Crear un fondo solidario que entregue cobertura de sala cuna a los niños entre seis meses y dos años de edad es lo que plantea el proyecto de ley de sala cuna universal, firmado por el gobierno el miércoles pasado. El monto del beneficio asciende a $ 245.000 mensuales, más el costo de la matrícula, y uno de sus principales objetivos es poner fin a la discriminación de que una empresa debe tener al menos 20 mujeres para tener derecho a sala cuna.
Sin embargo, tras la presentación del proyecto, varios académicos e investigadores han apuntado a que un tema clave está quedando fuera del debate. Y son los impactos, tanto positivos como negativos, que puede tener en la formación de los niños menores de dos años el asistir a una sala cuna.
"Estamos haciendo un llamado para incorporar una visión educativa y de calidad en la discusión de sala cuna universal", explicó Joaquín Walker, director de Elige Educar. "La señal de que el proyecto de ley no se haya firmado con una autoridad de educación es una señal fuerte de la falta de visión educativa que hasta ahora se ha visto en la iniciativa".
Entre los expertos existe un consenso de que el proyecto implica una oportunidad en materias de educación parvularia, pues según aseguran, las salas cunas no se tratan solo de guarderías. "La idea de que antes de los tres años las guaguas son solo mamadera y gateo no es así, es la etapa más sensible para el aprendizaje. La ciencia está de acuerdo en mostrar que los primeros mil días de vida es cuando se fundan todas las capacidades y bases para seguir aprendiendo el resto de la vida", explicó Cynthia Alderstein, académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica.
Para la académica, la discusión "se ha concentrado en igualar condiciones entre mujeres y hombres en términos de acceso a sala cuna, así como de las mujeres que están en distintas situaciones laborales, lo que es súper positivo. Pero nadie está discutiendo el derecho a la educación de los menores de dos años. Eso me parece grave. Hay que desplazar un poco el foco".
Los desafíos pendientes
Los académicos concuerdan en que el desafío en esta materia está en la calidad que se entregará en la sala cuna, pues eso puede marcar una gran diferencia. "Una educación parvularia, en este caso de sala cuna, de mala calidad puede tener un impacto negativo en el desarrollo de los niños", aseguró Walker.
Para el experto "hay un desafío enorme de calidad y eso tiene que ir de la mano con el atraer más jóvenes, a través de políticas consistentes, al estudio de carreras de educación parvularia, ya que son ellos los principales mediadores de la calidad en la educación de la más temprana edad".
En ese sentido, un estudio de Elige Educar desarrollado en 2014 proyectó que en 2022 existirá un déficit de 2.700 educadores de párvulos.
Por su parte, Alderstein aseguró que "no se trata de hablar de universalizar una sala cuna cualquiera, se trata de universalizar un espacio donde hay cuidado afectuoso, donde se intencionan ciertos aprendizajes y se protegen esas oportunidades de desarrollo".
El psicólogo Benjamín Reyes, docente de la Escuela de Psicología de la U. de los Andes, explicó que el proyecto es positivo, porque "los menores de dos años requieren en su necesidad básica ser cuidados por alguien de forma segura y estable, esta ley es interesante, porque busca asegurar eso". El psicólogo explicó que cuando los padres dejan el cuidado del bebé en manos de terceros, como "amistades, vecinos o abuelos, resulta en algo inestable, porque se depende de los favores de otro, y cuando ese tercero no puede cuidarlo o falla por algún motivo, se genera un estrés en los papás, lo que, a la vez, repercute en la estabilidad del niño".
Para el experto, la ley "le pone al gobierno un tremendo desafío. El menor de dos años necesita establecer vínculos de apego y establecer relaciones estables y seguras con alguna persona, esto requiere que el cuidador tenga una serie de habilidades, tanto de conocimiento, emocionales y afectivas. El desafío es lograr que las salas cuna tengan esas condiciones".