El médico Luis Osvaldo Carrasco cuenta que al inicio de la pandemia, el exsubsecretario de Redes Asistenciales Arturo Zúñiga nombró al Hospital de Urgencia Asistencia Pública -que él dirige- como el “corazón de la batalla contra el coronavirus”. Y al recorrer los pisos de la ex Posta Central junto a él hace unos días, ese apelativo se percibe. Se aprecia el movimiento de las trabajadoras y y trabajadores y cierta tensión en los pasillos.
“Pase, no tenga miedo, aquí está más seguro que en ninguna otra parte”, dice Carrasco, al llegar a una de las Unidades de Cuidados Intensivos, donde es inevitable no sentir temor al contagio, o imaginarse la posibilidad de estar conectado a un respirador mecánico, como las decenas de pacientes que se aprecian a través de los cristales de los bóxers.
“Mire, en esta sala el personal se cambia de ropa”, comenta el director, abriendo la puerta una especie de camarín como el de un estadio, pero más pequeño, donde está el equipamiento (zapatos, delantales, guantes, mascarillas celestes…) ordenado en cada espacio.
Ya en su oficina, desde donde se cuela por las ventanas el ruido del helicóptero aterrizando con algún enfermo, el médico recuerda la llegada del virus en marzo-abril. “Estábamos frente a una enfermedad desconocida que no sabíamos cómo abordarla y, por cierto, expuestos a las consecuencias de ello. Por ejemplo, en el primer mes evitábamos que el paciente entrara a ventilación mecánica, porque este era un signo de gravedad; pero nos fuimos dando cuenta de que eso era un error y empezamos a ventilar precozmente a nuestros pacientes. Mandábamos las imágenes de los pulmones a China y en segundos nos decían: ‘Positividad de Covid 90%’. Esto, cuando el PCR aquí no tenía actividad. Así nos adelantábamos 10 días a la enfermedad (...) Yo nunca había visto pulmones tan dañados... Algunos casos partían como una neumonía típica, pero luego venía una repentina inflamación en ambos pulmones -con trombosis- y luego un velamiento total, donde el pulmón, que es un órgano transparente, se ponía opaco, como un vidrio polarizado”.
El director cuenta que entre marzo y octubre tuvieron 5.630 egresos hospitalarios con enfermedades respiratorias. De esta cifra, 1.497 habían sido hospitalizados por Covid, y de ellos fallecieron 280.
¿Hubo miedo a no poder recibir a más pacientes?
Estuvimos a tope, pero nunca sentimos que colapsaría el sistema. Fue todo paulatino: Pasamos de 180 atenciones diarias a más de 500; de 16 camas críticas, a 250, convirtiéndose en la mayor UPC del país. Hoy tenemos 100. Llegamos a tener 194 pacientes graves ventilados con diferentes mecanismos. En el peak recibíamos entre 6 a 10 pacientes graves de Punta Arenas, del norte... Incluso hay mucha gente que en vez de ir a una clínica, vienen para acá porque saben que hay una atención mejor y menos onerosa”.
Carrasco confiesa que muchas muertes por coronavirus fueron muy dolorosas. “Como médico estás acostumbrado a ver morir pacientes terminales, con cáncer, añosos... pero ver morir a un paciente de 20, 23, 24 años que al llegar está conversando con usted y sólo le falta un poquito el aire, y dos horas más cae en una insuficiencia respiratoria y hay que intubarlo; y en cuatro horas más esa persona fallece, es una situación que es impresionante y que al principio nos impactó mucho. No importa que eso impacte a un médico viejo como yo, pero a un médico joven, una enfermera joven, a un tens que tiene la misma edad, les que crea una situación de preocupación, por decir lo menos”.
¿Ha sentido miedo? ¿Ha visto miedo en sus colegas?
Claro que sentí -y siento miedo- de contagiarme, es una cosa inherente. Hoy usamos todas las protecciones necesarias y en el hospital todos nos sentimos muy seguros. Yo tengo más de 2.500 funcionarios y sólo 490 se han contagiado, de esos 490 la mayoría fueron tens con un promedio entre 19 y 30 años. Lamentablemente falleció uno de ellos que tenía enfermedades concomitantes. De los médicos que se me contagiaron no fueron más de 40.
Finalmente Carrasco confiesaque en estos meses han aprendido mucho del Covid y están cada día mejor preparados para enfrentarlo. Pero precisa que hoy, cuando comienzan a llegar las primeras vacunas al país, “lo único efectivo para frenar los contagios es el distanciamiento social. Nada mas. Pasemos las fiestas de fin de año solo con la familia”.