Este lunes, casi a las 17.00 horas cruzó raudo, por el entre patio de La Moneda, el Presidente Sebastián Piñera hacia las oficinas del Ministerio del Interior. El Mandatario iba con una idea clara: informarse de la reunión que más temprano había tenido -durante media hora- el ministro Víctor Pérez con el general director de Carabineros, Mario Rozas.
La cita se dio para abordar la situación de la institución luego de que la fiscalía decidiera acusar por presunto homicidio frustrado a un funcionario de Carabineros en el marco de los incidentes producidos el viernes. Según la fiscalía, en los registros audiovisuales, fuera de otra evidencia, se ve cómo empuja a un joven desde el puente Pío Nono hacia el río Mapocho.
El tema comenzó a escalar rápidamente y ha complicado por varias razones a La Moneda, desde donde han tenido que salir a enfrentarlo en varias oportunidades. Una de las materias que conflictúa al gobierno es que con el episodio otra vez se pone en cuestión a Carabineros, tal como ocurrió en 2018 cuando murió el comunero mapuche Camilo Catrillanca en manos de funcionarios de esa institución, y luego de las acusaciones por violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar durante el estallido social.
En ese sentido, nuevamente, igual como sucedió durante el estallido social, se pone en cuestión la continuidad de Rozas, sobre quien la oposición está presionando por su salida. En esa línea, fuentes de gobierno sostienen que el Presidente está evaluando la situación del general director para ver su continuidad en el cargo. Y agregan que ha estado pidiendo opiniones a sus asesores y ministros del comité político.
Así, Piñera estuvo el lunes casi 30 minutos en Interior, pero solo unos pocos con Pérez, debido a que este estaba comprometido para participar, vía Zoom, de la sesión especial de la Comisión de Derechos Humanos del Senado. Por esta razón, el Presidente, según fuentes de gobierno, continuó la reunión con el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, con quien habría analizado el escenario. El episodio también lo había evaluado Piñera más temprano con su comité político.
En La Moneda afirman que remover o no a Rozas se ha transformado en un dilema para el Mandatario, debido a varios factores, entre ellos, la señal que se envía a Carabineros -institución a la que el gobierno ha optado por entregar un fuerte respaldo en todas sus intervenciones-, lo que podría repercutir en las bases de la institución; hacer un cambio ad portas de la conmemoración del 18-O, donde algunos esperan que haya un segundo estallido social, y también las repercusiones que podría tener en el plebiscito del 25 de octubre.
En ese sentido, en Palacio sostienen que también se está analizando que, de cambiar a Rozas, tiene que ser por una persona que simpatice a las bases para que no genere malestar en la institución y, por ende, repercusiones a la hora de controlar el orden público.
De hecho, si bien el gobierno ha respaldado con fuerza a Carabineros, no ha tenido el mismo tono, a diferencia de otras oportunidades, para defender a Rozas. Pese a que el ministro Pérez dijo el domingo que “con apuntar con el dedo a otro, no superaremos esta dificultad”, ese mismo día su par de la Segegob, Jaime Bellolio, sostuvo en TVN que “siempre cada uno de nosotros está en revisión”.
Así, en el Ejecutivo dicen que el futuro del general director de Carabineros -quien por estos días debe presentar su propuesta de nuevo Alto Mando al Presidente- depende absolutamente de Piñera, quien hasta ahora se ha mantenido en silencio. De hecho, en el gobierno hay voces que plantean que el Mandatario podría aprovechar que debe realizar cambios al Alto Mando para hacer el ajuste y adelantar esa decisión.
Los flancos
Junto con la continuidad de Rozas, en el gobierno reconocen que han tenido que enfrentar varios flancos, entre ellos, la bajada comunicacional que tuvieron que hacer el sábado, para la que se demoraron varias horas. En el Ejecutivo reconocen que hubo una discusión respecto a cuál sería el tono para defender a la institución y que hubo dificultades para encontrar un balance para transmitir “la importancia de tener a Carabineros durante todo octubre” y, a la vez, no aceptar abuso o vulneración de los derechos humanos. Y en ese aspecto -admiten fuentes de gobierno- “conviven almas muy distintas”.
Asimismo, en La Moneda reconocen que hay una complejidad considerando que Carabineros, desde el viernes al domingo, entregó al menos tres versiones distintas sobre los hechos ocurridos en el puente de Pío Nono, a lo que sumó que la fiscalía acusó a la institución de querer “encubrir” los hechos. En todo caso, durante su intervención en el Congreso, Pérez defendió el lunes nuevamente a Carabineros y acusó también a la fiscalía de entregar versiones distintas.
Un cuarto flanco, afirman en el gobierno, es que se reactivó la acusación constitucional contra el titular de Interior. De hecho, en el oficialismo dicen que la salida o no de Rozas está ligada a esta ofensiva de la centroizquierda. Así, sostienen que una eventual remoción del general director podría ayudar a que desistan del libelo.
Por último, en el Ejecutivo sostienen que todo este escenario también propicia un ambiente para una complicación adicional y que ocurra lo que varios temen: un estallido social 2.0. De hecho, el gobierno ha intensificado los preparativos para el próximo 18 de octubre. Y este lunes el subsecretario Galli se reunió con los generales Ricardo Yáñez y Enrique Bassaletti para ver el plan de orden público.
Bajo este contexto, a través de videoconferencia y acompañado por dos generales y dos coroneles, Rozas expuso el lunes ante la Comisión de Seguridad de la Cámara. En la ocasión, ante los dichos de la diputada Maite Orsini, quien señaló que al joven “lo botaron, no se cayó”, el director de Carabineros sostuvo que “lo mismo se dijo cuando señalaron que teníamos un centro de tortura en el Metro o que abusamos sexualmente a una persona en una comisaría”. Y agregó: “Se nos enrostró todo eso, y pedimos prudencia, porque finalmente los tribunales desestimaron esas denuncias. Por ende, yo también he sido prudente, muchas veces cayendo en la autocensura”.
Sobre una eventual dimisión, comentó que “constantemente se ha pedido mi renuncia, pero tengo un mandato presidencial que cumplir, que es encabezar la reforma a Carabineros, y me debo a mis carabineros; por lo tanto, mi deber personal e institucional es hacer lo que Su Excelencia determine pertinente”.