Cerca de las 7 de la mañana, el detective Juan Collío llegó como cada día hasta la residencia presidencial de Tomás Moro, en Las Condes. El 11 de septiembre de 1973 lo encontró como miembro de la escolta del Presidente Salvador Allende. Fue una de las primeras personas que ese día tuvo contacto en persona con el Mandatario. Durante la madrugada, el jefe de Estado fue advertido que la Armada había iniciado movimientos militares en Valparaíso, en la denominada Operación Unitas, y se avizoraba un nuevo intento de golpe en contra de la administración de la Unidad Popular, luego del frustrado levantamiento del 29 de junio de ese mismo año, denominado "Tanquetazo".
"En ese lugar (Tomás Moro) fuimos informados que aparentemente había un golpe de Estado por parte de las Fuerzas Armadas, y el Presidente decidió que había que dirigirse de inmediato al Palacio de La Moneda para asumir esta situación", recordó Collío en su declaración extrajudicial ante la PDI en 1994.
El relato del detective se sumó al de médicos, periodistas, policías, uniformados, políticos y guardaespaldas que vivieron junto a Allende ese día. Las declaraciones son parte de la investigación por detenidos desaparecidos en La Moneda y están en el Archivo de la Brigada Investigadora de Delitos Contra los Derechos Humanos de la PDI, material que en febrero de 2018 fue declarado Monumento Histórico de Chile y que hoy solo pueden revisar funcionarios de la institución. La Tercera tuvo acceso a estos archivos, que incluyen 1.500 páginas de investigaciones realizadas entre 1991 y 2005, con relación a hechos ocurridos entre 1973 y 1990. Próximamente, este material será digitalizado.
Testimonios
Pasadas las 8.00 de ese 11 de septiembre comenzó a llegar a La Moneda el resto de funcionarios de Investigaciones que formaban parte de la Sección Presidente de la República. El detective Héctor Acosta recordó que pese al movimiento inusual que había en el palacio, "recién cerca de las 9 se comenzó a saber a través de la radio que algo estaba pasando, como los movimientos de tropas".
Según el doctor Patricio Guijón, miembro del grupo de médicos de confianza del Presidente, al llegar hasta el recinto notó "cierta efervescencia" y el perímetro al edificio acordonado. "Tuve que dejar mi automóvil a tres o cuatro cuadras y caminé hasta la casa de gobierno", dijo. Una vez adentro, recordó el primer contacto con Allende: "Lo llamaron por teléfono, contestando en la sala donde estábamos nosotros. Me parece que era el general Patricio Carvajal (sic), que le ofrecía el avión para que se fuera del país. Pero él rechazó el ofrecimiento bastante a la chilena".
Con el paso de los minutos la tensión iba creciendo, a la par que se escuchaban las primeras amenazas desde el exterior. El exministro de Salud y médico personal de Allende, Humberto Jirón, relató que el Mandatario "le dijo a muchas personas que abandonaran La Moneda, que fueran a sus lugares de trabajo. Es así que fuimos quedando un grupo bastante íntimo".
Entre estas personas se encontraba la hija del jefe de Estado, Beatriz Allende, quien tenía un embarazo avanzado . El detective David Garrido señaló que minutos antes del bombardeo al edificio, "el Presidente pide a su hija que abandone las dependencias del Palacio. Razón por la cual después de un buen rato utilizado para persuadirla, hace abandono del lugar junto a la periodista Verónica Ahumada".
Desde primera hora del "11", decenas de carabineros se habían apostado afuera de La Moneda en posición de defensa. Sin embargo, Garrido recordó que a las 10.00 "comunican que la Guardia de Palacio (personal de Carabineros) se había retirado del lugar, dejando en el interior el armamento tirado. En esos momentos, el Presidente ordena que ese lugar sea ocupado por personal de la escolta de Carabineros, al mando del capitán José Muñoz. Pero después de haber pasado una media hora, nuevamente comunican al segundo piso que estos carabineros habían abandonado".
"Luego trataron de organizar la defensa, disponiendo la ubicación de la gente. Pero en realidad esto no se materializó, ya que al rato comenzó el bombardeo aéreo, cerca del mediodía", señaló Garrido.
El fin de la UP
Carlos Tolosa, asesor de prensa de Allende, recordó que "cuando caen los primeros rockets nos fuimos a un sótano. Recuerdo que el segundo piso era algo así como un infierno, lleno de humo y llamas, de manera que no se podía apreciar si había heridos o muertos. En el primer piso algo pasó con la alcantarilla, porque estaba lleno de agua", recordó el periodista.
"Escuchamos el zumbido del avión, no sabíamos de dónde venía. Se produce el impacto y sentimos como un temblor en el edificio, no recuerdo si fueron dos o tres. Estas bombas cayeron hacia la calle Teatinos, donde funcionaba la Intendencia y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Después se produce un movimiento de gente, nos pidieron que fuéramos al segundo piso porque caían bombas lacrimógenas y nos repartieron máscaras antigases. Vimos humo y sentimos escozor en los ojos", dijo el doctor Patricio Guijón.
Cuando terminó el bombardeo, Osvaldo Puccio Huidobro, militante del MIR e hijo de Osvaldo Puccio Giesen, secretario del Mandatario, recordó que Allende designó una comisión que se trasladó hasta el Ministerio de Defensa para conversar sobre las condiciones de rendición. "Según me enteré posteriormente -dijo Puccio- la propuesta era que los militares suspendieran el bombardeo de las poblaciones, de las cuales se tenía noticia en La Moneda, y que de conformarse un gobierno militar, respetara lo que habían sido las conquistas de los trabajadores. Además, que no se integrara a personeros de la derecha, sino que fuera un gobierno conformado exclusivamente por personal de las Fuerzas Armadas".
El detective Carlos Garrido relató que luego del ataque inicial, y bajo la amenaza que se produjera otro, escuchó una conversación de pasillo entre Allende y sus más cercanos colaboradores. "Ellos tratan de persuadir al Presidente para hacer abandono del lugar, ya que la situación era insostenible (…) el Presidente Allende accede a las peticiones y nos dice que botemos las armas, porque nos rendiríamos. Todos hicimos caso y se formó una fila que abarcaba el segundo piso, la escala y el primer piso, ya que al interior habíamos unas 70 personas, aproximadamente. En esos instantes, el Presidente se comienza a despedir uno por uno. Nos da la mano y unas palabras", relató.
En ese momento, el propio Garrido indicó que sacó un palo de madera con un delantal de un médico, con lo que confeccionó una especie de bandera blanca. "Bajé a Morandé 80 con la finalidad de abrir la puerta y rendirnos. Pero cuando la abrí, los militares dispararon", señaló. Tras este hecho, el detective dijo que corrió hacia el segundo piso y se sentó en el piso.
El doctor Guijón se encontraba en la fila. "Cuando enfrentábamos una escalera de caracol, pensé 'cómo no voy a llevar un recuerdo a mis hijos'. Me devuelvo percatándome que en el corredor no había nadie más. En el rinconcito donde había dejado la máscara había una puerta abierta, a través de la cual veo al Presidente Allende en el instante que se disparaba al momento de sentarse, porque yo vi el movimiento, lo que hace con una metralleta (…) Por esas cosas mecánicas le tomé el pulso, pero no había nada que hacer".
Sentado en el suelo, Garrido dijo haber visto a Allende entrar solo al living privado: "Instantes después de su ingreso escucho las palabras del doctor 'Allende no se rinde, milicos' y escucho dos o tres disparos. Yo pensé que disparaba hacia calle Morandé. Pero al asomarme al living pude observar al Presidente que se encontraba sentado (tirado) en un sofá individual, teniendo su cabeza hacia atrás (…) Él tenía un fusil AKA apoyado entre sus piernas y el casco de acero estaba colgado a su cuello. Verificando que había muestras claras de que se había suicidado".
"Enrique Huerta (intendente de Palacio) dice a viva voz que debíamos rendirle un último homenaje al Presidente, indicando que retomáramos las armas y resistiéramos al ataque. Lo que no fue considerado por el resto de la gente que ahí se encontraba", relató el detective.
Guijón dijo haber permanecido "junto al cadáver de Allende y pasados unos 20 minutos entran dos soldados, ante lo cual levanté mis manos".
Detenciones
El detective Collío recordó que el primer uniformado ingresó recién a las 14.00 a La Moneda: "Nos hicieron salir en calidad de detenidos, ordenándonos quedar tendidos boca abajo en la vereda oriente de calle Morandé. Alrededor de las 18.00 fuimos conducidos al Regimiento Tacna en buses de locomoción requisados".
El comisario PDI Héctor Acosta, por su parte, indicó que la salida se produjo luego de recibir golpes de pies, manos y culatazos por parte de los uniformados. Una vez afuera, Acosta señaló que a los detectives se les quitaron las placas, las armas de servicio y fueron arrojados boca abajo en la misma calle. "En el lugar había un tanque que nos querían pasar por encima, pero se escucharon unos gritos desde el edificio de Obras Públicas lo que hizo dejar sin efecto la orden".
Finalizado el ataque al palacio de gobierno, la mayoría de las personas fueron trasladadas hasta el Regimiento Tacna, mientras que otro grupo fue llevado al Ministerio de Defensa. Del medio centenar de personas que fueron detenidas en esa ocasión, algunas se encuentran hasta hoy desaparecidas.