Las regiones de Aysén y Los Ríos vivirán hoy una prueba de fuego, cuando comience el desconfinamiento gradual anunciado por el gobierno, que permitirá acceder a restaurantes, cines y la práctica deportiva, pero aún bajo ciertas restricciones. En el ambiente sureño sin duda que hay expectación, pero también reticencia. La decisión fue sorpresiva y una parte importante de los recintos optó por no abrir, apelando a factores económicos.

En un mercado de Coyhaique, por ejemplo, los locatarios estaban ayer poniendo conos y cintas, para que ningún cliente se acerque a más de un metro del vendedor.

En el caso del rubro gastronómico, el protocolo establece medidas como la toma de temperatura a los clientes, informar el aforo, distanciamiento de un metro entre las sillas, lavado de manos, uso de alcohol gel y un registro de los datos de los comensales para establecer una trazabilidad en el caso de que se presente un caso de Covid-19, además de sanitizaciones y desinfecciones diarias.

“Nos hubiese gustado que esto hubiera venido con apoyo económico, porque estamos muy ahogados. Necesitamos aperarnos de algunas cosas para aplicar los protocolos y muchos estamos con la caja quebrada”, señaló Patricia García, dueña del Café Express de Coyhaique y representante de la agrupación de gastronómicos de la zona.

Relata que, en su caso, antes de la pandemia trabajaban ocho personas y debió finiquitar a tres: “Y si tuviéramos que abrir, necesitaríamos a solo dos o tres personas, porque trabajar con un 25% de público no sirve para financiar a nadie”.

El alcalde de Coyhaique, Alejandro Huala (PS), no tomó bien la decisión y fustiga la “soberbia centralista” de las autoridades. “Fue sorpresivo y molesto, no nos dijeron absolutamente nada”, opinó, en alusión a la autorización de caminata para la tercera edad.

“En los últimos días hemos tenido entre -5 y -8 grados, hay nieve en la calle y contaminación crítica. Obviamente, los abuelitos se van a quedar en la casa, eso prueba el poco conocimiento que hay de la zona”, dijo la autoridad comunal.

También se declaró sorprendido por otras disposiciones. “Nos enteramos ayer (sábado) de que las 10 personas que pueden practicar deportes en recintos cerrados tienen que estar a cinco metros de distancia; y que las 50 que pueden hacerlo en lugares abiertos tienen que estar a 10 metros. Acá, con nieve, solo se practica vóleibol, básquetbol y baby fútbol. Para qué anuncian medidas impracticables”.

En Valdivia la situación no es tan distinta. “También nos hubiera gustado que esto viniera con un apoyo económico a los locales”, comentó el alcalde Omar Sabat (ind).

Al jefe comunal le preocupa la respuesta de la ciudadanía: “Vamos a estar muy atentos, esto tiene que ser con una estricta fiscalización. Puede que la gente se relaje. Seremos los primeros en dar la alerta si se disparan los contagios. Como alcalde, no quiero más muertes y hemos hecho tremendos esfuerzos para contener el virus”.

Al igual que en Aysén, no había muchos lugares convencidos de abrir. Uno de los que sí lo hará es la tradicional cervecería Kunstmann, que sumó medidas adicionales a las indicadas por la autoridad sanitaria. Funcionará con un aforo de 68 personas. La atención se realizará con una reserva previa, los estacionamientos se dividieron para clientes de delivery y presenciales. Y cada visitante deberá pasar por un proceso de desinfección mediante pediluvios sanitarios y lavado de manos obligatorio afuera del local.

A lo anterior se suma la sanitización completa del restaurante; desinfección de los alimentos entregados por proveedores, y la instalación de dispositivos de inyección y extracción de aire. También dispensadores de papel para manipulación de puertas en baño. Y solamente atenderá un garzón por cada uno de los cuatro salones del local.

“Nos venimos preparando hace varias semanas y hemos implementado todas las medidas y otras adicionales para garantizarles la tranquilidad a nuestros clientes y colaboradores”, afirmó Cristóbal Kunstmann, gerente general de la cervecera.