Antes de la pandemia, hace tres años, ya había preocupación por el tema de las vacunas en Chile. La última vez que el Instituto de Salud Pública (ISP) fabricó dosis fue en 2002, y sus registros sanitarios caducaron en 2005, poniendo fin a la manufactura nacional.

Por eso, en 2017, un grupo de académicos de la Universidad de Antofagasta, liderados por la investigadora Margarita Lay, se propuso retomar la producción con el proyecto “Atacama Desert Vaccine Laboratory”, que tiene apoyo del gobierno regional y el Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia.

La iniciativa empezó a tomar forma en mayo de 2019, pero el Covid-19 aceleró los planes, llevando a investigadores, autoridades locales y empresas mineras a instalar una mesa de trabajo para acelerar la construcción de un laboratorio que produzca las vacunas que están en desarrollo en el mundo, y que en Chile comenzarían su prueba clínica en septiembre.

El académico de la U. de Antofagasta y director del proyecto, Christian Muñoz, dice que ya se hicieron lo estudios de mercado y modelo de negocios, por lo que ahora “trabajamos a toda máquina para que esto sea factible”.

Hasta ahora, y dada la urgencia, se definió un modelo de “Fill & Finish”, que implica comprar el ingrediente farmacéutico activo -por ejemplo, el que está haciendo China- para que acá se produzcan, se envasen, se controle su calidad y se distribuyan las vacunas.

Para ello, se requiere construir un edificio de 2.000 m2, que tendría capacidad para producir 12 millones de vacunas en cuatro meses, suficientes para cubrir a buena parte de la población chilena, y escalable, incluso, a 16 millones de dosis. Se proyectan dos líneas de producción: una de jeringas y otra de viales (botellitas como las de la penicilina).

“Chile gasta muchos millones de dólares en comprar vacunas al mercado internacional, con la consecuencia de que, si hay un desabastecimiento de vacunas, quedamos en lista de espera”, explica Muñoz.

Levantar el edificio que albergaría la planta implica US$ 21 millones, lo que tiene a una mesa de trabajo conformada por académicos, autoridades locales y empresas mineras de la zona gestionando los fondos.

La instancia es coordinada por el diputado de la zona José Miguel Castro (RN), quien dice que si el proyecto ve la luz, la planta podría estar construida este año, por lo que máximo en dos semanas deberían estar los aportes que permitan iniciar la construcción en noviembre”.

En la última sesión de la mesa, la empresa de litio Albemarle dijo que podría disponer de US$ 10 millones, pero lo debe hacer a través de la Corfo, pues son recursos para innovación. “Estamos disponibles para que, si Corfo lo estima conveniente, se autoricen por esta vez el uso de estos fondos para esa iniciativa”, dijo en esa sesión Marcelo Valdebenito, subgerente de asuntos corporativos de la empresa.

Desde Corfo señalan que “los recursos pactados en los contratos, tanto con SQM como con Albemarle por las pertenencias de litio en el Salar de Atacama, son del Estado de Chile y, por tanto, son utilizados desde los inicios, entre otras cosas, para enfrentar esta contingencia sanitaria y económica”, por lo que solicitan que Albemarle cumpla con los pagos comprometidos.

¿Es posible que el desierto ofrezca vacunas de aquí al próximo año? “Si China fue capaz de construir un hospital con todas las normas de bioseguridad, Chile puede en algunos meses tener listo este proyecto, o por lo menos el anteproyecto, contando con el apoyo del gobierno regional que da las autorizaciones”, dice el diputado Castro.

Otros US$ 7 millones serían puestos por el propio gobierno regional, por lo que faltarían US$ 4 millones, que podrían ser donados por otras empresas.

Además, el Gore tiene una mesa de trabajo que definirá la gobernanza de la planta: sería una fábrica constituida como corporación público-privada, y deberá estar ubicada en una localización estratégica de la región. En la última sesión de la mesa, el intendente de Antofagasta, Edgar Blanco, explicó que el laboratorio “tendrá participación publico-privada y de la academia, y el eje central será el Gore, donde se alojará esta corporación. Estamos resolviendo los detalles de cómo se comercializaría y esperamos en un par de semanas tener un primer esquema de la corporación y sus estatutos”.

La seremi de Salud de Antofagasta, Rossana Díaz, aseguró que la materialización del laboratorio traería importantes beneficios. “Para una región como Antofagasta significaría una posibilidad real de ampliar su base productiva más allá de la minería y la generación eléctrica. Nos permitiría, además, avanzar en el desarrollo de investigación de base regional gracias a la participación activa de nuestras universidades”, dice.