En una declaración de ocho puntos, las confesiones religiosas en Chile dieron a conocer algunas reflexiones acerca de la realidad que vive el país, “con el espíritu de contribuir a la paz, al desarrollo armónico de nuestra convivencia y desde las perspectiva ética que nos corresponde”.
Los 11 firmantes sostienen que hay una gran preocupación al “observar el grave deterioro que se ha producido desde hace algunos años en nuestras relaciones cívicas”, afectando seriamente “la capacidad de buscar soluciones justas y oportunas a las dificultades que enfrentamos”. Añade que hay “un malestar muy generalizado” que recorre las distintas instancias de la vida nacional, “que apreciamos va en aumento. lo que provoca una crispación en los ánimos de las personas y grupos sociales y hacen difícil la comprensión y el diálogo”.
Luego se refiere al “grave problemas de la inseguridad” al que se ha visto enfrentada la ciudadanía, señalando que “es un flagelo de consecuencias impredecibles”. “El desprecio por la vida, el atropello a la propiedad privada y a las leyes se ha convertido en algo habitual”, añade.
“La expansión de la droga y la presencia del crimen organizado, no conocido en Chile, está destruyendo los elementos esenciales de la vida ciudadana y en particular nuestros barrios, familias y nuestra juventud”, agrega.
También se señala que es preocupante “comprobar los innumerables casos de corrupción que han afectado de manera transversal a diversas instancias públicas y privadas, con escándalo de los ciudadanos, por el mal ejemplo y la deshonestidad, precisamente de aquellos que tienen un particular compromiso con el bien común”. Y que es especialmente grave que esos hechos “ocurran con los recursos públicos (...) que están destinados a dar solución a los graves problemas sociales que nos aquejan”.
Los firmantes sostienen que ha quedado de manifiesto “la incapacidad de los actores políticos para llegar a acuerdos sobre teas esenciales, como las pensiones para el justo beneficio de los más necesitados” y que los resultados de los dos procesos constituyentes “son una prueba de nuestros desencuentros”.
Por lo mismo, sostienen que “el país requiere dar un paso decisivo hacia una verdadera política de acuerdo y consensos, hacia un acuerdo nacional”, que de verdad “mire a Chile y se aboque a resolver los graves problemas sociales, económicos y políticos que enfrentamos”.
Las confesiones, finalmente, hacen un llamado “a todos a volver a las sendas del entendimiento y comprensión entre nosotros y trabajar por el progreso”. Y añade: “hacemos este llamado a todos nuestros conciudadanos, a quienes tienen el privilegio y la obligación de legislar, de todos los sectores sin distinción., sin tener por delante otro norte que el amor a Chile, la casa común y la Patria que el Creador nos ha regalado”.
El documento es firmado por Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile; Sergio Abad, arzobispo Ortodoxo de Chile; Hector Francisco Zavala, arzobispo primado de la Iglesia Anglicana en Chile; Emiliano Soto, representante protocolar de las Iglesias Evangélicas ante el Estado de Chile; Hector Cancino, presidente de la Plataforma Evangélica Nacional; Sergio Velozo, obispo presidente de la Unión de Iglesias Pentecostales de Chile; Francisco Javier Rivera, obispo director de la Comisión Legal Evangélica; Eduardo Cid, obispo vicepresidente de la Mesa Ampliada UNE-Chile; Eduardo Waigortin, rabino presidente de la Comunidad Judía de Chile; Samuel Szeinhendler, rabino presidente de la Confraternidad Judeo-Cristiana de Chile; y Fuad Musa, presidente del Centro de Cultura Islámica de Chile.