén muertos. Yo salí de mi país para proteger a mis hijos y a medida que ellos estén alcanzando su propio vuelo yo me voy a arriesgar a regresar a Nicaragua. Todos los días quisiera amanecer en mi país.
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