La gran preocupación del doctor Andrés Boltansky Brenner (49 años) durante la pandemia fue que sus pacientes trasplantados no fueran a contagiarse de Covid-19, ya que estaban inmunodeprimidos. Todas las mañanas se comunicaba con ellos por Zoom y les decía que “no asomaran ni la nariz para afuera”, cuenta su hermana, la guionista Adela Boltansky.

Sin embargo, “la vida es injusta” -como señaló Adela en un Twitter- y el jefe de la Unidad de Trasplantes de la Clínica Dávila se contagió con el virus, estuvo un mes luchando contra la enfermedad y falleció el lunes pasado, siendo -según cifras del Colegio Médico- el médico número 22 muerto por coronavirus.

“Estoy muy triste por la partida de Andrés, mi médico de los últimos tres años. Él, sin duda, representa todo lo que es la medicina con propósito y el espíritu de la solidaridad. Daba confianza y energía de que uno puede más. Creo que será insuperable en todo lo que es trasplante al riñón y otras patologías”, dice Luis Salinas, uno de sus pacientes trasplantado en plena pandemia.

Casado con la siquiatra Paola Gallardo, Boltansky tenía dos hijos, Nicole de 13 años y Camilo de seis. Esquiador, fanático de la montaña y amante de los perros, su hermana cuenta que hace poco había fallecido su perrita Kena y con mucha pena había decidido no rescatar más perros de la calle, ya que le demandaba mucho tiempo. “Su hijo de seis años tiene autismo y desde que se lo diagnosticaron todo su tiempo libre estaba dedicado a él: a cuidarlo, a investigar terapias; viajaron mucho con él buscando especialistas que lo pudieran ayudar”, cuenta Adela.

Al igual que las otras muertes, la de Dany -como le decían sus amigos- golpeó fuertemente a sus colegas de la clínica, de la Universidad de Los Andes, donde hacía clases, y a todo el gremio.

El lunes, en el matinal Bienvenidos, se vivió un emotivo momento cuando la doctora Carolina Herrera se emocionó en pantalla al referirse a su fallecimiento: “Desde el sentimiento tengo que contar la triste noticia del fallecimiento del doctor Andrés Boltansky, nefrólogo, encargado de trasplante renal, quien dio vida a muchas personas en sus años de trabajo. Fuimos colegas en la UCI, aprendimos juntos a tratar pacientes críticos, y hoy ya no está”.

“Su gran pasión, que le inculcó a su hija Nicole, era la montaña”, cuenta su hermana Adela.

A esa hora en el matinal Buenos días a todos, el doctor Sebastián Ugarte señalaba que la muerte de su excompañero “a uno no le cabe en la cabeza... Andrés era todo lo contrario a un ‘diostor’”.

La directora médica de Clínica Dávila, Carolina Asenjo, cuenta que Boltansky “trabajó nueve años en Clínica Dávila y fue, sin duda, uno de los miembros más queridos y admirados, no sólo por su trabajo, sino por su calidad humana, siempre entregando lo mejor de sí tanto a sus pacientes y a nosotros como equipo”.

Adela cuenta que no saben exactamente cómo se contagió, pero confirma que en estos meses el nefrólogo estuvo trabajando diariamente en la “primera línea”.

“Andy veía pacientes con Covid, porque muchas personas contagiadas desarrollaban algún tipo de daño renal. También pertenecía a un staff de médicos que hacía turnos en la UCI y Urgencia para aliviar las jornadas. Era jefe de la unidad de trasplantes y trabajaba en varios centros de diálisis en Pudahuel. Esa era su gran pasión”.

Su hermana cuenta que Daniel tenía un rol muy activo en la Sociedad Chilena de Trasplante, entidad que, a través de un comunicado, destacó su contribución “al impulso, investigación y desarrollo de la trasplantología en nuestro país y a la formación de numerosos especialistas”.

Adela cuenta que “el gran proyecto inconcluso” que dejó su hermano fue su cruzada por una nueva ley de donación, más inclusiva. “Él trabajaba con trasplante de riñones y pasa mucho que una persona tiene una falla renal y hay algún familiar que le puede donar un riñón y, bueno, todos podemos vivir con un solo riñón y no pasa nada. Pero la ley dice que sólo te puede donar un familiar directo. Lo que Andy quería era que hubiera donantes que no necesariamente fueran familiares...”.

Por ello, dentro de todo el dolor que fue su inesperada partida, Adela cuenta que fue “muy triste” que él no pudiera donar sus órganos al ser paciente Covid.

“Él creía que la donación era el acto de amor y generosidad más grande que uno podía hacer”.

Lorena Flores, nefróloga de Clínica Dávila, cuenta que Andrés “lideró más de 350 trasplantes renales en la clínica. Era imparable, nunca se veía cansado, agobiado o desmotivado”.

Margarita Hurtado, enfermera coordinadora de la Unidad de Trasplante, agrega que “como equipo estamos muy consternados con su partida, tristes por haber perdido a nuestro pilar, a nuestro amigo. Ahora lo que nos mueve a seguir adelante es continuar con su legado, la unidad que él sacó adelante con esfuerzo y perseverancia”.

El martes, el cortejo que traslada los restos del joven médico se detuvo afuera de su lugar de trabajo en Av. Recoleta, donde cientos de trabajadoras y trabajadores le rindieron un homenaje y lo aplaudieron.