Mientras se siguen combatiendo diversos focos de incendios, concentrados especialmente en Valparaíso, La Araucanía y parte de la RM, el director nacional de Conaf. Aarón Cavieres, asegura que ya se están preparando para una extensión de estos hasta el otoño. Hasta ahora, el fuego ha podido controlarse sin que logre "arrancarse", devorando cientos de hectáreas en pocas horas como ocurrió el verano pasado, periodo en que se dieron condiciones climáticas -según diversos expertos- fuera de rango.
Casi al cierre de la primera quincena de febrero, el número de incendios llega a 3.934, cifra que es prácticamente igual a lo registrado en la misma fecha de 2017 (3.938). La diferencia está en la superficie quemada, la que representa sólo un 4% en comparación con el período anterior.
¿Cuál es la evaluación que hace a la luz de estas cifras?
El gobierno y el sistema de protección civil han hecho su trabajo en tener un sistema de combate muy eficiente, con mucho menos superficies quemadas que demuestra la alta efectividad en el combate. Sin embargo, el principal problema que tenemos es que la población no nos está acompañando, ahí hay una deuda de la sociedad, pues tenemos prácticamente el mismo número de incendios que el año pasado. El porcentaje de diferencia no es relevante, pese a que vivimos el año pasado una de las peores situaciones en Chile y en el mundo en esta materia.
Si bien el número es casi igual, la superficie quemada es casi 22 veces más pequeña que en 2017. ¿Qué factores influyen en eso?
Es la forma en que estamos trabajando, la disponibilidad de recursos y los sistemas de detección que hemos fortalecido. Tenemos hoy una gran capacidad de ataque que significa que a todos los incendios estamos llegando con dos a cuatro aeronaves tempranamente, tanto así que cuando llegan las brigadas por tierra, en muchos casos, el fuego ya está apagado.
¿Cuál es el tiempo de respuesta?
Armamos un sistema para que existan helicópteros a no más de 30 minutos de cada área de incendio relevante, tenemos todo el país cubierto con una unidad aérea a lo menos. No sólo tenemos bases en todas las regiones, sino que también en ciertas localidades específicas.
¿Qué otro factor ha influido en esta temporada menos agresiva?
Es bueno señalar que ha habido un verano mucho más benigno desde el punto de vista de la posibilidad de que un incendio se propague, versus lo que hubo el verano pasado. Eso, evidentemente ayuda, sin embargo, nuestra capacidad de terminar con un incendio rápido ha sido muy alta.
¿Qué otros cambios produjo el megaincendio 2017 en la forma de trabajo de la actual Conaf?
El año pasado sólo teníamos el modelo de ataque frontal en línea. A eso le agregamos este año las brigadas de interfaz (zona donde se une el área rural con la urbana) que son de movimiento más rápido, equipadas con retardante y con herramientas distintas para evitar que se afecten viviendas. Si a eso le agregamos más aeronaves, brigadas nocturnas y brigadas mecanizadas, tenemos una situación totalmente distinta al verano pasado y que responden a los nuevos desafíos del cambio climático que hay que enfrentar.
En ese sentido, qué posibilidad existe que grandes incendios "se muevan" en la línea de tiempo?
Según nuestros pronósticos en base a la Dirección Meteorológica, junto a otras informaciones climáticas y los modelos de análisis, tenemos preocupación por lo que ocurra en otoño, porque lo que vamos a tener con la Niña débil será un otoño más cálido que lo normal y también más seco que lo normal.
¿Cuál es el riesgo de esa combinación de condiciones?
Es bastante compleja, porque puede que tengamos incendios en ese período con una vegetación muy estresada y después de un largo tiempo de sequía. Hasta ahora, llevamos cien días sin que llueva en Chile central, eso significa un panorama muy árido y, si eso se extiende hacia el otoño, vamos a tener una sequedad muy grande. Esa es nuestra preocupación hacia adelante, esperamos que no pase nada, por supuesto, pero no podemos dejar de mirar hacia el futuro.
El país, por tanto, no podría relajarse con el término del verano y la baja de temperaturas.
Así es, y menos en un país como Chile que, claramente, está seco en extremo, especialmente en la zona central. Por eso estamos preparándonos, incorporando recursos permanentemente y mejorando las estrategias. Si uno piensa en el caso de California, los incendios fueron en otoño e incluso en invierno. Allá el último gran incendio terminaron de sofocarlo poco antes de Navidad.
¿Cómo se ha presentado el factor intencionalidad este verano?
Estamos permanentemente investigando eso en colaboración estrecha con el Ministerio Público. Pero nos preocupan los casos de intencionalidad a nivel urbano que han aparecido en mayor medida y que alcanzan un 10%.
¿Cómo evalúa la reacción que han tenido los municipios esta temporada en materia de prevención y control de los focos?
Lo que hemos tenido ahí es un trabajo mucho más articulado con una gran cantidad de municipios, tanto nosotros como Conaf, las empresas o la Agencia Chilena de Cambio Climático. Todos hemos estado trabajando con muchos municipios para mejorar la preparación y la capacidad de respuesta inicial de los municipios, que sin duda hay que continuar. Está claro que esto no resuelve todo, pero son pasos que tenemos que dar hacia adelante.