El 12 de abril de 2022, el Tribunal de Besanzón condenó a 28 años de cárcel a Nicolás Zepeda por el crimen de su expareja, la joven japonesa Narumi Kurosaki, en un hecho que habría ocurrido los primeros días de diciembre de 2016. Además, se le condenó a pagar cerca de 175 millones de pesos en indemnizaciones para la familia de la joven japonesa y para el exnovio Arthur Del Piccolo por daño moral.
Un día después, la defensa del chileno de 33 años en ese entonces, Jacqueline Laffont, presentó un recurso para apelar del fallo y que se realizara un nuevo juicio. El inicio del nuevo juicio se vio aplazado por varias renuncias de abogados de Zepeda.
Tras ese derrotero, el 4 de diciembre partieron las audiencias, donde Zepeda esperaba cambiar el rumbo que tomó el juicio anterior. Tal como la primera vez, rechazó ser el autor del crimen y negó saber dónde estaba la joven.
“A veces me equivoco, estoy lejos de ser una persona perfecta. Yo también quiero saber. Quiero saber. Yo no la maté, yo no lo hice”, dijo el 7 de abril de 2022 en Besanzón, esa vez requiriendo la ayuda de un traductor al francés.
Su versión este año fue prácticamente la misma, aunque ahora hablando francés. “Señor Presidente, niego con todas mis fuerzas los hechos que se me imputan. Son acusaciones horribles formuladas contra mí, que se suman a la desaparición de Narumi. Ha sido una auténtica pesadilla, llevo a Narumi en mis pensamientos. Pienso en el enorme dolor de su familia. Yo no maté a Narumi. Espero que este juicio nos acerque a lo que realmente pasó”.
De hecho, prestar declaración en ese idioma era para la defensa una herramienta para “ganar fluidez y capacidad de respuesta”. Sin embargo, a medida avanzaron las declaraciones de los hechos, Zepeda fue modificando en algunos puntos su versión inicial.
Nuevas versiones, los mismos hechos
Zepeda y Narumi comenzaron su relación en febrero de 2015. Se conocieron en un viaje del chileno a Japón, específicamente a continuar sus estudios en la Universidad de Tsukuba. Durante la relación, la japonesa incluso viajó a Chile a conocer a la familia de Zepeda. La relación se acabó el 6 de octubre de 2016, poco tiempo después de que la japonesa llegara a Francia por motivos de estudios. Allí conoció a su nueva pareja, Arthur del Piccolo.
Zepeda, quien estudió Ciencias Administrativas en la Universidad de Chile, viajó a Francia a fines de noviembre de 2016. En el primer juicio dijo haber ido para buscar una universidad donde continuar sus estudios. Sin embargo, este año reconoció haber ido con la finalidad de reunirse con Narumi, con quien, dijo, continuaba la comunicación. Fue su primer reconocimiento de una mentira.
“Me daba un poco de vergüenza querer volver a intentarlo. Tenía miedo de que alguien inventara en mi contra una historia que no era cierta. He mentido. Veo que hubiera sido más fácil decir la verdad. Hoy ya no tengo miedo. Te diré si alguna vez mentí”, dijo sobre ese punto.
No fue el único cambio de versión. Varios testigos señalaron en el primer juicio haber visto a Zepeda “merodeando” las inmediaciones de la residencia estudiantil de Besanzón. En la primera instancia Zepeda se mantuvo firme en negar haber sido él la persona que divisaron. Sin embargo, ahora reconoció haberse topado con una estudiante identificada como Rachel. “Solo años después lo recordé. En primera instancia mentí, porque me sentía acorralado”.
Eso sí, negó constantemente ser la persona que fue vista merodeando el campus universitario y que quedó registrada en las cámaras de seguridad. Dijo “no reconocerse” en las imágenes que le exhibieron en el tribunal.
Zepeda afirmó que cuando se encontró con su expareja fueron a cenar y luego a su apartamento. En ese lugar, dijo en ambos juicios, tuvieron relaciones sexuales. Entregó un relato donde señaló que se mantuvieron al interior de la habitación desde la noche del 4 de diciembre hasta el 6 de ese mes, cuando se fue. Pero el lunes, cuando fue interrogado por el tribunal, el juez le hizo ver una contradicción en sus dichos. En su primera declaración a Interpol dijo que se había ido el 5 de diciembre de esa habitación.
“No pensé que me iban a culpar por perderme cosas... Estaba tratando de sacar a relucir las cosas, pero lo siento si esto es incorrecto. En Interpol nunca imaginé que me acusarían de eso. No consideré imprescindible ser preciso”, se defendió.
En el punto donde se mantuvo firme, cuestionado por la fiscalía, fue en las compras que realizó previo a su reunión: fósforos, un bidón con líquido inflamable y detergente. En ambos casos dijo que el bidón era para, luego de vaciarlo, llenarlo con bencina y no quedar sin combustible a medio camino de suelo galo. Nunca, eso sí, entregó una respuesta que convenciera a la fiscalía sobre los fósforos: dijo que los compró: “No vi ningún daño, me dije que de todos modos sería útil. Voy a la iglesia así que compro esto para las velas. No fumo así que... En realidad, no pienso en mí cuando compro esto. Me digo que podría servir para algo cuando regrese a Chile”.
Sobre el detergente, aseguró que fue para “entregar limpio el auto arrendado”.
El “testigo clave” que no fue
A comienzos de este año apareció en escena un sujeto calificado como “testigo clave”. Said Neremi, un albañil francés, dijo haber visto a la joven el 11 de diciembre de 2016, seis días después de su desaparición, en un restaurante de Besanzón, Francia. Según relató inicialmente en medios de comunicación, ese día ella estaba junto a un soldado, lloraba y repetía que no se podía quedar en ese lugar.
La irrupción de este sujeto era considerada “clave” por el entorno de Zepeda. De hecho, el padre del acusado, al inicio del segundo juicio mencionó la importancia de escuchar su versión.
Neremi pasó al estrado y entregó su versión, pero quedó totalmente desacreditada: se estableció en el juicio que la joven a quien vio ese día no era Narumi, sino una mujer tailandesa. Incluso los abogados de Zepeda terminaron criticando duramente la declaración de Neremi en pleno juicio. Sylvain Cormier le espetó: “¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? Pareces muy satisfecho contigo mismo. ¿Pero sabes de qué estamos hablando?”.
Por su parte, el otro abogado del chileno, Renaud Portejoie, criticó directo a Neremi: “¡Estás lastimando a todos! Ahora escúchame: sería bueno guardar silencio. Aquí y fuera”. Con todo, el fiscal Etienne Manteaux le enrostró al sujeto sus cinco condenas por violencia intrafamiliar, tráfico de drogas y conducción sin permiso.
Independiente del bochorno, el sujeto salió de tribunales y continuó esbozando su versión ante los medios de prensa que quisieron recoger sus palabras.