A las 14.09 de ayer, el cortejo fúnebre que trasladó los restos de Paolo Fontt Molinare rumbo al Cementerio General partió desde la casa de sus abuelos, ubicada en calle Santa Inés, en Quinta Normal.
Al lugar llegó una gran cantidad de taxistas, rubro en el cual se desempeñaba el joven. Su última jornada laboral fue la madrugada del sábado pasado, ocasión en la que murió de un disparo efectuado por un chofer de Uber, en Santiago Centro. Las causas del incidente son hoy motivo de investigación penal.
El incidente provocó el anuncio de nuevas manifestaciones de los gremios de taxistas, en contra de los planes del gobierno para regularizar la aplicación (ver nota secundaria).
Vida y proyectos
Al salir rumbo al camposanto de Recoleta, los conductores de los vehículos de alquiler comenzaron a tocar sus bocinas. El automóvil que usaba Paolo Fontt iba delante de la carroza fúnebre, con su caja maleta abierta, desde donde se podía escuchar música a alto volumen.
En otro sector, un taxista con una chaquetilla amarilla, con el nombre de "servicios aeropuerto", lanzó fuegos artificiales al cielo, como una manera de homenajear al fallecido conductor.
También hicieron sonar sus bocinas los taxistas de la frecuencia a la que pertenecía Fontt, llamada "Amigos taxistas, taxis unidos", compuesto por 50 conductores, que presta servicios en las comunas de Santiago, Providencia, Las Condes y Vitacura.
Uno de los amigos de Fontt y quien lo conocía desde hace más de dos años, Alejandro Rebolledo (35), dijo que el joven -que en la frecuencia radial usaba el código número 21- "era súper alegre y padre de familia". Agregó que entre sus proyectos inmediatos estaba renovar su vehículo: "Le faltaban seis meses para sacar el crédito y cambiar su auto".
El hombre relató, además, que Fontt manejaba su ve-hículo "en promedio 12 horas diarias en la calle, por esto de Uber, y por eso compartimos más con los colegas que con nuestros familiares".
Una de las instancias que tenía para estar con su hija de seis años era cuando la iba a dejar al colegio, en Vitacura, desde el departamento en donde vivía junto a su señora, en la comuna de Renca.
Por ello, Rebolledo añadió que "él estaba viendo un departamento en Lo Barnechea, algo que le quedara más cerca, para poder trasladar a la hija, porque tenía que llevarla todos los días, ida y vuelta, y aparte de eso tenía que trabajar".