"Me arrepiento tanto de haberle dicho que aguantara, porque quizás si le hubiera dicho algo distinto, quizás estaríamos con él". Esta frase es parte del relato que Germán Velásquez entregó -junto a su madre- el pasado 10 de julio a los diputados integrantes de la comisión investigadora de la Cámara sobre abusos y maltratos a soldados y conscriptos de las FF.AA.
Casi cuatro meses antes, el 16 de marzo, su hermano, Marco Velásquez (18), protagonizó un tiroteó al interior del Regimiento Escuela de Caballería Blindada del Ejército, en Iquique. Producto de este hecho, dos personas resultaron muertas, además de Marco Velásquez, quien se suicidó tras cometer el hecho.
El joven estaba con tratamiento psicológico por presuntos malos tratos de parte de sus superiores. Germán Velásquez contó que la experta que lo estaba tratando denunció que su hermano sufría de una depresión severa, pero que desde la institución castrense no se habría tomado en cuenta ese diagnóstico.
"(La psicóloga) diagnosticó al Marco con una depresión severa (...). En vez de darle la baja, le dijeron que iban a tratar de ayudarlo, pero (la ayuda) fue menos de una semana. No fue ninguna ayuda, si mi hermano se trató de hacer daño y otra vez le dan un arma sin darle el alta psiquiátrica", señala.
El abogado de la familia Velásquez , Ciro Colombara, explicó que "el Ministerio Público y la PDI están haciendo un trabajo acucioso y serio, en el cual la familia confía, a diferencia de las investigaciones que pueda hacer el Ejército o la justicia militar, en quienes no existe confianza".
Examen a 9.219 conscriptos
El caso remeció al Ejército, institución que ordenó realizar un inédito examen psicólogo a los 9.219 conscriptos que este año se alistaron en los distintos cantones de reclutamiento. El resultado fue: 1.537 jóvenes debieron ser "licenciados" por ser calificados como "no recomendables" para la rama castrense.
Pero ¿qué ocurre hoy con quienes ya forman parte del Ejército? A través de una solicitud por Ley de Transparencia, La Tercera requirió a la institución el número de efectivos que están o han estado en tratamiento psicológico en los últimos cinco años.
El Ejército informó que desde 2015 hasta ahora se han registrado 14.053 consultas psicológicas por parte de funcionarios activos de la institución (ver infografía).
Al requerir más detalles de esta información, desde la rama castrense precisaron que los números corresponden a las atenciones y no al número de personas tratadas psicológicamente. Y que quienes han acudido a un profesional de la salud por este tema en el periodo consultado serían "no más" de tres mil efectivos.
Felipe Ashwell Moreno, jefe del Programa Preventivo de Salud Mental del Comando de Salud del Ejército, explicó, además, que en el caso de las atenciones informadas "no implica necesariamente que las personas sufran de una patología psiquiátrica".
"Aquí tenemos al total de las personas, desde la que está conjuntamente haciendo un tratamiento con un psiquiatra y está con licencia médica y con tratamiento formal, a la persona que consulta psicólogo para aclarar ciertas dudas o recibir apoyo en ciertas situaciones, y que puede estar perfectamente trabajando", añadió el mayor.
Ashwell agrega: "Hemos calculado un promedio de cuatro atenciones psicológicas por usuario en el año. De ahí se desprende que la cantidad de personas que consultó a psicología por periodo se reduce a 1/4, aproximadamente. Serían 3.513 personas atendidas durante el periodo".
Desde la rama castrense explicaron que en Chile los trastornos neuropsiquiátricos son responsables del 23% de la carga de enfermedad del país "y, en cambio, en nuestra institución, en lo que llevamos de este años al menos, han afectado a un 2% del personal activo institucional".
Uso de armas
Respecto al uso de armas por parte de efectivos con tratamiento psicológico, Ashwell explicó que "el personal activo de la institución que esté en tratamiento psiquiátrico y esté utilizando alguna droga o fármaco psiquiátrica no puede portar armas. Sea cual sea la gravedad de esa patología, aunque esté sin licencia".
Sobre los requisitos necesarios para que estas personas puedan volver a utilizar armamento, el mayor explicó que se requiere "un alta médica por escrito de un médico psiquiatra donde se explicite que está en condiciones de volver a portar armas".
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Otros casos
El caso de Marco no ha sido el único. En los últimos años se han dado a conocer otras situaciones que han motivado a efectivos a pedir ayuda psicológica en la institución.
Uno de ellos es el de Giordanno Noli, quien en 2006 ejercía como capitán del Regimiento Reforzado N°1 Topater de Calama. A principios de ese año venía llegando de vacaciones, donde reconoce subi´po un poco de peso. Una situación que nunca pensó que le traería problemas.
Pero, según denunció, un superior, un coronel, que justo llegó ese año a la unidad, comenzó a burlarse de él constantemente por los kilos de más que arrastraba. Un hostigamiento que -según contó- nunca cesó y que se extendió por mucho tiempo.
"No había ningún tacto, tino, ni criterio para hacer las observaciones, dijo.
Todo esto lo llevó a tener que estar en tratamiento psicológico por varios meses, incluso con licencia. "No era yo la única persona que estaba en esa situación, porque desgraciadamente este coronel era muy malo en el trato a la gente, y en ese tiempo habíamos cinco personas con tratamiento, que figurábamos en el parte del Ejército con licencia psiquiátrica".