Carmen Gloria Quintana critica proyecto que permite que presos mayores cumplan su pena en libertad: “Es un mecanismo que busca una impunidad brutal”
A través de una carta, la mujer víctima del Caso Quemados se refirió a la sentencia condenatoria que ratificó la Corte Suprema, en contra de 10 exmilitares acusados, manifestando sentimientos de alivio por “cerrar un capitulo muy doloroso de mi vida”, como también indicando que los culpables “fueron condenados a bajas penas considerando el horror de lo que cometieron”.
Carmen Gloria Quintana, víctima del Caso Quemados, se refirió este sábado al fallo de la Corte Suprema, que ratifica la condena en contra de 10 exmilitares acusados respecto del homicidio frustrado que sufrió, como también del homicidio consumado de Rodrigo Rojas de Negri.
Cabe recordar que el máximo tribunal revalidó ayer viernes la decisión del ministro Mario Carroza, de la Corte de Apelaciones de Santiago, al confirmar la sentencia en contra de los exfuncionarios del Ejército, rechazando todos los recursos presentados por los acusados de los hechos ocurridos el 2 de julio de 1986 en las comunas de Estación Central y Quinta Normal.
Y pese a que también se rechazó el recurso de casación presentado por Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) que buscaba aumentar las penas, se confirmó la sentencia de 20 años y un día a los oficiales y jefes de patrulla, Julio Ernesto Castañer, Iván Humberto Figueroa Canobra y Nelson Fidel Medina Gálvez por su participación en el homicidio consumado y frustrado de Rojas de Negri y de Quintana.
Al respecto, la mujer víctima difundió una carta, en la cual considera como un “momento de alivio” recibir el fallo, el cual le “permite cerrar un capítulo muy doloroso de mi vida”, sosteniendo además que, durante todo el proceso, tanto ella y sus seres queridos, como la familia de Rodrigo y los abogados “debimos luchar contra innumerables mentiras que trataban de encubrir la responsabilidad militar en este crimen”.
En este contexto, valora que con la ratificación del fallo “se establece y determina la verdad en uno de los tantos casos de violaciones sistemáticas a los DD.HH. perpetradas por la dictadura, en un crimen brutal, que estremeció y estremece al mundo y a las nuevas generaciones, dejando en evidencia que la dictadura violó sistemáticamente los DD.HH. y fue capaz de quemar vivos a dos personas jóvenes”.
Asimismo, manifestó tener sentimientos encontrados, ya que asegura estar alegre ante de que se establezcan las respectivas condenas a los exmilitares culpables del crimen, pero también tener tristeza por los 38 años que demoró la resolución, y los costos asociados que le implicó en su vida, tanto en su tratamiento médico, como en el aspecto psicológico y familiar.
“38 años después es demasiado tiempo, pues nada podrá reparar el daño que debió afrontar mi familia, de una parte, el sufrimiento y la carga emocional de revivir el trauma en cada etapa del proceso judicial que se extendió por 38 años, de declaraciones, reconstituciones de escena, apelaciones, sentencias, la prensa…”, añade.
Y tal como lo señaló en marzo de 2019, cuando se dio a conocer el fallo dictado por el juez Mario Carroza, Carmen Gloria consideró que los militares fueron condenados a “bajas penas considerando el horror de lo que cometieron: quemar dos personas vivas. No sé qué pasará, si los militares cumplirán finalmente sus exiguas penas en cárcel o no”.
“Es un mecanismo que busca una impunidad brutal”
El pasado martes, la comisión de Derechos Humanos del Senado aprobó el proyecto de ley que regula el cumplimiento alternativo de penas privativas de libertad para personas condenadas que padezcan enfermedades terminales o menoscabo físico grave, o que hayan cumplido determinada edad, en el caso de los hombres 70 años y de las mujeres 65, iniciativa que incluiría a presos por violaciones de Derechos Humanos.
Ante este escenario, Quintana exteriorizó su preocupación por el proyecto, afirmando que “si esto se llegara a aprobar, sería una nueva afronta, muy dolorosa para mí, mi familia y miles de víctimas de violaciones a los DDHH, es un mecanismo que busca una impunidad brutal”.
“En mi caso, la mayoría de los oficiales condenados es mayor de 65 años, o sea pagarán solo 5 años de cárcel por la muerte de Rodrigo y mis lesiones graves. Con este proyecto de ley, que la derecha chilena propone, se nos estaría negando nuevamente la justicia, ahora que recién la acabamos de alcanzar. ¿Hasta cuándo prolongan nuestra agonía? Es muy doloroso y dramático. En países desarrollados como Alemania, esto ni siquiera se discutiría, allá se juzga y condena a criminales nazis, incluso a sus 90 años”, remarcó en la misiva.
Revisa a continuación la carta completa:
Hoy, es un día muy importante para mí.
Recibir el fallo es un momento de alivio, pues me permite cerrar un capítulo muy doloroso de mi vida, que se extendió por casi 38 años y que me dejara secuelas por siempre. La familia de Rodrigo, mi familia, los abogados y yo, debimos luchar contra innumerables mentiras que trataban de encubrir la responsabilidad militar en este crimen, partiendo por el mismo dictador, los civiles de derecha que gobernaban con el dictador, las consiguientes mentiras de los militares y los tribunales militares. Toleré calumnias de la prensa oficial, agresiones verbales y finalmente después de innumerables frustraciones y dolores, la Corte Suprema establece la verdad oficial y definitiva, que ya nadie puede desmentir y que quedara para la historia: dos jóvenes que luchaban por la democracia fueron quemados vivos por militares de la dictadura cívico militar de Pinochet. Rodrigo Rojas falleció con el 65% de su cuerpo quemado y yo sobreviví con el 62% de mi cuerpo quemado.
Recibo este fallo con sentimientos encontrados, por una parte, con alivio por Chile y su futuro, saber que se establece y determina la verdad en uno de los tantos casos de violaciones sistemáticas a los DDHH perpetradas por la dictadura, en un crimen brutal, que estremeció y estremece al mundo y a las nuevas generaciones, dejando en evidencia que la dictadura violó sistemáticamente los DDHH y fue capaz de quemar vivos a dos personas jóvenes. También siento alegría por mis padres, hermanos, hermanas, mi esposo, mis hijas y por mí, pues el dolor puede ser reparado en algo por esta verdad oficial.
Pero por otro lado, en cuanto a la justicia me siento ambivalente, por un lado estoy alegre que se establezca la condena de los principales responsables de esta barbarie y me da tristeza por el hecho que han pasado 38 años para que se logre este fallo, 38 años después es demasiado tiempo, pues nada podrá reparar el daño que debió afrontar mi familia, de una parte, el sufrimiento y la carga emocional de revivir el trauma en cada etapa del proceso judicial que se extendió por 38 años, de declaraciones, reconstituciones de escena, apelaciones, sentencias, la prensa.. por otro, afrontar un largo y doloroso tratamiento médico, que significó más de 40 operaciones, injertos de piel, sesiones de rehabilitaciones física de años, en lo psicológico implicó vivir con stress post traumático, elaborar duelos de llegar a aceptar la desfiguración de mi cuerpo completo y tratar de reconstruir mi vida con 18 años de edad. Sin contar la parte moral familiar, familia completa traumatizada con los hechos, como familia fuimos perseguidos y amenazados de muerte, mi hermana encarcelada por ser testigo, debimos afrontar el exilio, reconstruir la vida familiar en otro país, con el costo emocional que implicó para todos, padres separados, familia dispersa entre Chile y Canadá, abuelos que no vieron crecer sus nietos, en fin. Todo ha sido muy duro.
A nivel de la Justicia penal, considero que los militares fueron condenados a bajas penas considerando el horror de lo que cometieron: quemar dos personas vivas. No sé qué pasará, si los militares cumplirán finalmente sus exiguas penas en cárcel o no. Me preocupa esta nueva ley (pseudo amnistía) que ya fue aprobada en el Senado, la cual permite a los delincuentes de más de 70 años reportar su pena a domicilio, si esto se llegara a aprobar, sería una nueva afronta, muy dolorosa para mí, mi familia y miles de víctimas de violaciones a los DDHH, es un mecanismo que busca una “impunidad brutal”, por ejemplo, en mi caso la mayoría de los oficiales condenados es mayor de 65 años, o sea pagaran solo 5 años de cárcel por la muerte de Rodrigo y mis lesiones graves. Con este proyecto de ley, que la derecha chilena propone, se nos estaría negando nuevamente la justicia, ahora que recién la acabamos de alcanzar. ¿Hasta cuándo prolongan nuestra agonía? Es muy doloroso y dramático. En países desarrollados como Alemania, esto ni siquiera se discutiría, allá se juzga y condena a criminales nazis, incluso a sus 90 años.
Después de 38 años de impunidad hay que cuestionarse la importancia de que la justicia llegue a tiempo y hago un llamado a reflexionar a los jueces y pensar su rol en la impunidad biológica, en el hecho que muchas personas víctimas de la dictadura y familiares de Detenidos Desaparecidos hayan muerto sin respuestas, sin verdad, sin justicia y sin saber aún donde están sus seres queridos. Preguntarse por la separación de poderes, ¿es real en nuestro país?, los militares aún ocultan la información de las violaciones a los Derechos Humanos no solo a los tribunales, sino al poder ejecutivo y al legislativo. Por otra parte, los partidos políticos también son responsables con los pactos de impunidad, con el negacionismo, con la instalación del secreto de 50 años que pesa sobre el informe Valech, con los pactos de silencio, que ellos toleran en las fuerzas armadas y con esta nueva ley de pseudo impunidad que tratan de aprobar para los mayores de 70 años.
Solo espero que esta dura experiencia de los chilenos de vivir en dictadura, nunca más se repita, para esto debemos construir una verdadera democracia. Acelerar los juicios, establecer la verdad, la justicia y hacer todos los esfuerzos por dar con el paradero de los Detenidos Desaparecidos.
Carmen Gloria Quintana
Psicóloga, PhD
Víctima del caso quemados, violaciones a los DDHH.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.