A los trabajadores de la salud del instituto oncológico de la Fundación Arturo López Pérez (FALP), la pandemia les cambió todo. Pasaron de ser un centro especializado a tener que recibir pacientes graves con Covid-19 que eran derivados por el Ministerio de Salud (Minsal) desde los hospitales. Ese cambio provocó que transformaran su Unidad de Paciente Crítico (UPC), la cual previo al coronavirus tenía seis camas intensivas y diez intermedias. La emergencia desatada por el virus Sars-Cov-2 provocó que FALP aumentara sus cupos críticos y tuviera una UPC con 16 camas intensivas.

A los trabajadores de este centro asistencial les pudo haber cambiado muchas cosas. Los horarios, el estrés, la angustia, los pacientes, la carga laboral y la forma de trabajo, pero hubo un elemento que no se modificó. En FALP lo resumen así: la voluntad de tener una UCI con H, es decir, humanizada.

Eso lo vienen haciendo hace al menos dos años y la presión de atender a los pacientes que les llegaban con Covid-19 no sepultó ese esfuerzo, sino que lo reforzó, sumándose así a los diversos centros que han buscado la mejor manera para abordar esta pandemia. “Lo que nos empezó a pasar fue que los pacientes que nos derivaban, que venían del sistema público, llegaban solos y muchos de ellos sin contacto telefónico. Sin ningún familiar a quien llamar. Fue ahí cuando pensamos que ese era el momento de hacer todo lo posible para tener una cercanía con ellos, que supieran que los recibieron personas, que fueron tratados como seres humanos”, dice la enfermera jefa de la UPC, Irene Fuentes.

Así fue como se les ocurrió la idea de hacer diarios de UCI. No fue nada muy sofisticado. Le pidieron ayuda a las secretarias de FALP y con un par de hojas armaron para cada paciente su propio diario. En él, los médicos, enfermeros y todos los que trabajan en la UCI libremente van escribiendo lo que sienten. Los mensajes son varios, pero todos apuntan a dejar un registro de los procedimientos aplicados, de lo que sienten sus cuidadores y sus buenos deseos. “Estuvimos todo el turno de noche cuidándote. Estoy muy preocupada por ti, pero sé que vas a salir adelante. Hoy día te llamó tu familia y te mandó cariños”, es un ejemplo de uno de los escritos que hay en los diarios.

“Imagina que llegaste a una Urgencia de un hospital a inicios de mes y de repente te despiertas un mes después en otro lugar. No conoces a nadie, no entiendes qué pasó. Bueno, esto sirve para que puedan reconstruir su estadía y su recuperación no sea tan estresante. En general les anotamos hitos de su hospitalización o simplemente un mensaje de ánimo”, dice Fuentes.

El jefe de la UPC, Cristián Pérez, relata que estos diarios se han convertido en un elemento más dentro de todas las máquinas y tecnología que hay en la UCI. Y uno bien importante. “Queremos que los pacientes sepan que hubo gente que se interesó por ellos, que no los vio solo como pacientes, sino que como seres humanos, y que le expresó de alguna forma su cariño y afecto para así tratar de mejorar la atención, que no solo se centra en la parte fisiopatológica, sino también en la parte emocional”, plantea Pérez.

Y el trabajo de FALP no solo se queda en eso. Ante la prohibición de las visitas de los familiares, los funcionarios crearon un correo electrónico o incluso ponen a disposición sus mails personales para que los familiares puedan ir mandando mensajes, audios, fotos o videos. Todo ese material lo imprimen y los van pegando en los diarios. Además, los mensajes se leen a los pacientes en voz alta todas las mañanas. No importa que los pacientes estén sedados. Eso, dicen, no es ningún obstáculo. “Hay algo en uno que siempre va a escuchar, que lo va a percibir”, dice Fuentes.

Esa convicción la tienen hace tiempo y una señal de eso son las sesiones de musicoterapia que realizan con los pacientes. El trabajo, que en un inicio se originó en la unidad de cuidados paliativos, hoy también la está haciendo con los pacientes Covid-19. “Están muy solos, no tienen comunicación con sus familias y nosotros somos el único nexo que tienen para establecer algún tipo de relación. Ellos nos ven llenos de cosas, con escudos faciales, antiparras, entonces queremos que nuestra atención no sea despersonalizada. Queremos que vean un rostro y llenar los espacios vacíos que se producen en estas hospitalizaciones que están siendo muy largas”, explica la enfermera supervisora Makarena Romero.

Para eso utilizan pendrives con música, separada por carpetas, que preparó la musicoterapeuta de FALP. Esas carpetas las elabora según el estado que se quiera influenciar, como por ejemplo, estimulación, relajación, activación, entre otros.

Ahora último han estado usando tablets en las cuales ponen las listas de música que preparó la especialista y, para los que están despiertos, les preparan video llamadas con sus familiares. “Los pacientes que han vivido esto y hemos podido dar de alta se han ido súper contentos y agradecidos. El ambiente de una UCI puede ser muy hostil, a uno le da miedo, desconoce todo, por lo que creo que de verdad, con tanta tragedia causada por este virus, gestos así pueden hacer la diferencia”, dice Romero.