Son pasadas las 20.00 horas del jueves. Es la segunda noche en que bares y restaurantes pueden volver a funcionar en cinco comunas de la Región Metropolitana que están en fase 3 -Providencia, Ñuñoa, Las Condes, Vitacura y San José de Maipo-, luego de casi seis meses de cuarentenas.
Una de las entradas del boulevard de Plaza Ñuñoa ya tiene a casi 10 personas esperando que se desocupen mesas. Hay unos ocho locales abiertos y, por el momento, no cabe nadie más. De los dos accesos, solo uno está habilitado para ingresar y el otro se destinó solo para salir. Y en el primero, un guardia revisa que quienes ingresen tengan hecha su reserva, y un cupo para recibirlos, además de tomarles la temperatura y entregarles alcohol gel.
Basta asomarse a este boulevard de Ñuñoa, para presenciar una de las nuevas reglas que impuso la pandemia: los interiores de los locales están vacíos, pero sus terrazas repletas. La distancia entre las mesas, sin embargo, no es la habitual: cumpliendo las normas sanitarias, deben estar separadas por, al menos, dos metros.
Un restaurante que está atendiendo público es el “Tapas y birra”. Cristián Rubilar, socio del recinto, asegura que a solo horas de la reapertura “no ha habido una mesa vacía, las personas están con muchas ganas de volver y reactivar la vida nocturna”.
Rubilar comenta además un efecto de las restricciones sanitarias, referida a la capacidad para atender clientes. “Por los dos metros que hay que mantener entre cada mesa estamos trabajando a menos del 20% de la capacidad del local, pero al menos estamos trabajando”, dice.
En su restaurante hay un anfitrión tomando la temperatura a todos los comensales y aplicando alcohol gel en las manos. También dispusieron un sanitizador para pies. Todas las mesas se desinfectan con mayor frecuencia y se vigila el acceso al baño, que solo puede ser utilizado por una persona a la vez. “Va a seguir siendo pérdida. No hay ningún local que vaya a tener utilidades con el 25% de su capacidad, pero esperamos de aquí a dos meses volver a tener por lo menos un empate”, concluye Rubilar.
Al mismo tiempo, en Las Condes, los restaurantes ya se están activando. La mayoría de los locales de la calle Isidora Goyenechea están abiertos. La municipalidad dispuso de una parte de la calle para que pudieran sacar mesas, más allá de las veredas. De hecho el concejo municipal aprobó que el uso de estos espacios sean gratuitos hasta el 31 de marzo del próximo año.
Allí, Andrea Espinosa espera junto a su pareja que se desocupe una mesa en el Bar Nacional. Dice que no tuvieron miedo de salir a comer, pues confían en que los locatarios están tomando todas las medidas sanitarias que corresponden. “Llevamos muchos meses encerrados y eso tiene sus efectos. Lo conversamos y decidimos hacer la prueba entre nosotros dos, y si nos va bien, saldremos con los amigos de nuevo para aprovechar el fin de semana”, agrega.
Una de las socias de Bar Nacional, Carla Canata, asegura que la reapertura “ha sido de locos” y que “se nota que faltaba la vida social”. Relata que han tenido reuniones con personas de la municipalidad para que les expliquen todas las normas que hay que cumplir, y que están funcionando al 25% de la capacidad. “Es como abrir un negocio nuevo, todo tiene que estar envuelto, todo tiene que ser en sachet, las normas también implican nuevos gastos, pero hay que adaptarse”, añade.
Resguardos
En la Intendencia Metropolitana calculan que de los bares y restaurantes depende la fuente laboral de casi 200 mil personas. Según cifras de la Asociación Chilena de Gastronomía (Achiga) solo el 20% de los negocios que tienen terrazas en las cinco comunas de Santiago que están en fase 3, han vuelto a abrir.
Las reglas de la autoridad sanitaria establecen que los restaurantes puede recibir público en espacios abiertos, a un 25% de la capacidad total o una distancia mínima de 2 metros entre mesas. Y la industria se adaptó de inmediato. Se terminó con las cartas físicas y se implementaron códigos QR para revisar los menús de manera digital. A su vez, la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, señaló que solo se pueden consumir platos personales y no están permitidos los picoteos para compartir. Y aunque el uso de mascarilla es obligatorio, se deja de usarla al momento de comer y beber.
El presidente de Achiga, Máximo Picallo, hace un buen balance de estos primeros días. Dice que han visto cómo los restaurantes están cumpliendo las nuevas exigencias sanitarias. “Estamos pidiendo mesura, si llegan a un lugar y ven que hay mucha gente, les pedimos por favor que lo dejen para otro día, para otro fin de semana. Queremos que esta medida sea permanente”, comenta Picallo.
Sin embargo, toda esta reapertura también tiene en alerta a los expertos en salud. “La evidencia la han aportado los europeos. Los nuevos contagios que se pueden atribuir a la apertura de lugares de esparcimiento fundamentalmente están asociadas a bares. De modo tal que hay que irse con harto cuidado”, dice el epidemiólogo Gabriel Cavada.
El especialista considera que la reapertura es “arriesgada”, pero que de cierta forma es “insoslayable” debido a la cantidad de meses que han pasado. En esa línea valora positivamente que la apertura sea en lugares abiertos y hace un llamado a respetar más que nunca las instrucciones del personal que atiende.
“En esto juega un rol muy importante el autocuidado. Hay que controlar la conducta, hacer caso y no relajar el autocuidado, sobre todo en ambientes de alegría que además están inducidos por el alcohol. Para los que se animen a salir con amigos, yo recomendaría que ojalá no sea en grupos de más de cuatro personas”, agrega.