Para Austen Ivereigh, fundador de Voces Católicas y autor de El Gran Reformador, considerada por la crítica la más completa biografía del actual Pontífice, la carta de Francisco a la Conferencia Episcopal chilena es un hito y podría cambiar la forma en que la Iglesia enfrenta casos similares a futuro.
¿Cómo evalúa la carta del Papa a los obispos chilenos? ¿Cuál es la primera lectura que hace?
Es una carta extraordinaria en el sentido de que no es normal que un Papa admite graves errores de juicio. Es una muestra de su tremenda humildad y capacidad de autocorregirse, y es evidentemente una forma de allanar el camino para una revaluación de todo, pero conjuntamente con los obispos chilenos. Es una carta pidiendo perdón por sus errores de juicio, es una carta que dice claramente que la información no fue correcta y está diciendo que junto con los obispos chilenos quiere discernir los pasos a futuro.
¿Qué decisiones cree que podría adoptar el Papa?
Necesariamente esto conducirá a un cambio a largo plazo sobre cómo la Iglesia evalúa estos casos en cuanto a accountability, porque el Papa no puede depender de mala información en tales juicios. Tiene que haber un sistema mucho más sofisticado y transparente para investigar estos hechos, muy difíciles, de encubrimiento y acusaciones de no actuar. Es necesario que haya un mejor proceso y creo que esto es un paso que conducirá a eso.
¿Qué antecedentes hay de que un Papa llame en forma extraordinaria a Roma a toda la Conferencia Episcopal de un país?
En 2002, en abril, el Papa Juan Pablo II se reunió con 12 cardenales de Estados Unidos. Se dirigió a ellos pidiéndoles perdón por sus errores de juicio y pidiendo cambios. Eso condujo, en junio del mismo año, a una reunión de toda la Asamblea de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos que produjo los llamados protocolos de Dallas, que establecieron todo un nuevo sistema para tratar los asuntos de abusos. Este es el antecedente obvio, pero debo decir que en ese caso fueron 12 cardenales los que viajaron a Roma y ahora es toda la Conferencia Episcopal chilena, 34 obispos. Eso en sí mismo es significativo y sin precedentes.
En su carta, el Papa asegura haber recibido mala información. ¿Qué responsabilidad cree que tiene en esa mala o insuficiente información el nuncio apostólico del Vaticano en Santiago?
No puedo decir qué responsabilidad tiene el nuncio en cuanto a la no confiabilidad de la información que llegó al Papa. Es evidente que él estuvo a cargo de la transmisión de esa información y eso muestra que necesariamente no pasó toda la información que obtuvo Scicluna. Entonces, yo creo que hay que preguntarse hasta qué punto el nuncio mismo fue responsable o el sistema mismo fue responsable. Quizá es necesario ese nivel de indagación. 2.300 folios al final le entregó Scicluna al Papa. Quizá hay que llegar a ese tipo de indagación para alcanzar la verdad en estos casos muy complejos.