La Encuesta Nacional de Salud 2024, elaborada por el Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello en colaboración con Ipsos, pone bajo la lupa al sistema de salud chileno, revelando un escenario de luces y sombras. Este sondeo, que se hace desde 2010 y tiene como objetivo captar cómo perciben los usuarios la calidad del sistema y su opinión sobre políticas sociales relacionadas, da cuenta de algunos avances, pero también expone problemas: la disminución del índice de percepción refleja un aumento en la insatisfacción, especialmente en aspectos críticos como el acceso y la oportunidad en la atención.
Por ejemplo, el índice de expectativa de calidad, que mide la percepción futura sobre el sistema, se mantuvo estable en 33 puntos, en línea con los últimos ocho años. Eso sí, los encuestados expresaron descontento respecto a la protección financiera: un 82% considera que los planes de salud no protegen adecuadamente a la población.
“Los resultados muestran que a pesar del esfuerzo que ha hecho el país incrementando el presupuesto sectorial en un 86% en términos reales en los últimos 10 años, persisten barreras que ya son estructurales en el sector, tales como los tiempos de espera y la falta de equidad en la cobertura, a pesar de los avances en algunos indicadores clave como la experiencia de atención”, explica Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello.
Otro hallazgo que preocupa a los expertos es la persistencia de los problemas en el acceso a la atención médica. Y es que el 74% de los encuestados considera que el acceso a cirugías es “muy demoroso”, y un 71% opina lo mismo respecto a las hospitalizaciones.
De hecho, esta dificultad también quedó en evidencia en el último balance sobre listas de espera que realizó la Subsecretaría de Redes Asistenciales. Según el informe, hay 334.969 operaciones pendientes, con una mediana de 301 días de demora. Pero Cristián Rebolledo, jefe del programa de Políticas, Sistema y Gestión en Salud de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, afirma que hay una explicación: “Las cirugías tienen una duración muy elevada, por lo tanto, el rendimiento es bajo. La capacidad resolutiva del pabellón no es tanta”.
Otros hallazgos
Con todo, la encuesta sí arrojó algunos resultados positivos: la evaluación promedio del sistema alcanzó un 4,5 -en una escala de 1 a 7-, convirtiéndose así en la cifra más alta en la historia de la medición, que se realiza, como se ha dicho, desde 2010. Sin embargo, un 43% califica al sistema con notas entre 1 y 4, mientras que solo un 25% otorga notas 6 y 7.
La encuesta también revela que los mayores desafíos se concentran en el acceso a prestaciones médicas y en la percepción de que los costos asociados a la salud siguen en aumento. Un 62% de los participantes indicó que su gasto personal en salud se incrementó en el último año, y un 70% cree que este gasto seguirá subiendo.
De hecho, hay un informe reciente de la Superintendencia de Salud que evidencia justamente los altos costos: las mujeres gastaron en promedio anual $ 1.687.341 por persona en salud, un 23,3% ($ 319.097) más que los hombres, cuyo gasto per cápita fue de $ 1.368.244.
“Hay una sensación generalizada de que, por un lado, existe una gran insatisfacción debido a los prolongados tiempos de espera y, por otro, una clara conciencia de que los costos asociados a la salud siguen subiendo. Además, se prevé que estos serán aún mayores el próximo año, una tendencia que se ha repetido en los últimos años. Esto está relacionado principalmente con el gasto de bolsillo de las personas, explicado en gran medida por el gasto en medicamentos ambulatorios, uno de los grandes desafíos de nuestro sistema de salud”, concluye Sánchez.