
Cristián del Campo, sacerdote jesuita: “El Papa fue aprendiendo mucho de la realidad de los abusos dentro de la Iglesia”
El rector jesuita de la Universidad Alberto Hurtado valora el proceso de transformación que vivió Jorge Mario Bergoglio en su rol como pontífice. Asegura que, frente a los casos de abusos que marcaron su papado —incluidos los ocurridos en Chile—, Francisco reconoció errores en su juicio inicial, reformó el derecho canónico y promovió nuevos protocolos para enfrentar la crisis con mayor responsabilidad.
Cristián del Campo, sacerdote jesuita y rector de la Universidad Alberto Hurtado, reflexiona sobre la impronta del Papa Francisco, primer pontífice latinoamericano, sus principales transformaciones y su forma de enfrentar la mayor crisis eclesial contemporánea: los abusos en la Iglesia.
¿Qué reflexiones le surgieron al enterarse de su muerte?
La enfermedad nos tenía como bien alerta y la mayoría de las reflexiones es que, bueno, entre su nombramiento y hoy, han pasado 12 años, un tiempo suficientemente largo para que él lograra impulsar un estilo y procesos que han sido muy positivos para la Iglesia, no sin dificultades, no sin errores, pero en general superimportantes. Entonces también hay un deseo de que ojalá algunos de esos procesos tan importantes que necesitan consolidarse, puedan ser continuados por quien lo suceda.
¿Qué impacto tuvo el Papa Francisco en la Compañía de Jesús y su espiritualidad?
Fue importante para una parte de nuestra espiritualidad, es decir, del modo como nosotros, como congregación y como ignacianos, entendemos el aterrizaje del mensaje de Jesucristo, de su Evangelio, se estaba dando ahora como desde el Vaticano. También temas relacionados con los lugares donde hay mayor marginación a nivel mundial, y una idea muy fundamental de que la misericordia sea como lo primerísimo que aparece como respuesta de la Iglesia, antes que el cumplimiento de unas normas, como una especie de actitud frente al ser humano. Donde lo primero que hace es ofrecer misericordia, comprensión, acogida y con eso nos sentimos muy representados donde haya podido transmitir esto urbi et orbi.
¿Qué tanto influyó su identidad jesuita y latinoamericana en la forma de ejercer el papado?
No sé si es solo jesuita, evidentemente que sintoniza con nosotros, pero tiene que ver con que es una persona que viene de este lado del mundo latinoamericano, con una experiencia de trabajo con comunidades cristianas de base en las villas, en sectores populares, en las parroquias, en las capillas, que le da como una aproximación desde el terreno y eso es muy propio de la Iglesia de acá, de Latinoamérica. Y eso llevado al Vaticano es un modo de ejercer este rol de liderazgo con una perspectiva como de pastor, más que como del que manda.
¿Qué aspectos del papado de Francisco reflejan su formación jesuita?
Hay un deseo de hacer una inculturación del Evangelio, de acercar su mensaje a distintas culturas. También buscó una Iglesia donde el discernimiento fuera clave, más que simplemente bajar órdenes desde arriba. Y mostró preocupación por los temas sociales —como la migración y la exclusión—, una actitud muy en sintonía con su formación jesuita.
¿Coincide con quienes dicen que Francisco cambió entre su etapa como arzobispo y como Papa?
No lo conocí tanto en su tiempo como arzobispo de Buenos Aires. Lo que sí podría decir es que, ya como Papa, mantuvo un interés muy cercano por la gente marginada. La realidad mundial —desde Medio Oriente hasta África y Asia— le dio una visión más amplia, y usó su posición para dar una palabra frente a esos dolores globales. Encontrarse con la realidad de la Iglesia mundial hace que las personas puedan cambiar sus miradas, y eso me parece positivo. Lo que sí sé es que como arzobispo mantuvo un sentido pastoral y de austeridad muy grande, que también llevó a su papado.
¿Qué transformaciones destacaría del pontificado de Francisco, más allá de su sello jesuita?
Creo que uno de los cambios más importantes fue su intento por reformar la curia vaticana y combatir el clericalismo. (...) Abrió puertas a la participación de laicos, hombres y mujeres. El sínodo del año pasado buscó una Iglesia más en comunión, y eso —al venir de un proceso colectivo— tiene un peso y espero que el Papa que venga lo pueda continuar.
¿Cómo evalúa la forma en que el Papa Francisco abordó las investigaciones por abusos en Chile?
A ver, yo no tengo el detalle, porque son muchas. Lo que me da la impresión es que el Papa fue aprendiendo mucho de la realidad de los abusos dentro de la Iglesia. Ciertamente, creo que hubo cosas que él reconoció como errores en su mirada, en su valoración, en su ponderación. Y creo que intentó reparar esos errores, intentó profundizar, reformó una parte del derecho canónico, escribió documentos para los nuevos protocolos. Creo que hizo una parte importante de lo que había que hacer.
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