Patricia Muñoz asumió en julio pasado como la primera defensora de la Niñez. Desde el primer día, incluso antes de tomar formalmente su cargo, no solo ha estado pendiente del Servicio Nacional de Menores y sus carencias para con los niños, niñas y adolescentes, sino que también se ha mantenido en alerta respecto de los casos de abusos sexuales al interior de la Iglesia Católica, en especial aquellos que se pudieran cometer contra menores de edad.
De hecho, se reunió con su anterior jefe, el fiscal nacional Jorge Abbott, para analizar el trabajo realizado por el Ministerio Público en torno a esta materia. En un principio pensó, incluso, en querellarse en aquellos casos en que se involucre a menores de edad, idea que desestimó tras considerar el "buen trabajo" que las fiscalías han realizado en la materia.
Muñoz revisó el documento titulado "Orientaciones que fomentan el buen trato y la sana convivencia pastoral", que la Arquidiócesis de Santiago publicó en su sitió web, para prevenir los abusos sexuales. Tras leerlo solo se atrevió a decir "estoy en estado de shock".
¿Por qué, no es suficiente este manual?
Es que, en general, uno, al partir leyéndolo, ve que este escrito va en el sentido correcto; sin embargo, al llegar al punto tres, allí se ven claramente delitos.
¿Las conductas que allí se especifican son penadas por la ley?
Aquí se ve la dicotomía del documento, pues al titularse como "muestras de afecto", uno se da cuenta que hay una falta de comprensión brutal de los límites que debe tener un guía pastoral respecto de niños, niñas y adolescentes.
¿A qué obedece a su juicio?
Es complejo, porque da la impresión de que la Iglesia no comprende la gravedad de lo ocurrido. Aquí estamos hablando de delitos. Cuando dice que no se deben dar palmadas en los glúteos o tocar el área genital de un niño... eso es un delito, igual que darles besos en la boca. En la intención es positivo, pero veo una confusión.