Cuadros siquiátricos agudizados, descompensaciones, interrupción de tratamientos farmacológicos y automedicación son algunas consecuencias que a corto y mediano plazo proyectan los expertos en salud mental, al analizar la fuerte caída que registran este año las atenciones de esta especialidad.

Según los datos publicados por el Ministerio de Salud, mientras entre enero y agosto de 2019 se realizaron 3.168.036 atenciones por trastornos sicológicos o siquiátricos en recintos de la red pública, este año la cifra bajó un 52%, sumando 1.535.593 consultas en igual período.

La situación se agudiza al mirar las cifras de ingresos al programa de salud mental: si en los últimos dos años el promedio de nuevos pacientes rondaba los 31 mil por mes, en abril -a solo semanas de la llegada del coronavirus al país-, registró su número más bajo: apenas 5.857 pacientes diagnosticados accedieron a tratamiento. Todo, mientras el sistema se mantenía abocado a la atención de los pacientes contagiados con Covid-19.

En el caso de los usuarios de isapres, las cifras de la Superintendencia de Salud también revelan una caída -aunque menor- en las prestaciones mentales. Así, mientras entre enero y septiembre de 2019 las consultas de esta naturaleza llegaron a 1.588.336, en el mismo período de este año disminuyeron 19,3%, totalizando 1.302.116, es decir, 286 mil consultas menos.

En el ámbito privado, en tanto, las consultas siquiátricas de adulto (-24,7%) y la sicoterapia (-32,7%) registraron las principales bajas, mientras que las consultas de sicólogos clínicos tuvieron la menor caída (-13,2%).

Consecuencias en salud

Carlos Ibáñez, jefe de la unidad de adicciones de la Clínica Psiquiátrica de la U. de Chile, ha seguido de cerca la evolución de estos datos. Explica que “antes de la pandemia nuestros indicadores de salud mental ya eran preocupantes. Los últimos datos muestran que un 6,2% de los chilenos padece depresión y, de ellos, solo un 18% recibía tratamiento. Por eso, esta reducción tan significativa de las atenciones nos alertan que va a aumentar la brecha de atención en salud mental”.

El director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, Héctor Sánchez, plantea que a nivel del sistema público esto podría generar un exceso de demanda oculta por falta de diagnóstico o de problemas siquiátricos de urgencia.

Acá hay dos problemas: uno es el acceso, pues son personas que ni siquiera tienen diagnóstico, por lo tanto, su patología se va a seguir agravando. Pero también tenemos pacientes que, habiendo sido diagnosticados, no están teniendo la atención adecuada desde marzo, y cuando eso ocurre, el principal problema es la adherencia al tratamiento o pacientes que muchas veces han perdido la medicación.

Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello

Ibáñez adelanta que se proyecta “un 13% de aumento en los trastornos de salud mental y otro 30% de posibles trastornos. Si la situación económica y el desempleo empeoran, es decir, si esta emergencia sanitaria termina extendiéndose a una crisis económica que dure años, las repercusiones en salud mental también van a durar años”, dice.

Los expertos destacan que una gran parte de los chilenos ya sufrió alteraciones tras el estallido de octubre de 2019, ya sea por temor, incertidumbre o por problemas personales como la pérdida del empleo. Y que a ello, cinco meses después, se sumó la llegada de la pandemia.

Las personas que están en tratamiento, por depresión o cuadros de estrés, y que se ven están sometidos a crisis -eso se ha descrito en Chile previamente, por ejemplo con el último terremoto-, sus síntomas empeoran. Y si además pensamos que esos tratamientos están siendo interrumpidos, es aún más preocupante. Un estudio de la OMS señala que un 30% de los pacientes han visto suspendidos sus tratamientos producto de la pandemia.

Carlos Ibáñez , jefe de la unidad de adicciones de la Clínica Psiquiátrica de la U. de Chile

A juicio del académico en Salud Pública de la Usach, Claudio Castillo, el problema en salud mental tiene dos dimensiones: una baja capacidad de atención, tanto en la red de consultorios como en los hospitales, y que, “en el corto y mediano plazo, quienes vieron suspendido su esquema terapéutico por la pandemia -pues no se consideró un servicio esencial- puede tener un efecto negativo en la evolución de la patología”.

Sobre las diferencias en la reducción de atenciones entre usuarios de la red pública y los afiliados a isapre, el exsubsecretario de Redes Asistenciales Luis Castillo detalla que “Chile tiene un número reducido de siquiatras y su distribución es mayoritariamente en el sector privado. La cantidad de siquiatras de jornada completa en el sector público es baja. Por otro lado, la teleconsulta en salud mental es un elemento probado, es bastante efectivo para el control y esto se implementó un poco más tarde en el sector público (por ejemplo, con el programa de gobierno ‘Saludablemente’) que en el sector privado”.

Al respecto, el presidente de la Asociación de Isapres, Gonzalo Simón, destacó que si bien en los usuarios del sistema privado existe una baja de las atenciones, “el 80% de los pacientes de las isapres han mantenido continuidad de sus tratamientos en salud mental, tanto a través de atención presencial como telemedicina. Esto, dado que las isapres y los profesionales adoptaron las medidas y facilidades para dar continuidad a este tipo de atenciones”.

En el caso de la atenciones de salud mental, el subsecretario de Redes Asistenciales, Alberto Dougnac, explica que “se ha potenciado la atención remota para prevenir las complicaciones en este tipo de pacientes, tanto de la población bajo control como de las personas que se vieron afectadas por la situación generada por el coronavirus y que requirieron de una primera atención” y destacó que la plataforma Saludablemente ya suma 89.200 consultas remotas mediante el sistema Hospital Digital o telefónicas.

Asimismo, Dougnac explicó que en septiembre se comenzó a implementar el plan “Paso a Paso APS”, que busca la recuperación gradual de la actividad presencial en los consultorios y que, pensando en un eventual rebrote de la pandemia, ya se trabaja en un “plan de abordaje” en los centros de salud para no suspender las prestaciones no Covid-19.

Salud sexual

El ámbito de salud mental no es el único que sufrió el daño colateral de la pandemia con la postergación de las atenciones. Y dentro de estos, otros que preocupan son los controles de salud sexual, que marcaron una de las bajas más pronunciadas. Ello, pues si en abril de 2019 se realizaron 8.967 consultas, este año la actividad de ese mes llegó apenas a 363 atenciones, según reporta el Minsal.

La preocupación entre los profesionales de esta área ya fue planteada a Salud: de hecho, el pasado martes la Sociedad Chilena de Ginecología y Obstetricia (Sochog), el Colegio de Matronas y el Colegio Médico se reunieron con la cartera para coordinar acciones que permitan recuperar los exámenes que no se han hecho en este período y que comúnmente se realizan en dichas consultas, como los PAP, que permiten detectar el cáncer cervicouterino.

Álvaro Insunza, vicepresidente de la Sochog, plantea que entre las propuestas entregadas al Minsal destaca “hacer una extensión horaria en los consultorios para recuperar los exámenes que no se han hecho e involucrar a los hospitales para que a aquellas mujeres que entran a preoperatorio se les tome el PAP como requisito”.