Entre misas de despedida y trámites legales. Así pasan sus últimos días en el país Gladys Vázquez, Adriana Cecchi y Clelia Alanda. Ellas son las tres religiosas que quedan en Chile de la congregación Auxiliares Parroquiales de Santa María. Ahora se van a vivir a Argentina. Una a Jujuy, otra a Buenos Aires y la tercera, a una casa bonaerense, para cuidar a sus compañeras de mayor edad. Son todo nostalgia y recuerdos. Hace 27 años llegaron a Temuco, en La Araucanía, con la misión de acompañar al mundo mapuche.
"Damos gracias a este pueblo de Dios que peregrina en Chile y todo lo que nos ha brindado. Nos vamos con un corazón cargado de cariño", cuenta al teléfono, desde el sur, Alanda. Aún se emociona cuando recuerda la visita del Papa Francisco a la región y expresa las razones que llevaron a su congregación a anunciar, en abril de este año, su salida del país.
¿Por qué se van? Vejez y las enfermedades. La falta de vocaciones. El cierre de un ciclo. "En este tiempo hay una limitación muy grande", reconoce la religiosa, que ya ha visto pasar por la zona a otras congregaciones que se han ido.
"Las vocaciones también son un asunto difícil en Argentina. En un mundo tan convulsionado no hay compromisos definitivos (…). Hay una falta de valores muy grande y se necesitan testimonios. Con la crisis que vive la Iglesia en Chile y a nivel mundial debemos mostrar ese rostro. Habrá una Iglesia nueva, pero no puedo decir cómo", afirma esperanzada.
Ella no ve este alejamiento como algo necesariamente negativo. Cuenta que de todos modos quedan laicos que comparten su misma espiritualidad en la ciudad. Pero ellas se van.
Hombres y mujeres
De acuerdo con información recopilada por la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Chile (Conferre), desde 2012 han abandonado el país 26 congregaciones. De ellas, 17 son femeninas y nueve masculinas. Su registro, sin embargo, solo contiene aquellas organizaciones que les han notificado su salida o que han dejado una carta de despedida. El número total podría ser mayor.
La última congregación masculina que se fue de Chile, según este listado, es la de los Hermanitos de Jesús, en 2018. No obstante, fuentes consultadas por La Tercera explican que, en rigor, no se han ido. De los tres religiosos que formaban esa congregación en territorio nacional, uno falleció el año pasado, otro está en un hogar de ancianos y el tercero volvió a vivir en la población en la que pasó gran parte de su vida. Más que irse, se fundieron con la sociedad civil.
Héctor Campos, presidente de la Conferre, coincide en que en este proceso influye fuertemente el tema vocacional. Pero el cierre de comunidades, para él, no es tan malo como parece.
"La idea no es cerrar para morir, sino que para favorecer nuestra vida consagrada. Las congregaciones no nacen para tener parroquias o colegios", afirma. Y destaca que uno de los aspectos en los que se está trabajando es poner énfasis en el lado espiritual. "El testimonio es importante hoy. Aunque nos reducimos en casas, nos fortalecemos en el número de integrantes de las comunidades y podemos llevar mejor una vida fraterna, de oración y, por consiguiente, vocacional".
Congregaciones
En algunos casos no se trata de salir del país. También hay "cierres internos". A mediados de este mes de julio, las Carmelitas Descalzas del monasterio de Agua Santa, en Viña del Mar, tras meses de reflexión, anunciaron su retirada de la Región de Valparaíso, después de 130 años de servicio en esa zona. En la congregación a la que perteneció Santa Teresa de Los Andes apenas había cinco religiosas y por sus estatutos ni siquiera podían elegir a una superiora.
De igual manera, el año pasado los Hermanos Maristas informaron el cierre de su comunidad en Rancagua, debido al escaso número y la edad de sus miembros. La Orden Franciscana en Chile también notificó en diciembre pasado que dejaría la ciudad de Osorno luego de 222 años de presencia en dicho lugar.
En cuanto a las congregaciones más numerosas, si bien no vislumbran la posibilidad de terminar con su representación en Chile, sí han debido adaptarse a los nuevos tiempos.
René Cabezón, provincial de los Sagrados Corazones, habla de un proceso de "reestructuración" que incluye la administración de sus casas, comunidades y obras.
"Las congregaciones grandes también han visto reducido su número de vocaciones y se cierran casas (...). Nosotros cerramos el colegio de Valparaíso y el de Viña del Mar y creamos uno nuevo en Padre Hurtado, para que sea una sola obra para la región, no por ciudad", explica.
El superior añade que el actual escenario también ha afectado la orgánica interna de las congregaciones. "Las provincias (estructuras jurídicas en las que se divide territorialmente una agrupación religiosa) se han ido extendiendo, y hay muchas congregaciones en los últimos 15 años que han unido varios países en una misma provincia. A veces hay un provincial para cuatro países", describe.
Secularización. Menos familias en ritos religiosos. Cambio cultural. Crisis de las vocaciones y procesos naturales tan humanos como la muerte. Son algunas de las hipótesis para un proceso en marcha que las congregaciones no desconocen. Al cual buscan adaptarse. Y que no es solo chileno.
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