Chile: un"bendito terremoto"

José Andrés Murillo, víctima de Fernando Karadima, se refirió a la decisión de los obispos chilenos de poner sus cargos a disposición del Papa Francisco.

"Ojalá el Papa les acepte las renuncias a todos, porque ninguno, durante mucho tiempo, fue capaz de golpear la mesa y decir que 'yo me pondré del lado de las víctimas'. Todos entraron en un juego narcisista del poder que se mira a sí mismo", declaró.

Según Murillo, tras el duro documento redactado por el Papa, que alude los abusos cometidos por algunos sacerdotes y los errores de las autoridades de la iglesia en investigarlos y sancionarlos, "la reacción lógica era que todos ellos renunciaran, que pusieran sus puestos a disposición".

Consultado sobre lo que pasará a futuro con la Iglesia chilena, Murillo planteó que "lo que toca ahora no es solamente aceptar la renuncias, también hay un cuestionamiento de las estructuras de poder de la Iglesia, del rol de las comunidades, del rol del poder de la Iglesia para cambiar las cosas, y eso me parece va en la dirección correcta. La Iglesia debe transformarse desde un refugio de abusadores a un refugio para las víctimas".

Sobre los efectos de lo ocurrido para las víctimas, en tanto, planteó que "durante mucho tiempo nos trataron de mentirosos, cuestionaron nuestras vidas, nuestras biografías, todo. Nuestro único fin era decir la verdad y quizás esto es un pequeño paso".

Benito Baranda, facilitador del Estado para la reciente visita del Papa Francisco, mira con buenos ojos los cambios que vienen para la iglesia.

¿Esperaba más del Papa?

Lo que ha hecho el Papa ha tenido harta consecuencia y le permite tener la libertad de reorganizar la Iglesia de acuerdo a lo que el mundo requiere. Desde el principio ha querido una Iglesia modesta, con obispos que no estén en carrera, sino sirviendo a su comunidad.

¿Hicieron falta obispos más sintonizados con los fieles?

El obispo es un servidor del pueblo de Dios que tiene necesidades, en un contexto de secularización distinto al de décadas pasadas. Y se requieren obispos muy evangelizadores y cercanos a la comunidad, que no se dediquen tanto a juzgar sino a acompañar e iluminar el camino de los fieles.

¿Qué ocurrirá ahora?

Ahora comienza un ambiente de esperanza para que eso pueda ser cambiado. Hay dolor y un poco de desesperanza de parte de algunos, pero lo que viene ahora será mucho mejor de lo que teníamos. Lo que esperamos es una participación horizontal en la conducción de la Iglesia, como corresponde a una comunidad cristiana.

¿Quién será el próximo arzobispo de Santiago?

Hay muchas personas, incluso puede ser alguien que no sea obispo. El Papa y su entorno tienen todas las atribuciones para identificar a la persona adecuada. Es más, el Papa puede nombrar a una persona que esté en el exterior. Puede haber muchas excepciones en esto.

Una de las organizaciones que siguió de cerca la reunión de los obispos desde Roma fue Voces Católicas, fundación de fieles laicos. Su directora, María Paz Lagos, reflexionó sobre los futuros cambios de la Iglesia.

¿Qué le parece la renuncia de los obispos?

Lo que está pasando en la Iglesia chilena es un bendito terremoto espiritual. Se está iniciando una nueva etapa que nos impacta positivamente a nosotros, pero también a la Iglesia universal.

En la carta que envió al episcopado, el Papa advierte el "estar atentos a todo tipo o forma de mesianismo". ¿A quién se refiere? ¿Les habla a los obispos?

El Papa pienso que nos habla a todos al decirnos que no endiosemos a quien no corresponde. También los laicos nos equivocamos al endiosar a los Karadimas y los Maciel. Para los creyentes lo central es Cristo, los sacerdotes son mediadores, pero no son Cristo.

El texto habla de negligencias en la protección de niños por parte de obispos y superiores religiosos, y destrucción de documentos comprometedores. ¿Se necesita recurrir a la justicia por esto?

La justicia es absolutamente necesaria para avanzar en esta nueva etapa de la Iglesia. El Papa es muy duro en su carta, habla de negligencia, destrucción de documentos, son delitos parecidos a los que hemos visto en otros casos públicos de la sociedad chilena. Aquí tienen que haber sanciones canónicas y civiles. Se ha hecho mucho daño.

En marzo de 2015, cuando el obispo Juan Barros asumió la diócesis de Osorno, se iniciaron las movilizaciones de fieles y laicos que se mantienen hasta hoy, cuestionando su cercanía a Karadima y pidiendo su remoción. Hoy, luego de tres años de protestas, la comunidad se encuentra expectante.

Juan Carlos Claret, vocero de la Agrupación de Laicos de Osorno, tras conocer la acción de los obispos, sostuvo que "es importante ser cautelosos, en el entendido de que ellos han anunciado una renuncia que hasta el momento no es efectiva. Seguimos interpretando gestos más que acciones concretas respecto de la situación de los obispos. No creo que esta renuncia haya nacido por una voluntad heroica de los obispos, sino que se indujo esa situación", sostuvo, aludiendo al documento que el Pontífice entregó a los prelados y en el cual tilda de "escándalo" lo ocurrido en la Iglesia chilena.

Sobre lo que esperan que suceda ahora, el vocero de los laicos de Osorno planteó que espera "que el Papa tenga total independencia, libertad absoluta para poder decidir. Y después (definir) qué pasa con los obispos. O sea, si sacan obispos que han abusado sexualmente de niños o han encubierto estos delitos, ellos no pueden estar a cargo de una comunidad", declaró.

Además, Claret criticó el actuar de Barros y aseguró que su paradero "sigue siendo hoy desconocido. Tenemos un obispo que desde el 8 de abril no está en Osorno".