Se venden canchas de pádel usadas con 2,5 años: vidrios, estructura metálica, postes de luz, focos, pasto usado y red, por cierre de club en Santiago”.

Durante y después de la pandemia las canchas de pádel aparecieron por doquier en ciudades, a los costados de autopistas y balnearios. Sin embargo, después de un increíble boom tanto de práctica como oportunidad de negocios, hoy en día es común ver avisos de gente vendiendo complejos completos por redes sociales, por cifras desde los 8 millones de pesos, lo que ha derivado en la interrogante sobre si ya pasó, al menos en Chile, el auge de este deporte.

En búsqueda de respuestas, Giannina Minieri, gerente del Grupo Conecta y número 1 del ranking femenino chileno, contextualiza que durante la pandemia instalarse con un club “era rentable porque las canchas se pedían solas, y todo el día”, además de que el mantenimiento requiere menos presupuesto, atención y personal del que necesitan otro tipo de instalaciones, como el tenis.

La consultora inmobiliaria GPS Property realizó en 2024 el estudio “Radiografía de la distribución, precios y tendencias Centros de Pádel en la RM”, cuyos datos reflejan que, para el momento que algunos denominan el boom del pádel, había 104 centros y más de 400 canchas construidas en 29 de las 54 comunas de la RM.

De acuerdo a las fuentes consultadas, en 2022 la espera para conseguir una cancha era de dos a tres semanas y, aunque en la actualidad algunos clubes tienen reservado el horario punta todo el año, con seguridad se puede encontrar una cancha disponible para el mismo día.

Otro dato: según Easycancha, que aunque no administra la disponibilidad de canchas de todos los clubes, sí representan una buena cantidad de estos en el país, la cantidad de reservas bajaron en 78.936 entre 2023 y 2024, lo que implica una caída del 6%, poco en relación al crecimiento que hubo entre 2022 y 2023 (ver tabla).

Pádel202220232024
Reservas783.1531.287.6661.208.703
Clubes148198259
Canchas5707881.088

Daniela Baytelman, CEO y cofundadora de la plataforma chilena, comenta a partir de las cifras que “las reservas se estabilizaron, porque antes venían creciendo a pasos agigantados”.

Por eso, algunos dicen que no es el que el boom haya pasado, sino que se ha ido normalizando. En el fondo, que ya tiene poco espacio de crecimiento.

Según los datos que maneja Fabián Parolín, presidente de la Federación de Pádel en Chile (FEPACHI), aunque no existe un registro único ni oficial, sí han visto que “han cerrado clubes en todo el país, y seguirán cerrando, pero eso es más que nada porque se sobredimensionó el crecimiento del pádel, y muchos inversores creyeron que esto no pararía”. Por ese motivo, explica, “hay más oferta que demanda y eso hace que muchos clubes ya no les den los números”. A pesar de esto, asegura, los torneos siguen vigentes y sin crisis de inscritos.

En el mundo del pádel ven que los clubes que están cerrando vieron una oportunidad de negocios durante la pandemia, pero sus dueños solo tuvieron esa mirada comercial y no estaban preparados para la gestión deportiva. Sus clientes se aburrieron rápido porque los clubes eran básicos: sin infraestructura ni actividades que permitieran generar una comunidad en torno al deporte. Por el contrario, aquellos que están consolidados y tienen a sus clientes fidelizados, es mucho más fácil tener auspiciadores para generar instancias en comunidad.

Al preguntar en algunos grupos de WhatsApp por los motivos por los que jugadores aficionados dejaron de jugarlo, rápidamente se repiten respuestas como “Mis amigos dejaron de jugar”, “Volví a hacer las cosas que la pandemia me limitaba”, o incluso que “Durante el Covid no tenía tantos gastos como ahora”.

En medio de los muchos que jugaron al pádel por moda, Rosario Thomas (27), oriunda de Calera de Tango, cuenta que empezó a jugar el 2020 porque un amigo suyo abrió unas canchas cerca de su casa. “Al principio podíamos ir gratis”, por lo que acudía al menos una vez a la semana.

Al tiempo se fue a vivir al extranjero con su pareja y, aunque nunca se había comprado una pala -implemento para pegarle a la pelota-, su pareja le regaló una para Navidad. Cuando estuvo fuera de Chile pasó de jugar todas las semanas, a solo algunas veces en todo un año. Y ya de regreso a casa ha jugado dos veces y declara que no las disfrutó: “Lo pasé pésimo, me cargó. Me di cuenta que en verdad no me gusta el pádel”. Eventualmente volvió a su rutina y el pádel perdió toda prioridad. “No me dan las ganas ni el tiempo. Prefiero deportes más individuales, donde no tenga que coordinar con tres personas más, porque eso es cada vez más difícil”. Y es que, justamente, para el pádel se necesitan otros tres individuos, con tres palas.

El boom

Un motivo de su explosión, dicen entendidos en el tema, fueron los cambios en las rutinas y estilos de vida que muchos adoptaron durante la pandemia: el teletrabajo, los niños en la casa y los aforos limitados permitieron que el pádel fuera uno de los pocos deportes que se podían realizar, con lo que las canchas estuvieron reservadas desde la mañana hasta la noche. En su peak, algunos clubes tenían su última reserva hasta la 1 de la mañana. La gente tenía tiempo y, a diferencia del fútbol, no era un deporte de contacto, así como tampoco incumplía con los aforos permitidos, como sí pasó en los gimnasios.

Parolín admite que “la difusión que se generó fue superbuena, porque nos dimos a conocer, pero ahora se está desinflando porque la gente volvió a los deportes colectivos y al gimnasio”. En cuanto a la cantidad de clubes deportivos, menciona que “hoy debe haber casi un 50% menos que en el boom, pero igual eso significa un crecimiento”.

Pero también hubo otros factores para su auge, uno de los cuales podría vincularse al negocio inmobiliario: muchas personas que poseían sitios eriazos vieron una oportunidad económica. Según el abogado tributario José Miguel Simian, para los propietarios resultaba incluso beneficioso construir una cancha de pádel para “evitar la sobretasa de contribuciones por sitio eriazo y potenciales tomas del terreno”. Y que al mismo tiempo se abría una puerta inesperada para hacer negocios, aprovechando el auge del deporte.

Desde GPS plantean que desde mediados de 2024 “hubo un declive notorio del levantamiento de estos espacios -canchas y clubes de pádel-, por la baja cantidad de terrenos disponibles”, lo que muchos percibieron como el fin de una moda.

Al respecto, la número 1 del pádel en Chile cree que “todas esas cosas han ido afectando, pero eso no quiere decir que el pádel vaya a la baja”.

A sus 35 años, la inamovible mejor jugadora nacional durante los últimos 10 años -junto a su partner Gabriela Ross- cree que el próximo furor es la formación de menores para elevar el deporte a un nivel más exigente y profesional. Y que ahí podría haber otra de las razones para el actual aparente estancamiento de la actividad. ”Yo creo que por eso los adultos que juegan pádel se aburren, en el sentido de que Chile está como trabado a nivel profesional”, dice.

Al no ser un deporte olímpico ni federado, el pádel depende del financiamiento privado, ante lo que Minieri reconoce que “no hay nada público, por eso ha aumentado: por las mismas personas que han hecho su negocio con el pádel”.