En los próximos días, el Congreso comenzará a discutir el proyecto Admisión Justa, con el que el gobierno busca reintroducir el mérito como factor de selección en el Sistema de Admisión Escolar (SAE), y que será dividido en dos para simplificar su tramitación.
Actualmente, el SAE funciona en 6.422 colegios municipales y particulares subvencionados de todas las regiones del país, excepto en la Metropolitana, y distribuye las postulaciones de las familias según varios criterios que no sean las notas previas de los escolares.
Pero el sistema permite que 19 colegios sí tengan algún grado de selección. Se trata de liceos de alta excelencia que cumplen con los requisitos que dispone la Ley de Inclusión, por lo que pueden llenar un porcentaje de sus cupos según sus propios criterios, lo que irá reduciéndose con el paso de los años, hasta que la ley esté completamente en régimen.
Uno de estos casos es el del Liceo Carmela Carvajal, en Osorno, que en el proceso de admisión 2019 llenó el 30% de sus vacantes para 1° medio a través del SAE y el otro 70% lo completó aplicando una prueba de conocimientos a los postulantes. De los 1.300 que quisieron entrar, 1.040 quedaron fuera.
¿Cuál sistema es mejor? El director de dicho establecimiento, Juan Guillermo Caro, dice que si bien el SAE busca dotar de justicia a los colegios, "nuestra idea es potenciar a los que quieren estudiar. Al alumno que quiere estudiar le va a ir bien siempre".
Además, critica que queden fuera aquellos jóvenes que tenían buenas notas y querían entrar, aunque reconoce que también hay un problema de oferta educacional. "Todos quieren estar en los mejores establecimientos, pero no hay esa capacidad. Los padres antes hacían cola para entrar, al menos ahora no es así", plantea.
En el Liceo Óscar Castro, de Rancagua, también pudieron seleccionar al 70% de sus escolares, y su directora, Silvia Pozas, afirma que hay diferencias importantes entre quienes entran por el SAE y quienes ingresan por las pruebas de admisión. En este colegio, hay tres veces más demanda que oferta.
"No todos tienen el mismo interés en el colegio. No tenemos niños superdotados, pero sí existen niños que tienen ganas de salir adelante", dice Pozas, y asegura que hay hijos de familias pobres "que tienen ganas de que sus hijos salgan adelante, pero que no fueron favorecidos con la tómbola y que sí habrían quedado con el sistema anterior. Antes teníamos un porcentaje de niños de escasos recursos que tenía que entrar, y hoy no es así".
Menos selección
La alta demanda también se refleja en los cupos que fueron designados a través del algoritmo del SAE. Según datos del último proceso de admisión, a los que accedió La Tercera, 5.214 familias escogieron a estos colegios como su primera opción y solo 3.177 quedaron, equivalentes al 61%.
La ley dispone que estos establecimientos reduzcan paulatinamente su selección. Los que este año llenaron el 70% de las vacantes con sus sistemas de admisión, el próximo lo harán para el 50%, el siguiente para el 30% y luego no podrán hacer pruebas de admisión, sino que el SAE llenará ese 30% con escolares que tengan el mejor desempeño en sus colegios de origen.
Y de los 19 liceos de alta exigencia, hay uno que se adelantó y ya funciona con este último régimen. Se trata del Liceo Manuel Montt, de Puerto Montt, donde el director, Eugenio González, afirma que no hay grandes diferencias entre los dos grupos de escolares.
"No se ha notado que ese 30% tenga un mejor rendimiento respecto del resto, porque las notas que traen los estudiantes de sus colegios de origen no reflejan sus conocimientos, por lo que tenemos que hacer nivelación", explica.
Eso sí, también cree que el proceso de admisión propio "era un poquito mejor, porque el criterio era el mérito, no la suerte. Antes, la mitad de los postulantes quedaba fuera, no lo voy a negar, pero ¿quién quedaba seleccionado? El que se preocupó y se esforzó".