Deserción universitaria mantiene cifras elevadas y salud mental asoma con fuerza como una de sus causas
Sondeo realizado por La Tercera revela que al menos 7.000 estudiantes de 15 instituciones de educación superior han congelado sus estudios o se han retirado definitivamente. Por ejemplo, este año, la Universidad de Santiago (Usach) ha recibido 855 solicitudes de suspensión de estudios y 427 renuncias, totalizando 1.282, lo que representa un 5,3% de la matrícula total.
A mediados de 2020, cuando la crisis sanitaria ya estaba en curso, la inseguridad se apoderaba de las personas y la pandemia comenzaba a afectar negativamente la economía, una de las áreas donde se pudo ver efectos de esto fue la educación superior, por los costos de las carreras y la incertidumbre académica que suponía la educación telemática.
De esta manera, la deserción universitaria se tradujo en miles de alumnos retirándose o congelando sus estudios, esgrimiendo -principalmente- motivos económicos.
Hoy, con la pandemia más contenida, la situación todavía no se revierte, con casas de estudio mejorando sus índices de deserción y otras empeorándolos. Pero también con señales de que la salud ha comenzado a ser factor -incluso más que lo económico- entre los estudiantes que han renunciado o postergado sus estudios.
Así, por ejemplo, desde la Universidad de Santiago (Usach) exponen que este año han recibido 855 solicitudes de suspensión de estudios y 427 renuncias, totalizando 1.282, lo que representa un 5,3% de la matrícula total. En el caso de esta institución, el principal motivo de solicitud es por salud mental o causales psicológicas, con un 21,5%, aunque asciende al 27,3% si se suman otras razones de salud. Al factor le sigue el retracto vocacional, con el 19,3%.
“La tasa de deserción para los programas regulares de pregrado antes del estallido social (primer semestre de 2019), fue del 3,97%, bajando 0,14 respecto del segundo semestre de 2018. No obstante, durante el segundo semestre de 2019 aumenta la deserción en 0,55, finalizando aquel año en un 4,52%”, comparan desde la Dirección de Pregrado de la Vicerrectoría Académica, donde agregan que “en los siguientes tres semestres, ante medidas estratégicas internas (como dar semanas adicionales de receso para intentar mitigar los efectos en la salud mental de sus estudiantes) se observa una clara tendencia a la baja”, dicen.
En efecto, el segundo semestre de 2021 finalizó con un 3,95% de deserción. Eso sí, también señalan desde la Usach que hoy, finalizado el primer semestre, “se observa dentro de los últimos últimos nueve semestres un histórico de tasa promedio de deserción del 4,6%”.
En la Universidad de O’Higgins (UOH), en tanto, llevan 225 solicitudes, las que corresponden a un 4,46% de la matrícula. Dentro de estas postergaciones, el 24,8% son por motivos de salud, el 22%, académicos, el 18,6% por temas vocacionales, el 15,11% por motivos familiares y el 11,11% por razones socioeconómicas. Además, hay 79 estudiantes que renunciaron (1,57% de la matrícula), siendo los tres principales motivos los vocacionales, académicos y socioeconómicos.
“Estamos volviendo a las cifras de deserción que existían en la institución previo al escenario impuesto por la pandemia”, dice Gianfranco Liberona, director de Gestión Académica de la UOH. Y agrega: “En la situación de pandemia existían más casos de renuncias y menos de postergaciones, por lo que volver a los datos previos a esta misma parece ser lo natural. En este preciso instante se nota menos impacto del Covid-19 en los motivos por los cuales renuncian y postergan nuestros estudiantes”.
Por su parte, en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, a julio 62 estudiantes habían congelado sus estudios, los que, según explican, en su mayoría tienen que ver con motivos económicos, seguidos de razones de salud mental derivadas del periodo de la pandemia. “Según testimonios, se expresa en dificultades para rendir académicamente, ansiedad, falta de energía y herramientas para enfrentar los estudios, pese al apoyo que entrega la universidad”.
Los otras razones
Asimismo, en la Universidad del Bío Bío señalan que hasta fines de julio la cifra asciende a 541 estudiantes considerando renuncia definitiva (101), suspensión de estudios (111) y retiro temporal (329). En estos tres casos, los motivos principales son socioeconómicos, con el 29,3% del total, luego vocacionales (22,7%), y que académicos y de salud siguen con 19,5%.
En la Universidad Católica las suspensiones y anulaciones el primer semestre de este año alcanzaron un 1,7 % de la matrícula (425 estudiantes), mismo porcentaje que en el primer semestre de 2021. Aquí, aseguran, las principales razones fueron problemas de tipo vocacional, de salud, económicos y familiares. ¿Y en la U. de Chile? Un ejemplo: el cohorte 2021 (ingresan ese año y desertan en 2022) desertó en un 9,4%, más alto que los 7,66% del chorte 2020, pero más bajo que los 11,44% del cohorte 2019. “Quienes están pasando por dificultades importantes de salud mental más bien postergan sus estudios y en ese caso, son acompañadas y acompañados por la universidad en su reingreso a través del Programa de Consejería y Orientación Estudiantil”, explica Leonor Armanet, directora del Departamento de Pregrado, quien añade que, en todo caso y producto de la pandemia, “vimos un alza en la retención en todo el sistema universitario por sobre la tendencia de los últimos años”. Esto, entienden, es porque “muchos estudiantes, ante la incertidumbre existente en 2020, prefirieron mantenerse en sus carreras originales en lugar de postular a otra“.
Mientras, en la Universidad de Los Lagos, 448 estudiantes pausaron o desertaron sus estudios este año. Esto es un 4,7% de los 9.491 matriculados en sus cuatro sedes, siendo los ‘motivos personales’ los más comunes (36%), seguidos de salud (28%).
“Las cifras han bajado bastante respecto a lo que tuvimos, sobre todo, en 2020 (10% de la matrícula) y 2021. La situación en 2022 ya tiende un poco más a la normalidad y hoy son problemas de salud y personales, en su mayoría financieros, los que motivan estas deserciones”, dice Cecilia Planas, directora de la Secretaría de Estudios y Gestión Curricular, quien agrega que ve “hartos chicos que tienen que trabajar para ayudar a su familia que han quedado en situación bastante desmejorada respecto de antes”.
Desde la Universidad de La Frontera informan que son 106 los estudiantes que postergaron sus estudios, 101 los que renunciaron a sus carreras y 253 los que se retiraron temporalmente de los estudios, totalizando 460. Eso sí, no tienen los motivos de estas deserciones, pero sí la comparativa con años anteriores y los retiros o pausas han crecido: si en 2019 fueron 390 estas salidas voluntarias, en 2022 la cifra llegó a las 460.
De igual manera, en la Universidad Finis Terrae (UFT), al término del primer semestre de 2022 presentó 136 retiros y 338 suspensiones de estudios, lo que representa una disminución de un 19% y un incremento de un 58%, respectivamente, en comparación con igual período del año pasado.
Juan Eduardo Vargas, exsubsecretario de Educación Superior y hoy vicerrector académico de la casa de estudios, señala que a pesar de los esfuerzos que hacen para que no haya deserciones, “existen razones vocacionales, económicas, médicas y personales, entre otras, por las que los estudiantes deciden suspender sus estudios”. Por lo mismo, suma, la UFT tiene servicios que atenúan estas consecuencias y desde el punto de vista del apoyo económico, la universidad se encuentra adscrita a gratuidad “y ofrece numerosas becas a sus estudiantes”.
En tanto, desde la Universidad de los Andes señalan que los alumnos retirados y/o suspendidos corresponden al 2% del total de los 8.681 estudiantes vigentes, es decir, 173. Las principales razones, agregan, corresponden a motivos personales, vocacionales y de cambio de universidad.
La situación en regiones
En regiones también. En la Universidad de Concepción, hasta fines de julio un 3,21% de sus casi 24 mil alumnos habían pedido suspensión de estudios y un 0,94% había renunciado a su carrera. Estos valores, señalan desde la UdeC, son muy similares al comportamiento histórico de la institución. “Dentro de las principales razones para la toma de estas decisiones se encuentran los motivos de salud, situaciones laborales y aspectos relacionados con la vocación profesional”, asegura Carolyn Fernández, directora de Docencia.
En la Universidad Católica de Valparaíso ocurre que los retiros totales ascienden al 4,6% de los 16.947 que componen la matrícula. Claudia Mejías, vicerrectora académica, ahonda que este porcentaje es algo que ya habían visto anteriormente. “El 2021 la cifra fue menor -2,8% de retiros totales- pero es muy similar a la que se registró en 2020 (4,6%), cuando nos encontrábamos en la etapa más álgida de la pandemia, y similar a la registrada en 2018 y 2019″, asegura.
Desde la Universidad Católica de la Santísima Concepción aseguran que no han tenido variaciones “significativas” en relación al año pasado: se tienen 375 renuncias con cambio de institución y vocacionales como motivos principales, y se suman 517 suspensiones, con salud y fuerza mayor socioeconómica como argumento.
Otra Católica, la del Norte, donde tienen una matrícula de 10.340 alumnos de pregrado distribuidos entre Antofagasta y Coquimbo, registra 204 renuncias, 109 retiros temporales y 257 anulaciones de periodos académicos.
Desde la Universidad Técnica Federico Santa María comentan que, según cifras preliminares, los retiros temporales han aumentado en un 20,2% respecto del primer semestre del año anterior, sin embargo, los retiros definitivos han disminuido un 9,1% respecto de igual período en 2021.
Con todo, desde la Subsecretaría de Educación Superior analizan que el sistema educacional chileno todavía está viviendo las consecuencias de la pandemia, “entre ellas, el deterioro de la salud mental”. Es por eso, dicen, “que uno de los principales esfuerzos del Mineduc este año ha sido entregar orientaciones para mejorar las condiciones en que se realizan los procesos educativos”.
Por ejemplo, dicha Subsecretaría mantiene una mesa de trabajo con el Minsal para analizar la situación de la salud mental de de estudiantes universitarios y técnico-profesionales y el tema ha sido analizado también en la mesa de trabajo que se mantiene con la Confech.
“Como Mineduc continuaremos preocupados de la situación de salud mental de las y los estudiantes en todos los niveles educativos, tema que ha sido visibilizado en los últimos años y que este gobierno quiere abordar de forma integral”, cierra.
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