Los incendios forestales no dejan de expandir su destrucción en todo el territorio. Desde el 1 de julio del año pasado, cuando se dio por iniciada la temporada, Conaf ha identificado 6.014 focos a lo largo del país, un alza del 5% en relación al período anterior, cuando se contabilizaron 5.743.
La serie de siniestros ha consumido a la fecha 107.783 hectárea, lo que ubica a la presente temporada como la tercera más destructiva desde 2002, cuando Conaf digitalizó la información. En el primer lugar se ubica el tramo primavera-verano de 2016-2017, cuando el fuego devastó 568.604 há y se vivió la recordada ‘tormenta de fuego’ que trajo al avión SuperTanker, y a continuación la temporada de 2014-2015, con 108.835 hectáreas quemadas (ver recuadro).
Las razones son diversas. Para Aída Baldini, gerenta de Incendios de la Conaf, la extendida sequía que afecta al territorio es una de las causales, aunque el factor más determinante, afirma, es la intencionalidad en los siniestros. “El martes debimos enfrentar un incendio que comenzó con un foco de 15 hectáreas, ahí claramente hay intencionalidad”, asegura. Esta situación, cuenta la experta, ha sido una constante durante la presente temporada.
Posición | Temporada | Hectáreas consumidas al 13 de marzo |
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1° | 2016-2017 | 568.604 |
2° | 2014-2015 | 108.883 |
3° | 2021-2022 | 107.783 |
4° | 2013-2014 | 99.354 |
5° | 2019-2020 | 86.584 |
6° | 2011-2012 | 63.666 |
7° | 2018-2019 | 73.618 |
8° | 2017-2018 | 36.817 |
9° | 2015-2016 | 36.765 |
10° | 2020-2021 | 31.140 |
Paradójicamente, las regiones más afectadas son las que poseen mayor actividad forestal. Y ahí, quien encabeza el triste ranking es La Araucanía. Según las cifras del Sistema de Información Digital para el Control de Operaciones (Sidco) de Conaf, hasta ayer en la Novena Región había 63.461 hectáreas afectadas, lo que representa un aumento del 553% de superficie en comparación a la temporada anterior y un +246% que el promedio del último lustro.
La Región del Biobío se ubica a continuación, con 23.547 hectáreas consumidas, superficie que representa un aumento del 336%, en comparación al período anterior.
Por eso, las conclusiones de Aída Baldini son bastante claras. Observando los datos, y con el monitoreo en vivo que realiza Conaf –con imágenes transmitidas en directo desde las aeronaves encargadas de aplacar los focos de incendio y que son analizadas por el departamento Central de Coordinación (Cenco)-, Baldini asegura que la acción humana ha causado la gran mayoría de los siniestros.
“Hay un 50 por ciento de intencionalidad en los incendios, lo que queda demostrado por los distintos focos donde se inician, que muchas veces van incluso contra la dirección del viento, lo que es completamente anormal, además de la gran voracidad con que se inician. Si le quitáramos eso, nos daríamos cuenta que el trabajo preventivo y educativo que hemos ido realizando sí funciona”, reconoce Baldini.
Luciano Rivas, gobernador de La Araucanía, destaca el trabajo hecho por brigadistas y bomberos para controlar las constantes emergencias. “Fue un período complejo, donde destaco la labor de bomberos, carabineros y brigadistas, pues pese a que más de 64 mil hectáreas fueron arrasadas por el fuego en sectores rurales de la región, el resguardo de viviendas surtió efecto y muy pocos hogares sufrieron pérdidas, aún considerando la intensidad de los siniestros”.
Valparaíso, en cambio, es la única región que disminuyó notoriamente el territorio siniestrado. Allí, desde el 1 de julio pasado se han consumido 2.389 hectáreas, lo que representa una baja del 63% en comparación al período anterior (6.376 há.).
Sequía, enemigo silencioso
También hay otras situaciones que han propiciado el actual escenario. La sequía, que se extiende hace más de 13 años en el país, ha multiplicado la cantidad de material combustible que alimenta el fuego.
Para el español Juan Caamaño, coordinador de misión en Chile de la Fundación Pau Costa, que asesora en temas de combate al fuego a Conaf, la sequía que ha visto en el país es un factor determinante. “Esta temporada que llevo en Chile no he visto lluvias. Entonces, eso claramente ha provocado que haya mucha vegetación seca disponible como combustible, lo que hace que los incendios sean mucho más difíciles de controlar y, por lo tanto, quemen mucha más superficie”, explica.
Basta observar las cifras para notar cómo este factor es relevante en la zona austral del país. En proporción, Aysén es la región más afectada. A la fecha, la temporada pasada registraba un total 15.420 metros cuadrados consumidos, pero este año esa cifra se disparó a 1.489.780, lo que representa un aumento del 9.561%.
Le sigue Magallanes, con un 5.082% más de superficie carbonizada, llegando hasta la fecha a 1.494 hectáreas -potenciado principalmente por el incendio de Timaukel, en Tierra del Fuego, que consumió más de 1.300 hectáreas-.
Por eso, Caamaño cree que los avances que está realizando Conaf para enfrentar esta emergencia van en la dirección correcta. “En los últimos años, Conaf triplicó su flota de aeronaves para combatir el fuego, lo cual es muy bueno, pero no es la solución a los incendios. Es necesario invertir y perfeccionar a las cuadrillas, a las personas que operan en ellas y a sus mandos, para eso estamos trabajando en conjunto”, remata.
En esta temporada, el incendio más voraz ha sido el de El Almendro 2, en Angol. Duró casi tres semanas, consumiendo 13.767 há. Le sigue el de El Rosario, en Quillón, que se extendió casi por el mismo período y quemó 2.153 há. Y actualmente, en Yumbel se está combatiendo un incendio que ya ha calcinado 4.700 há.