Por estos días, miles de colegios comienzan a cerrar su año académico, uno extremadamente inusual, en el que tuvieron que adaptar todas sus prácticas a la pandemia. Ese fue el caso de las evaluaciones, que mayoritariamente fueron de carácter formativa, es decir, midiendo el logro de aprendizajes, pero sin calificaciones.

Ese es el caso de los seis planteles de la Red Regnum Christi, entre ellos, los colegios Cumbres (Las Condes), Everest (Lo Barnechea) y San Isidro (Buin), donde también aplicaron un modelo de evaluación basado en proyectos, diálogos pedagógicos, trabajo colaborativo, interrogaciones y socialización de los aprendizajes.

Cecilia Lechuga, subdirectora académica del Colegio San Isidro, explica que la evaluación sumativa (las notas) “son la certificación de un proceso de aprendizaje bien llevado, pero lo central es que los estudiantes aprendan, no la calificación”.

¿Y qué pasa si los escolares se copiaron? “Estamos preocupados de que aprendan, no de si copian o no. Evaluamos constantemente, no para calificar, sino para asegurar el aprendizaje. Lo importante es que el profesor constate que el alumno aprendió”, agrega Mario Carrasco, subdirector académico del Colegio Everest.

Experiencias similares tuvieron los establecimientos de la Red Cognita, que agrupa a cinco planteles, entre ellos los colegios Pumahue y Manquecura. María José Howard, directora educacional de la red, detalla que en el primer semestre hicieron evaluaciones con diversos métodos, y al término pusieron tres calificaciones: una por el desarrollo de la actividad, otra por una prueba de contenidos y la tercera fue una autoevaluación de los alumnos.

“Al final del año, vamos a aplicar una prueba específica estandarizada para lenguaje y matemática, en toda nuestra red de colegios, que mide el currículum completo del año, no solo el priorizado, con el objetivo de poder generar las remediales para el 2021”, añade.

Howard explica que en todo este proceso “se trabajó a través de la confianza”, es decir, “el que quiso copiar, copió. Eso es incontrolable desde el seguimiento directo. Por eso, se trabajó muchísimo la autogestión, la responsabilidad, la veracidad y los valores”.

Sin reprobados

Las evaluaciones formativas están contempladas en el Decreto 67 del Mineduc, el que exige que a fin de año los colegios transformen esa medición en una calificación numérica. En ese proceso está el Colegio Santa Marta, de Ñuñoa, que pertenece a la red educacional Santo Tomás de Aquino.

La directora del plantel, Javiera Gamboa, cuenta que el valor de la evaluación formativa es que se adapta a las habilidades y destrezas de cada estudiante. Por ejemplo, para una misma evaluación de Lenguaje, se pueden pedir trabajos, presentaciones o creaciones de cómic. Y si un niño no logra el objetivo de aprendizaje, no tendrá una calificación baja de inmediato, porque la idea es que vaya mejorando durante el semestre.

¿Mejoran las notas con la evaluación formativa? “Son mucho mejores, pero por distintos factores, porque cuentan con el apoyo de sus padres en sus casas y se les dio tiempo para investigar, por ejemplo. En otros casos, cuesta más, porque hay niños que no son tan autónomos”, explica Gamboa.

Walter Gómez, director del Liceo San Francisco, de San Ramón, y perteneciente a la red Santo Tomás, cuenta que en su caso reemplazaron las pruebas escritas por formularios y trabajos colaborativos que se exponen en las clases online, y luego transforman la evaluación formativa en calificación.

“Los alumnos tienen varios rangos de notas, pero la idea no es castigar a aquellos que tiene notas insuficientes, sino que se les da la oportunidad de ir logrando el objetivo”, detalla.

La experiencia en los liceos públicos ha sido similar. En la Escuela Profesora Gladys Valenzuela, del Servicio Local de Educación de Barrancas (Lo Prado), la directora, Carolina Vega, cuenta que juntaron algunas asignaturas para relacionar los contenidos y que los profesores construyeron rúbricas para evaluar individualmente a los estudiantes.

Además, dice Vega, “decidimos que como liceo no íbamos a reprobar a ningún estudiante. Incluso aquel que no se conectó nunca y nunca supimos de él, aprobará con la nota mínima, pero con el compromiso de que el próximo año tenga un plan de nivelación para recuperar su rezago”.

En todos los colegios consultados, los estudiantes de 4° medio habían vuelto a actividades presenciales, con sistemas híbridos de clases, y se les realizarían ceremonias de graduación.

“Esos alumnos querían terminar el año con su ceremonia, para cerrar su proceso, por lo que la realizaremos en dos días, con tres turnos de alumno por día. Será una ceremonia austera, en el patio y con protocolos sanitarios”, ejemplifica la directora Vega.