En noviembre del 2022, el gobierno del Presidente Gabriel Boric lanzó una plataforma para identificar a las personas que realicen labores de cuidados, en el marco del proyecto de ley que crea el Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados. Desde esa fecha hasta la actualidad, 114.228 cuidadores se han registrado.
De ese total, 87% son mujeres, según datos entregados por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. Es en ese contexto que la titular de la cartera, Antonia Orellana, presentó este jueves el primer estudio sobre experiencias de mujeres que realizan trabajo de cuidados no remunerado a personas con discapacidad o dependencia severa (PcDDS).
La encuesta -cuyo trabajo de campo se desarrolló entre enero y febrero de 2024- contó la participación de 24 mujeres, a quienes se les entrevistó para comprender sus perspectivas entorno a esta responsabilidad y la incidencia de este trabajo en su autonomía económica y expectativas de vida futura.
En cuanto a la salud mental y física de las cuidadoras, la investigación muestra que el trabajo de cuidado afecta significativamente a las personas que lo ejercen: el 70,8% declara tener problemas de salud mental (angustia, depresión, frustración, inestabilidad, desgano, dolor, ideación suicida, crisis de pánico, cansancio crónico); y el 33,3% manifiesta estar aquejada por problemas de salud física (hernia, bajo peso extremo, enfermedad autoinmune –lupus, y miositis, túnel carpiano, problemas manguito rotador, lesión extremidades inferiores).
En ambos casos, la cantidad de mujeres con estos problemas creció exponencialmente respecto a la situación que tenían antes de iniciar cuidados a PcDDS, de acuerdo a la percepción de las propias cuidadoras. Asimismo, algunas mujeres refieren haber asumido dicha tarea estando con una condición de salud mental muy compleja, empeorando su condición en el tiempo.
Solo 3 horas diarias dedicadas a actividades de índole personal
Las conclusiones de la investigación subrayan cómo el rol del cuidado afecta las rutinas diarias y la distribución del tiempo en las mujeres que lo desempeñan. Así, las entrevistadas dicen dedicar 11,3 horas diarias a estas labores, contrastando con las 1,8 horas que sus familiares destinan a este trabajo en la semana.
En tanto, el fin de semana ese número asciende apenas a las 2,5 horas, evidenciando -según el MinMujer- la “falta de relevo y la ausencia de corresponsabilidad en los cuidados”.
Además, la sobrecarga de trabajo de las cuidadoras afecta al tiempo libre, al ocio e incluso limita actividades básicas de cuidado personal: mientras que las mujeres en general dedican 5,9 horas diarias a aficiones, deportes y vida social -de acuerdo a la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)-, las cuidadoras afirman que pueden asignar solo 3,2 horas a estas acciones, incluyendo a aquellas relacionadas con su cuidado personal, como ducharse, comer o preparar medicación personal, por ejemplo.
Mujeres empiezan a cuidar incluso desde los 10 años
Las mujeres que participaron de la encuesta han cuidado de personas con discapacidad severa, en promedio, por 10,2 años. Entre ellas, hay un número significativo que comenzó a cuidar desde la infancia (a partir de los 10 años aproximadamente) a sus hermanos, a sus abuelos e incluso a sus padres.
En algunos casos, las entrevistadas se han hecho cargo también de hermanas, hijos, nietos y esposos, desarrollando una trayectoria de vida exclusivamente abocada al cuidado de otras personas, impidiendo el desarrollo de una vida personal diferenciada.
Según el reporte del Ministerio de Mujer, el trabajo de cuidados asumido en edades tempranas “afecta la continuidad de estudios técnico-superiores y con ello las posibilidades de empleabilidad futura en condiciones laborales que permitan una buena calidad de vida”. Asimismo, largos períodos fuera del mundo laboral implicarían “pérdida de competencias y de trayectorias demostrables para reinsertarse”.
“Uno de los aspectos más dolorosos que evidencia este estudio es ver cómo quienes iniciaron sus trayectorias de cuidado a edades tan tempranas como los 10 años, no tienen proyectos de vida propios, no han tenido ni la posibilidad de soñar con un proyecto de vida propio. En ese sentido, este estudio es muy importante porque nos permite identificar dónde están los vacíos y direccionar la política pública para llenarlos y mirar no solo el periodo del cuidado, sino también mirar qué es lo que pasa cuando se deja de cuidar, si no hubo posibilidad de tener un proyecto, cómo se recupera esa posibilidad”, expresó la ministra Orellana sobre este punto.