Michelle Bachelet hizo historia varias veces: fue la primera ministra de Defensa de Chile y de Latinoamérica, y la primera presidenta de este país (2006-2010), cargo para el que fue elegida de nuevo para un segundo mandato (2014-2018).

Fue la primera jefa de ONU Mujeres y ahora como alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se esfuerza por cumplir una delicada misión que se extiende a todos los rincones del mundo.

En 1975, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas celebraron el Día Internacional de la Mujer por primera vez, el 8 de marzo. Hoy, 44 años después, ¿considera que existe igualdad entre mujeres y hombres?

Yo creo que igualdad entre hombres y mujeres todavía no existe en todo el mundo. Hay países que tienen grandes niveles de igualdad, como los nórdicos, y si uno mira los cuarenta y tantos años (transcurridos desde la primera vez que se celebró el Día Internacional de la Mujer) o si uno va más atrás y mira los 70 años desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, por supuesto se ha avanzado.

Hoy en día se dan situaciones que antes eran prácticamente vedadas. Las mujeres votan en la gran mayoría de países, pueden trabajar, tienen derecho a la herencia, aunque no en todos lados del mundo; y tienen derecho a la educación. En muchos países incluso tienen derecho a la planificación familiar y en varios países existe la interrupción del embarazo en determinados casos.

Hay países donde antes las mujeres tenían que pedir permiso a sus padres o cónyuges para viajar y ahora pueden hacerlo libremente, por lo tanto yo diría que se ha avanzado. Sin embargo queda aún mucho por hacer. Hay países donde las niñas son casadas a edades tempranas cuando deberían estar estudiando, hay mujeres que afrontan matrimonios arreglados en contra de su voluntad o hay países donde, incluso siendo ilegal, se sigue practicando la mutilación genital femenina.

Aunque formalmente tienen todos los derechos políticos, económicos y sociales, las mujeres todavía sufren brechas salariales que van del 10 al 25 % y las mujeres en puestos relativamente importantes de decisión son relativamente escasas. En el mundo sólo el 23 % de parlamentarios son mujeres y en América Latina son el 28 %, con países que tienen casi un 50 %, como Costa Rica; o representación muy alta, como Argentina.

Entonces yo diría que la mujer no es una ciudadana de pleno derecho en todas partes del mundo, y en algunas partes es claramente una ciudadana de segunda categoría.

Hemos avanzado sí, pero debemos seguir avanzando con mucha fuerza para que niñas y mujeres tengan las oportunidades que se merecen.

Movimientos como el MeToo han puesto en primera línea del debate social y político el papel de la mujer en nuestras sociedades. Una de las conclusiones en las que coinciden todos los que defienden la igualdad es que las niñas y adolescentes necesitan más referentes femeninos en todos los ámbitos y que se eliminen los estereotipos. En este sentido, ¿qué mensaje le daría a una niña o adolescente?

Yo siempre fui muy consciente de que era necesario visibilizar a las mujeres. Hay mujeres extraordinarias en cada país, que son poderosas aunque no estén en cargos de poder, pero el problema en la mayoría de las sociedades es que no se las ve. Aparecen los padres exitosos, mientras las madres cuidan a los niños, a los enfermos o a los abuelos, haciendo prevalecer los estereotipos. Por eso en mi primer gobierno, y ya antes cuando era ministra, decidí visibilizar a las mujeres.

Puse gabinetes paritarios, la mitad (de ministras) eran mujeres capaces y competentes, traté de tener por ley cuotas para que más mujeres fueran electas (al Congreso) y nombré más mujeres en directorios de empresas.

Todo esto porque para tener referentes femeninos en una sociedad que discrimina y que hace muy difícil a la mujer llegar arriba, se necesita voluntad política que haga que esos referentes existan y que sean iguales para hombres y mujeres.

En ese sentido, una pequeña anécdota y un mensaje. La anécdota es que en Finlandia, durante varios años hubo una jefa de Estado mujer, Tarja Halonen, quien me contó que una vez fue a un jardín infantil y había niños a los que les preguntó lo que querían ser y todos daban las respuestas normales: periodistas, bomberos, médicos, pero había un niño en un rincón al que le preguntó si no quería ser presidente del país, pero el niño le respondió que en Finlandia un hombre no podía ser presidente porque siempre había visto a una mujer en ese cargo.

Por eso es tan importante tener referentes, pero referentes cotidianos, también en la casa. Por ejemplo, yo tuve una madre que trabajó toda su vida, que me dijo siempre "las mujeres podemos", entonces importa también la educación en el hogar y que los padres se involucren en la educación de los niños.

Mi mensaje es que se puede. Que hay muchas mujeres que han hecho cosas extraordinarias, que defienden los derechos de otras mujeres, los derechos ambientales, de los indígenas, de la tierra y la diversidad.

También hay mujeres que han muerto por esto y el mayor homenaje a ellas es no rendirse, es considerar que si hay personas que han luchado toda su vida para que las mujeres tengan el nivel de respeto y dignidad que se merecen, nuestra mejor conmemoración es decir que tenemos que ir para adelante.

Y quiero decirles a las niñas que probablemente ellas son niñas extraordinarias y que pueden ser mujeres extraordinarias, lo que no significa que tengan que ser excepcionales, ni distintas, sino valientes y creer en sus convicciones y actuar en función de ellas.

Y ojalá tengan mamás, profesoras, compañeras de curso que se organicen por los derechos de las mujeres o por los temas que ellas creen que son importantes.

Hoy vemos en Europa a los niños marchando contra el cambio climático y la que empezó esto fue una niña sueca. Por lo tanto, las mujeres pueden y las niñas también.

El World Economic Forum dice que aún deben pasar 100 años para que consigamos la igualdad real entre mujeres y hombres. ¿Cree que el camino es tan largo? ¿Qué se puede hacer para acelerar el proceso?

Algo ha pasado porque cuando yo estaba en ONU Mujeres habíamos calculado ochenta años y ahora vamos como en cien. En efecto tengo la impresión de que en los últimos años hubo una cierta ralentización de los derechos de las mujeres y que en algunos lugares del mundo incluso hubo retrocesos.

Hay lugares donde se suponía que había mucha más claridad y voluntad de avanzar, pero lentamente se empezó con lo que tiene que ver con un proceso mundial de retroceso de los derechos humanos, y vemos que (el avance de los derechos de las mujeres) va a tomar más tiempo, sobre todo si dejamos las cosas como están y si no tomamos acciones para el aceleramiento de estos derechos.

Yo creo que tenemos varias oportunidades. Por un lado la agenda 2030 que tiene un objetivo específico de empoderamiento de las mujeres, de igualdad y la idea del secretario general de la ONU es empujar esta agenda. Con este objetivo en septiembre de este año habrá un encuentro de alto nivel sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para ver cómo los Estados no esperan el 2030 sino que empiezan ya a avanzar en la mayor igualdad entre hombres y mujeres, en la eliminación de la pobreza y otros objetivos de la agenda que al fin y al cabo están interconectados, pero que tienen un factor en común: si logramos que las mujeres se empoderen, haremos que sean un factor de cambio importante para lograr los otros objetivos.

Asimismo, si los gobiernos se comprometen a pasar las leyes pertinentes, a generar condiciones de trabajo adecuadas, a asegurar educación para las niñas, si apoyan a las organizaciones de mujeres para que sigan levantando la voz, podemos acortar ese plazo.