Desde 2012 es presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT). Fue la primera mujer en llegar a ese cargo, y la primera también en presidir una multisindical en América Latina.
¿Cómo ha sido ser líder en la CUT?
Sorprende cuando te dicen que un liderazgo femenino del mundo sindical se considera influyente, porque la vida sindical es bien ingrata. Nuestra propia gente probablemente se va a sentir gratamente sorprendida de que se valore aquello que a veces es invisibilizado, que es el debate sindical y el rol de los líderes en el ámbito sindical, eso es bien relevante. Además, en un mundo catalogado como machista, muy masculinizado, donde los liderazgos generalmente han sido de varones, eso tiene un doble valor.
¿ Ha vivido discriminación?
Como llegué siendo presidenta de la CUT, probablemente he vivido muchas menos presiones y prejuicios que otras dirigentes históricas. Pienso en María Rozas, que nunca llegó a la presidencia de la Central, pese a que era un liderazgo muy reconocido y transversal.
La actual discusión sobre el feminismo era impensada años atrás. ¿Qué piensa de este momento?
La irrupción del movimiento feminista puso estas demandas no solo en el tapete público y social, y ha sido clave. Pero no basta con tener mujeres feministas si estas no están organizadas. En el caso del movimiento sindical ha habido grandes mujeres como Teresa Flores o la exministra Mireya Baltra, pero el hecho de tener una presidenta de la CUT por primera vez en la historia, no se hace cargo de lo que sí pueden hacer las organizaciones feministas. Desde esta trinchera me toca jugar un rol que es visibilizar a las mujeres en este espacio, esa es mi tarea, pero tengo una acción principal que es la acción colectiva sindical.