Chile es un país que recibe al forastero
ESPECIAL 70 AÑOS: LAS VERDADES QUE YA NO SON
En el país, según datos del Ministerio del Interior, residen 1.492.522 ciudadanos extranjeros, cifra potenciada por el arribo de haitianos y venezolanos durante la última década. Pero su experiencia no siempre es buena. Aquí, en paralelo al cariño y la calidez de muchas instancias, cinco relatos de momentos que también fueron complejos.
BOLIVIA
Dora Guzmán: “Cansan las bromas que aluden a la nacionalidad”
Dora Guzmán Montero (51) es boliviana y trabaja como asesora del hogar. Llegó al país hace 20 años. Señala que hace tres pidió la nacionalidad, debido a que cumplía con el plazo legal, pero que luego de 18 meses le solicitaron entregar todos los documentos nuevamente.
Veo que no existe un buen servicio del Estado, quizás por-que soy extranjera y no soy prioridad.
Afirma que terminó sus estudios secundarios en una escuela nocturna, “donde me comentaban que venía a robar el trabajo, que yo era de un país que ni siquiera tenía mar. Entiendo que son bromas, pero finalmente cansa que te traten de esa manera. Muchas veces prefiero no decir que soy de Bolivia, para no tener problemas”.
Dora ya tiene su hogar en Chile; valora su casa propia, aunque comenta que en su condominio hay algunos a los que les molestan los migrantes.
PERÚ
Soledad Musaja: Trabajando por un “Arica sin fronteras”
Soledad Musaja (44) llegó al país hace 15 años. Cuenta que, en esa época, era común que las personas comentaran que venían a “quitar el trabajo”.
En su primer empleo, en Arica, algunas personas le decían: “A ustedes hay que darles comida y alojamiento cuando vienen. Lo creían injusto”.
Plantea que con el tiempo ha ido cambiando la percepción sobre la migración. Además, Soledad forma parte de una agrupación de defensa de los derechos de los migrantes, llamada “Arica sin Fronteras”, que trabaja junto al Servicio Jesuita a Migrantes, que acoge a las personas, les dan alimentación, asesoría jurídica y apoyo emocional para que puedan insertarse de mejor manera.
Añade que la organización sigue trabajando para evitar la discriminación, el racismo y el abuso en áreas como la vivienda o lo laboral, porque aún hay casos de abusos.
HAITÍ
Edward Sultant: “Muchas personas son invisibles para el Estado”
Edward Sultant (34) es estudiante de trabajo social en la U. Alberto Hurtado y llegó desde Haití hace cinco años.
Aunque aclara que se siente muy integrado y que tiene redes sociales que lo han ayudado, también ha observado cómo sus compatriotas sufren discriminación en varios ámbitos.
Da como ejemplo, que muchos haitianos no pueden obtener sus documentos para regularizar su situación de forma expedita, “lo que hace difícil postular a un empleo, salud y seguridad social. Se vuelven invisibles para el Estado”.
En cuanto al acceso a la vivienda, Sultant plantea que les piden requisitos que a otras nacionalidades no.
Los documentos para que logremos arrendar son diferentes. Se presume que algunos vivirán en forma hacinada y no nos arriendan en muchos lugares. Hay un prejuicio por el color de piel o nuestro país.
EL SALVADOR
Jafet Morales: “Pese a experiencias difíciles, hay muy buenas instancias de integración”
Jafet Morales (36), ciudadano de El Salvador, relata que llegó a Chile en 2015, a trabajar como administrador de empresas.
Aunque indica que se ha adaptado muy bien, tiene su familia y amigos, en uno los primeros trabajos que tuvo era el único extranjero, lo que no fue bien visto por sus compañeros.
No validaban mi conocimiento ni liderazgo; no me recibieron bien, posiblemente porque venía de otro país
En su trabajo actual, a Jafet le toca contactar a clientes por teléfono, “y quizás por el acento que tengo, algunos me preguntan si se trata de una estafa telefónica o me dicen que no confían. Tienen prejuicios”.
Pese a esas difíciles experiencias, también señala que hay muchas y muy buenas instancias de integración: participa en un proyecto denominado “La Mesa de Todos”, donde comparten sus historias de vida y experiencias actuales.
CUBA
Yanelys López: “Un hombre me gritó que debía respetar las normas”
Yanelys López (27) es médico cirujano cubana y llegó a Chile en septiembre de 2018. Señala que ha vivido varios episodios de discriminación en diferentes ámbitos.
Hace poco vivió una agresión en el Metro, pues un hombre la increpó por haberse sentado en un puesto reservado a la tercera edad.
El hombre me gritó que en este país yo debía respetar las normas. El tren iba vacío; me tuvo que defender un joven porque fue violento.
Agrega que “cuando vive esas situaciones, uno piensa: por qué me vine a Chile; debe ser por mi color de piel”.
También dice que ha sido discriminada en lo laboral: en un trabajo anterior le pagaban $12 mil por día, salario que considera bajo tomando en cuenta su profesión y que era de jornada completa.
“Algunas empresas se aprovechan del sueldo de los migrantes, porque saben que las personas lo necesitan”.
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