Mauricio Hernández Norambuena, apodado comandante Ramiro en sus años de guerrillero, fue uno de los cuatro cabecillas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) a cargo del atentado a Augusto Pinochet, perpetrado el 7 de septiembre de 1986.
Hernández se graduó como profesor de educación física en la Universidad de Chile, en Valparaíso. Su militancia en las Juventudes Comunistas comenzó tempranamente, y en 1983 se alistó en las filas de la organización guerrillera de ideología política marxista-leninista, impulsado por Cecilia Magni, conocida como comandante Tamara.
Su preparación y trayectoria lo llevó a ascender hasta la comandancia de la organización. Tanto, que expertos en el tema como Juan Cristóbal Peña, autor del libro “Los Fusileros: Crónica secreta de una guerrilla en Chile” (que relata la historia del FPMR), lo califica como la persona “más importante” de este grupo.
Atentado a Pinochet
En 1986, Hernández Norambuena ya había adquirido su apodo frentista. Fue el año en que el FPMR planeó atentar contra el dictador Pinochet, y que fue denominada Operación Siglo XX.
Ese 7 de septiembre, la caravana presidencial salió alrededor de las seis de la tarde de la casa de El Melocotón. Estaba compuesta por dos motociclistas de Carabineros y cinco autos, que en total trasladaban a 21 personas. Dos vehículos más de la CNI seguían la columna a la distancia.
La emboscada a la comitiva, en el Cajón del Maipo, terminó con cinco de sus integrantes muertos y dejó heridos a otros 11. Pero no logró su objetivo de matar al entonces Comandante en Jefe del Ejército de Chile.
De los frentistas, sólo resultó uno herido. Todos lograron huir en varias camionetas aparentando ser agentes de la CNI y exhibiendo sus armas para mayor credibilidad.
Entre los propios ejecutantes del plan hubo recriminaciones, debido a los numerosos errores en la preparación del atentado, y por los cuales se responsabilizó principalmente a otro de los cabecillas del FPMR: el comandante Ernesto.
En las semanas que siguieron al atentado, uno de los fusileros elegidos por Ramiro, el jefe de uno de los pelotones que trabajaban con él, José Moreno Ávila, apodado Sacha, fue detenido en la población La Pincoya, en el sector norte de Santiago.
Los apremios a los que fue sometido lo llevó a entregar los nombres de varios otros miembros del comando, iniciándose una seguidilla de aprehensiones y la identificación de casi todos los frentistas que participaron en el atentado.
Ramiro tras las rejas
El atentado fallido generó un quiebre con el PC. Entonces, a mediados de 1987 Ramiro conformó un comando para secuestrar a un militar y pedir rescate por él. El objetivo fue el teniente coronel Carlos Carreño Barrera, gerente de Famae, un oficial con gran prestigio por su eficiencia en la producción de armas.
Entre el 9 de septiembre de 1991 y el 1 de febrero de 1992, bajo su mando también se llevó a cabo la captura y retención -bajo amenaza de muerte- del empresario Cristián Edwards del Río, uno de los hijos de Agustín Edwards Eastman.
A Hernández Norambuena se le atribuye además la autoría intelectual del asesinato del senador Jaime Guzmán, realizado en 1991 en una etapa en la que el Frente se encontraba discutiendo entre dos alternativas: la continuidad de su política militar o el repliegue táctico.
Tras dos años prófugo, el 5 de agosto de 1993 Ramiro fue detenido por la Policía de Investigaciones en una gasolinera de Curanilahue junto a su guardaespaldas, el frentista Agdalín Valenzuela, quien sería ejecutado dos años más tarde por sus propios compañeros, acusado de haberlo entregado.
El comandante Ramiro alcanzó a permanecer tres años en la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago. El 30 de diciembre de 1996 Hernández Norambuena, Ricardo Palma Salamanca, Pablo Muñoz Hoffman y Patricio Ortiz Montenegro sorprendieron al mundo al ser rescatados sujetándose de una canasta de tela arrastrada por un helicóptero que sobrevolaba la prisión a punta de disparos de metralleta.
Tras su fuga, Ramiro tuvo pasos por Cuba, Nicaragua, El Salvador y posteriormente se trasladó a Colombia. Más tarde siguió rumbo a Uruguay, Argentina -donde habría contactado a otros frentistas- y Brasil, estableciéndose definitivamente en la ciudad de São Paulo.
En 2 de febrero de 2002, Mauricio Hernández fue detenido junto a otras seis personas en la localidad de Serra Negra, acusado del secuestro y posterior cautiverio del empresario brasileño Washington Olivetto en 2001. Ese secuestro habría tenido motivaciones políticas para apoyar financieramente a la guerrilla colombiana.
En Brasil, fue condenado a 30 años de prisión (pena máxima). Estuvo recluido en la Penitenciaría Federal de Mossoró, en la Penitenciaría de Seguridad Máxima de Catanduva y en la Penitenciaría de Seguridad Máxima de Avaré.
Eso, hasta que en 2019 se consiguió su extradición a Chile. El comandante Ramiro llegó al país el 20 de agosto de ese año, y el 2 de septiembre el juez Mario Carroza lo condenó a dos penas de 15 años de presidio, menos los 1.256 días que pasó detenido por la condena original en Chile. Por lo que debe cumplir más de 26 años de cárcel.
Esto, dado el tratado de 2012 (Mercosur con Chile y Bolivia) que establece que el extraditando tendrá en el país requirente la pena máxima establecida en el país requerido.
Con excepción de él, que debe permanecer recluido hasta 2046, ninguno de los participantes en la preparación y ejecución del fallido ataque a Pinochet se encuentra cumpliendo pena de cárcel.