"Mi imagen ideal era estar anoréxica. Veía a las modelos y las encontraba gordas. Cuando era pequeña, muchas veces no me reconocía en el espejo", recuerda Elizabeth Hurtado (23). Su peso y apariencia física siempre fueron temas importantes en su vida, pero a los 15 años, tras haber sido víctima de bullying en el colegio, desarrolló una depresión. También se agudizaron su inseguridad y la inconformidad con su imagen corporal y, sin darse cuenta, poco a poco dejó de comer.
"Recuerdo que, de niña, cuando familiares nos tomaban fotos me decían 'entra la guatita, aguanta la respiración'. Cuando uno es chica no se da cuenta de esas cosas, pero en realidad es superviolento", rememora.
La anorexia que sufrió se extendió durante casi un año, y el período más grave duró cuatro meses, en los que bajó más de diez kilos. Perdió mucha masa muscular, enfermaba frecuentemente y siempre le dolía el estómago. Hurtado dice que sus familiares nunca se dieron cuenta de su problema y atribuían la baja de peso a que "las dietas estaban resultando".
La joven comenzó a tomar conciencia de su grave problema gracias al apoyo de la familia de su pololo, cuyos integrantes la ayudaron a volver a alimentarse poco a poco. No obstante, ella nunca se trató profesionalmente ni consultó a especialistas médicos.
De acuerdo con registros de la Subsecretaría de Salud Pública, obtenidos por La Tercera vía Transparencia, las derivaciones y atenciones con especialistas en salud mental del sector público por estos problemas aumentaron un 68%, de 860 a 1.449 casos, entre 2014 y 2018. Del total de pacientes, la mayoría son mujeres (84%).
(Para ampliar la infografía, haz click aquí o en la imagen)
Problema "camuflado"
Daniela Carrasco, psiquiatra y académica de la U. Diego Portales, señala que estos cuadros "generalmente son enfermedades que no se ven".
La experta agrega que hay pacientes que se visten con ropa ancha con la que camuflan su baja de peso.
Al mismo tiempo, entre las propias afectadas "no hay conciencia de la enfermedad, sobre todo con la anorexia. Cuando una persona no siente que se está muriendo o que está mal, no va a consultar", asegura.
Según registros de la cartera de Salud, en el período 2014-2018 fueron hospitalizadas 1.260 personas por alguna de estas patologías relacionadas con la nutrición. Entre ellas se incluyen la bulimia nerviosa, bulimia nerviosa atípica, anorexia nerviosa, anorexia nerviosa atípica y vómitos asociados con otras alteraciones sicológicas, entre otros trastornos en la ingestión de alimentos.
La adolescencia es la etapa en la que se presentan más casos de este tipo. El peak ocurre entre los 15 y 19 años (28%), seguido por el rango de entre 10 y 14 (12%) y entre 20 y 24 años (11%).
Carrasco puntualiza que la adolescencia es terreno fértil para que surjan estas patologías, "porque los jóvenes están en un período de dudas sobre quiénes son y si van a encajar en el mundo adulto con sus cuerpos", describe.
Matías Irarrázaval, jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, apunta que estos problemas "están asociados a factores culturales, como los estándares de 'belleza' asociados a delgadez extrema que suelen predominar en los países occidentales", indica.
Al mismo tiempo, advierte que se trata de desórdenes que pueden derivar en mortalidad, y agrega que uno de los problemas para enfrentar estas patologías reside en que actualmente los estudios epidemiológicos en general no incluyen los trastornos en la conducta alimentaria.
No obstante, asegura que en el futuro la cartera efectuará encuestas que permitan comparar los datos que se manejan hoy sobre este tema.
"Falta reconocimiento de estas patologías, tanto en la población en general como entre los mismos profesionales de la salud", advierte. En este plano, el ministerio desarrolla, en conjunto con la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile, un manual que incluirá elementos de manejo clínico para que los equipos de salud cuenten con herramientas orientadas a detectar a tiempo y tratar adecuadamente estos trastornos.