Tiempos de viaje más extensos en el transporte público, reaprendizaje de conductores de vehículos particulares a raíz de la destrucción de semáforos y señaléticas, y cambios en la forma como miles de personas se recrean luego de su jornada laboral o de estudios.
Estos son solo algunos de los giros que han tenido que afrontar los residentes de barrios, comunas, pueblos y ciudades, a lo largo de los 50 días del estallido social que se inició el pasado 18 de octubre. La Tercera abordó estas modificaciones en la vida de hombres y mujeres, buscando traducir -y proyectar- una parte de lo que hoy ocurre, tanto en Santiago como en regiones.
Fármacos y licencias médicas
El aumento en el consumo de tranquilizantes y antidepresivos es una de las preocupaciones que, por estos días, ronda entre las autoridades vinculadas al área de salud. Tras el estallido social, la cantidad de personas que ingieren este tipo de fármacos ha crecido en torno al 30%, aseguran en el Ministerio de Salud.
"Empecé a tomar medicamentos para calmar la ansiedad, estaba nerviosa por todo esto que está pasando en las calles. Mi hija me llevó al médico y me recetaron unos medicamentos que me han ayudado harto", relata Mónica Garrido (76), quien comenzó a medicarse poco después del estallido social.
Su caso no es aislado. De acuerdo con el ministro de Salud, Jaime Mañalich, las consultas psicológicas "han aumentado, por lo menos, en un 15%. Y las licencias médicas por este motivo, un 20%. La petición de fármacos asociados a tranquilizantes y antidepresivos ha crecido en un 30% en la atención primaria. O sea, es un problema", detalló a inicios de diciembre.
Datos de la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez, (Compin) muestran que en las últimas semanas se registró un promedio de 25 mil licencias por salud mental, con un peak de seis mil licencias diarias, detalla el organismo.
Según la Compin, los permisos médicos asociados a trastornos mentales se incrementaron en un 22%, desde el 21 de octubre de 2019, al comparar la misma cantidad de días de semanas anteriores.
Turismo y hotelería
Rubén Cataldo planificó sus vacaciones para febrero, pero la crisis social lo hizo replantear su proyecto: "Con la inestabilidad producto de la crisis social, no sabes cuándo puedes perder el trabajo. Hay que ahorrar al máximo, además, el tipo de cambio está demasiado alto. Se ha producido un alza excesiva del dólar, así que no viajaremos al extranjero como lo hicimos en años anteriores con mi familia", argumentó.
El presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Turismo de Iquique, Rafael Montes, dijo que los hoteles más pequeños registran una baja de casi 80% en su actividad y, en el caso de los grandes, bordea el 50%. "Esto varía semana a semana, pero creemos que el máximo de ocupación en el verano podría llegar al 50% de la capacidad de los recintos. La situación más crítica la viven hostales, residenciales y hoteles de menor tamaño".
A más de 1.700 kilómetros de distancia, en la Región de Valparaíso, la situación no es muy distinta. Un sondeo de la Cámara Regional de Comercio mostró que para enero y febrero hay un nivel de reservas de un 33,8% entre los alojamientos turísticos de Valparaíso, Viña del Mar y Concón. Trinidad Sepúlveda (45) vive en Punta Arenas y cambió su destino de descanso. "Me gustan Algarrobo y Maitencillo, pero este año definimos ir a La Serena con los niños, porque parece menos acontecido y en ese tiempo necesitamos tranquilidad", dijo.
Más al sur, en la Región del Biobío, debido a las manifestaciones registradas en la zona, el 100% de las reuniones y seminarios que se realizarían entre octubre y diciembre fueron cancelados. Pilar Varela, presidenta de Protur, dice que el "panorama es absolutamente deprimente, esta es una época en que la ciudad puede fluctuar sobre un 70% de ocupación y estamos muy por debajo para un mes como noviembre, cuando efectivamente es el peak de la ciudad, por turismo de negocio, reuniones, congresos y fiestas de empresas. Eso está en un mínimo", aseguró.
En La Araucanía, el alcalde de Pucón, Carlos Barra, tiene una visión distinta: "Si bien es cierto vamos a tener un año no tan auspicioso como los anteriores, creo que nos vamos a desenvolver con normalidad y no va a ser una mala temporada para Pucón".
Tiempos de viaje y conducción
El aumento en los tiempos de viaje y las nuevas formas de conducción, en sectores con señaléticas y semáforos caídos, es uno de los cambios más resentidos por los habitantes de comunas periféricas, así como por quienes transitan a diario en las zonas afectadas por hechos vandálicos.
Un tiempo promedio de 61,4 minutos es lo que hoy tarda una persona en desplazarse en bus y Metro entre las comuna de Puente Alto y Providencia, según estadísticas del Ministerio de Transportes. Y aunque los tiempos mejoraron (76,6 minutos, entre el 18 y el 31 de octubre), la falta de alternativas para trasladarse sigue siendo una problemática entre los pasajeros del transporte público.
Bien lo sabe Fernando Pavez, ingeniero en Prevención de Riesgos, quien asegura que "en mi caso, los tiempos de viaje, tanto de ida y vuelta, han aumentado significativamente desde el 18 de octubre. Si antes tardaba 45 o 50 minutos desde mi casa en Av. La Florida (Puente Alto) hasta Santa Lucía (Santiago Centro), las primeras semanas eran dos horas de viaje de ida a mi trabajo y una hora y media de vuelta".
La falta de conductores y de vehículos sería una de las razones que impactarían en la frecuencia de los buses, según Boris Guerrero, presidente del sindicato de la empresa Subus, que opera en avenidas como Vicuña Mackenna, Santa Rosa, Gran Avenida y el sector sur y norte de la ciudad. "Después de las 20.00 es muy difícil circular por las calles. Y no porque la empresa tomara esa decisión, sino porque los mismos trabajadores nos autoimpusimos horarios para resguardar nuestra integridad (...). La inseguridad nos tiene más que superados. Las licencias médicas por estrés han subido bastante y los problemas estomacales por esto mismo han aumentado. Estamos teniendo un déficit de conductores disponibles para salir a las rutas", asegura el dirigente.
El uso del auto particular como alternativa al transporte público también enfrenta un problema creciente: la falta de señaléticas y semáforos en las calles. Según el capitán César Sandoval, de la prefectura Siat de Carabineros, en las zonas afectadas hay "114 semáforos apagados, el 90% de ellos vandalizados, destruidos o sacados de su base de fijación, que provoca que no exista un control y regulación del tránsito. Mucha gente, por desconocimiento, no sabe cómo actuar al llegar a un cruce no regulado. Eso ha provocado accidentes menores". A la fecha, según cifras de la policía uniformada, en Santiago han ocurrido 2.714 accidentes viales, dejando 1.392 lesionados.
Comercio y vida nocturna
"Con todo lo que ha pasado, ahora da un poco de miedo salir en la noche. Es mucho más seguro juntarse con los amigos en una casa que en un local. Antes íbamos seguido al barrio Bellavista o Providencia, pero con las marchas y saqueos, dejamos de ir", relata Macarena Gutiérrez, trabajadora de una empresa ubicada cerca de Plaza Italia. Al igual que ella, cientos de clientes se han alejado de bares y locales nocturnos tras el estallido social.
La situación preocupa en el gremio, asegura Fernando Bórquez, presidente de la Asociación de Empresarios Nocturnos (Anetur): "La crisis ha impactado fuertemente la vida nocturna. Las primeras semanas hubo toque de queda. Y ahora, por temas de transporte y por una sensación de inseguridad, la gente está saliendo menos. Eso impactó fuertemente en la cantidad de clientes en los locales. Hay una baja en el comercio de nuestro rubro cercana al 70% en algunos barrios, como en Bellavista, que está al lado de la zona cero".
Según Bórquez, la situación se replica en otros lugares, como "Plaza Ñuñoa, Maipú, Lo Prado y La Florida; todos esos lugares han sido golpeados por la baja de público. Santiago, Providencia y Recoleta, también".
El golpe a los locatarios nocturnos, además, se sintió en el comercio establecido. Un estudio realizado por la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) y FollowUP muestra que el sector de Santiago Centro "sigue siendo por lejos la zona más golpeada, acumulando una nueva caída (en ventas) en noviembre, esta vez del 32%, en comparación con igual mes del año anterior".
El informe, además, dice que la situación es "crítica para el comercio minorista, y amenaza la viabilidad de gran cantidad de pequeños locales".
Pese a ello, el reporte muestra una cifra alentadora: la venta de vestuario en outlets repuntó, aumentando un 10% en noviembre, mientras que el comercio del rubro infantil también mostró un crecimiento del 4%. "En ambos casos, la cercanía con Navidad pudo haber influido en su desempeño del mes", detalla el informe.
Según el documento de la CCS, "para las próximas semanas se esperan nuevas moderaciones en los ritmos de contracción, siempre que no retomen intensidad los actos de violencia y vandalismo que han afectado con dureza al sector", alertan.
Espacios públicos
Los daños provocados a los espacios públicos, como plazas y parques, son parte de los efectos colaterales de las manifestaciones y marchas que se registran desde el 18 de octubre.
Solo en la comuna de Santiago, según cifras del municipio, más de 270 especies vegetales, como árboles, flores y arbustos, han sido dañadas o destrozadas y más de 700 metros cuadrados de pasto han desaparecido. Cuatro parques y tres plazas han sido vandalizados en estos 50 días de movilizaciones. En el primer grupo se encuentran los parques Forestal, San Borja, Santa Lucía y Almagro. Y en el segundo están las plazas Vicuña Mackenna, Carabineros de Chile y El Pedregal.
En la comuna de Providencia, donde se encuentra Plaza Italia, epicentro de las movilizaciones, se retira aproximadamente una "camionada diaria con 7.000 kilos (de escombros)", aseguran en el municipio.
En esta comuna, seis parques y plazas han sido afectadas: Baquedano, Plaza Italia, la explanada de las Artes, el parque Bustamante, Balmaceda y Hungría.
La reparación de estos espacios a nivel nacional llevó a que el Ministerio de Vivienda financiara 44 proyectos, localizados en 29 comunas, de siete regiones, los cuales formarán parte de un "Plan de Recuperación de Espacios Públicos", que destinará cerca de $ 3.600 millones para estos fines.