"La acogida que le brindó la población al Papa Francisco fue excelente. No solo durante las actividades oficiales. En las veredas eran innumerables las personas que querían verlo pasar y que lo vitoreaban y saludaban con entusiasmo".

Este es uno de los párrafos de la carta que el pasado 22 de febrero les envió el cardenal Francisco Javier Errázuriz a los distintos presidentes de las conferencias episcopales de Latinoamérica y el Caribe.

El objetivo de la misiva, según trascendió, era rebatir informaciones difundidas por diferentes medios, respecto de las complejidades que tuvo la visita pontificia a Chile y los cuestionamientos que surgieron en relación al evento una vez terminado.

"Numerosos medios de comunicación informaron en sus países que la visita había sido un fracaso, porque los chilenos recibieron mal al Papa por ser argentino. Después supe de otra noticia falsa: que los mapuches habrían rechazado el mensaje del Santo Padre en Temuco", dice el documento.

Parte del contenido de la carta fue conocido públicamente ayer, luego de que el medio norteamericano National Catholic Reporter, que aborda temas vaticanos, revelara algunos de sus tópicos.

Uno de ellos fue la elección de las ciudades y las actividades efectuadas por el Papa Francisco en cada una, aspectos que Errázuriz consideró "muy acertados".

El texto de la carta, al cual accedió La Tercera, repasa y valora los encuentros en la Catedral Metropolitana, el Parque O'Higgins, el Santuario Nacional de Maipú -con los jóvenes- y en La Moneda, y subraya "la repercusión de sus palabras (del Papa) en la cárcel de mujeres".

También se considera "oportuna" la presencia de Francisco en la Universidad Católica . "Fue un respaldo a la oposición de esa casa de estudios, desde un punto de vista ético, a las políticas erradas del gobierno", planteó la misiva, en aparente alusión a la ley que despenaliza el aborto en tres causales.

De estas visitas, así como del encuentro con los sacerdotes jesuitas y con el mundo de la pobreza, en la tumba del obispo Enrique Alvear, se dice que fueron "valorados por el país (...) Ningún líder nacional o mundial ha sido acogido con este cariño y admiración, salvo el Papa Francisco y San Juan Pablo II".

Cuestionamientos

La carta también contuvo críticas a la organización. "Tanto en Temuco como en Iquique, los organizadores escogieron (...) lugares amplios, pero distantes de los centros poblacionales, y no planificaron el servicio de medios de transporte a bajo precio. Las distancias, recorridas por la mayoría a pie, impidieron una presencia más numerosa".

Además, se apuntó a la esfera política. "Como (el Papa) fue invitado por la Presidenta Michelle Bachelet, la visita ocurrió durante su mandato, pero después de haber sido elegido el futuro Presidente, Sebastián Piñera. El presidente electo quiso tener una breve audiencia con el Papa Francisco, pero la comisión organizadora de la visita no se la concedió por motivos de protocolo. Este rechazo no fue bien recibido por un gran número de chilenos", se indicó en el documento.

Efecto Barros

La carta del cardenal Errázuriz también aludió al capítulo del obispo de Osorno, Juan Barros, como "una nube que arrojó sombra sobre la visita".

Sobre este punto, Errázuriz les asignó parte de la responsabilidad a los énfasis de cobertura de la prensa. "Estimo que no fue la presencia, probablemente excesiva, del obispo de Osorno (...) la que hizo brotar con fuerza invasiva este tema. Estaba programado previamente (...) Esta insistencia de los periodistas creó un foco indeseable y paralelo a la visita del Santo Padre".

Y añadió que "días después, a raíz de las críticas a este obispo, el Santo Padre encargó a Mons. Charles Scicluna, el experto más reconocido en temas de abusos sexuales, que viajara a Chile a escuchar las críticas, para conocerlas y evaluarlas".