La llegada de un posible período de hambruna para los lobos marinos mantiene en alerta a investigadores y pescadores de Antofagasta. Esto, debido a una seguidilla de ataques a la fauna marina ubicada en la zona costera de la región. Una muestra de ello es el reciente ataque a tres Pingüinos de Humboldt, rescatados desde las rocas y que presentaban evidentes signos de haber sido agredidos por animales mayores.

"Hay uno que salvamos: venía con un pedazo de piel colgando en la espalda. Tener tres ejemplares en estas condiciones en un año es mucho", asegura Carlos Guerra, doctor en biología y director del Centro de Rescate y Rehabilitación de la Fauna Silvestre (CRRFS) de la Universidad de Antofagasta.

Según expertos, entre las causas de los ataques se encontraría la baja oferta alimentaria que deben enfrentar estos mamíferos, a lo que se suma el asentamiento de colonias de estos ejemplares en las caletas pesqueras, en donde habitualmente son alimentados por humanos.

Allí permanecen por largos períodos, posados sobre artefactos flotantes como las boyas, perdiendo de esta manera su condición silvestre. "Con esto, lo que logramos es que los lobos sean dependientes de la mano humana, y cuando hay períodos en que no hay peces, empiezan a atacar lo que sea", comenta el investigador.

Las arremetidas de los lobos marinos abarcan a otras especies con las que históricamente han convivido, como los pelícanos. Pero sin duda, uno de los episodios de mayor gravedad se produjo hace algunos años con la aniquilación de la población de tortugas marinas en la bahía de Mejillones. "Los lobos diezmaron completamente la población de tortugas; no hubo ejemplar que quedara vivo. Hicimos esfuerzos junto a la comunidad y logramos salvar algunas tortugas y trasladarlas. Pero hoy en día, si una tortuga de mar entra a la costa, el lobo marino inmediatamente da cuenta de ella", agrega Carlos Guerra.

En la zona norte habitan dos tipos de lobos marinos. Uno es el lobo común o león marino, que en tamaño puede superar al promedio de una persona. "Son muy grandes, pueden llegar a más de 300 kilos", sostiene Carlos Guerra.

Ante la seguidilla de ataques, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura formó una mesa de trabajo compuesta por pescadores artesanales y científicos, con el fin de proponer medidas concretas ante este fenómeno. "Se va a iniciar un programa piloto en una caleta del norte, una del centro y otra del sur, con el propósito de probar el funcionamiento de dispositivos sonoros y vibradores para que determinemos en conjunto si sirven o no para mitigar el efecto del lobo".

Además, señaló "se abrió un concurso que distribuirá cerca de $ 80 millones para recoger iniciativas de los pescadores para mitigar el efecto de la interacción del lobo marino con los pescadores", detalló el subsecretario de Pesca, Eduardo Riquelme.