Hondas, capuchas, reflectantes y máscaras antigases: El merchandising que ha surgido en torno a los encapuchados
Equipo Digital de La Tercera
"¿A cuánto y dónde entregas?". Con cinco palabras La Tercera tuvo acceso a cómo se comercializan algunos productos al interior del Instituto Nacional, el Liceo de Aplicación y el Internado Nacional Barros Arana. Todas son instituciones de carácter emblemático y administradas por la comuna de Santiago.
Instagram es una de las redes sociales favoritas del mundo entero: tiene más de 1.000 millones de usuarios activos. En Chile, muchas personas han visto en esta plataforma una oportunidad para hacer negocios mostrando sus productos.
Al mismo tiempo, es un medio para difundir posturas ideológicas. Al buscar en la plataforma de redes sociales, por ejemplo, se encontraron más de 50 perfiles dedicados a fomentar imágenes relacionadas a las protestas estudiantiles y, en especial, a sus encuentros con carabineros.
Pero además, estos dos mundos tienen una peculiar intersección. Cuentas dirigidas a estudiantes del Instituto Nacional, el Internado Nacional Barros Arana y el Liceo de Aplicación, por ejemplo, encontraron un nicho comercial peculiar: en las protestas estudiantiles, en la manera que conciben la "revolución", en la "anarquía" que escriben en sus polerones.
Videos, accesorios y difusión
Es la mañana del jueves 29 de agosto. Un video en redes sociales comienza a circular y, otra vez, se trata del Instituto Nacional. Un grupo de estudiantes se agrupa, están mirando como sus compañeros comienzan a prender fuego a un basurero. En el registro suena de fondo "Seven Nation Army", una canción de la banda estadounidense The White Stripes, que al parecer colocaron con parlantes en una sala, la misma desde donde se captura el video.
Son siete los que participan en la quema y están encapuchados. Cuatro de ellos tienen puesto el polerón del Instituto. Uno de los alumnos que observa se acerca y se saca una selfie mostrando el basurero en llamas. De repente, ya no son siete, son ocho. El octavo sale desde el "público" con una camisa blanca, corbata y pantalones de colegio. Es Rodrigo Pérez, el presidente del Centro de Estudiantes, intentando apagar el fuego.
Pérez patea el recipiente y el fuego se esparce por el piso. Posteriormente, intenta apagarlo y se le suman otros estudiantes. Esto ocurre justo cuando ya habían llegado a un acuerdo de palabra con el alcalde para terminar con la violencia, algo que los jóvenes que iniciaron la violenta manifestación no entendieron.
El video se acaba, pero algo no deja de llamar la atención: cuatro de los jóvenes que participaron tienen en su cabeza algo distinto de la tradicional capucha negra, que generalmente no es más que una polera rota envuelta en la cabeza. Se trata de capuchas de múltiples colores con el dibujo del personaje "Kusillo". A estos accesorios se les llama "tinkus".
Este accesorio es muy utilizado en bailes y rituales bolivianos. Su origen se remonta al pueblo Aymara,quienes consideraban a "Kusillo" un bufón para sus puestas en escena.
¿De dónde las sacan?
El negocio de la anarquía: Vestirse de pies a cabeza
Acceder a los productos de moda entre los escolares que buscan manifestarse de manera violenta, como en el video, no es tan sencillo. Lo primero es crear un perfil de Instagram: aún cuando sea falso, sirve. Acceder a sus grupos no es fácil, porque gran parte de ellos tienen cuentas privadas: hay que esperar que acepten la solicitud para ponerse en contacto. En muchos casos, si desconfían de la veracidad de la cuenta, no aceptan a los nuevos seguidores.
En el buscador, por muy lógico que sea, se busca "Instituto Nacional". La primera sugerencia de la red social es a un perfil llamado "@_difusion.institutano_". Al clickearlo y comenzar a revisar la página, encontramos que este sitio es seguido por otro llamado "@tinkus_y_ukukus_enventa".
Venta de tinkus
Al ingresar, comienza la negociación: "¿A cuánto y dónde entregas?". El administrador comenta que cada una de las capuchas cuesta $4.000. Dice que hace entregas al interior del Instituto Nacional, pero además en el metro Santa Lucía. Al seleccionar algunos artículos, menciona que esos "ya están reservados". La demanda es alta, pero cualquiera sirve.
La cita es a las 19:00 horas del viernes 30 de agosto, a la salida del Metro, por calle Miraflores. Es imposible saber quién es el vendedor, porque no se describe. Sólo explica que él es quien busca a sus clientes. La cita no se concreta, pero insiste en hacer la venta: esta vez pide que sea dentro del Instituto, en un sector al que le dicen "la jungla". Evidentemente, es alguien que tiene acceso al recinto.
En la misma red social está la cuenta "@ventademohicas". Cuenta que es del Internado Nacional Barros Arana, institución que se ubica en Quinta Normal, pero de la cual está a cargo la Municipalidad de Santiago.
El valor de sus productos es el mismo: $4.000. Propone que la cita sea a las siete de la tarde en el metro Quinta Normal. No acepta dar su teléfono para coordinar la entrega, pero sí se describe: "Ando de pantalón negro y polerón azul, nos juntamos en el metro, en una parte que dice Virgin Mobile". La transacción tampoco se lleva a cabo.
Si los encuentros se hubiesen realizado, ya estaría lista la primera parte del estilo encapuchado. Dos tinkus estarían en poder del comprador y ahora es momento de seguir equipándose.
Las máscaras antigases
El perfil "@venta_de_mascaras_antigases" vende precisamente eso: máscaras antigases para cuidarse de las lacrimógenas. Hay de todos los precios, algunas son de la marca 3M. Tiene un artículo en promoción, una máscara de rostro completo. Su valor real en el mercado es $89.872, pero la descripción del producto dice: "Cabros, estas están en precio normal en $124.000 aprox. y yo la vendo en $30.000 nomás po', cabros. Pa' que funen".
máscaras antigases
Adicionalmente, la página también vende accesorios, como filtros para las máscaras a $8.000 cada uno.
"Hola, ¿dónde entregas?". Las mismas palabras llevan a conocer que esta persona hace sus movimientos en el metro República. Dice que ahora no le queda stock, pero que avisará cuando le lleguen más. "Yo le vendí a un loco del Instituto Nacional, pero, pucha, cuando traiga te hago un precio. Todo depende de a cuánto me lleguen", comenta, dejando ver que tiene un distribuidor que le pasa los artículos.
El dueño del negocio de las máscaras detalla que estudia en el Liceo de Aplicación y por eso sus despachos son al interior de ese colegio, en el metro República o en calles donde tiene claro que no hay cámaras.
Cree que su comprador es del Instituto Nacional y al pedirle que se acerque hasta ese colegio, argumenta que es imposible: "Allá hay muchas cámaras y no te conozco, aquí yo llego a saber que eris sapo, te destrozo con mis compadres, en cambio allá me voy a pérdida. Está paquiado el IN" (sic).
En el metro República también hay cámaras, pero asegura que "no pasa nada, los pacos no dicen nada por las antigases".
De haber tenido stock, la cabeza del comprador estaría lista. Dos tinkus y una máscara antigases lo tendrían protegido y a la moda.
Armas y drogas
Pero hay más elementos que se pueden encontrar y que el propio internet asocia. Buscando entre los contactos de las páginas donde ya se cotizaron algunos productos, un perfil llamado "@ventadeondas" llama la atención. Su texto de presentación dice: "Venta de ondas, no me hago cargo de su uso. Traigo ondas por pedido y alguna que otra ves traigo artas ondas" (sic).
Las cuentas anteriores siguen a este perfil. El mundo del "merchandising capucha" es bastante cerrado y al parecer todos se identifican entre sí. Al escribirle al vendedor de hondas, comenta que entrega en estaciones de metro y también dentro del Instituto Nacional, dice que es alumno. Las vende a $2.000.
Otros accesorios que acompañan el "uniforme oficial" y que se pueden encontrar en internet, son guantes, overoles y chalecos reflectantes estampados. E incluso hacen sorteos cuando logran un gran número de seguidores.
reflectantes
El tema va más allá. Algunas de las cuentas ofrecen venta de "clonazepam" y de marihuana, con entregas -según afirman- al interior de los mismos establecimientos.
Las reacciones de los apoderad0s
Estudiantes y carabineros se enfrentan nuevamente. Fuera del liceo, Mariana Campos, apoderada de uno de los institutanos, espera fuera a que salga su hijo. Está preocupada, camina de un lado a otro, tapa su nariz con la manga de su chaleco y cuando deja de caminar, comienza a mover un pie. Sólo quiere que su hijo salga luego del liceo que además de estar habitado por docentes y estudiantes, ahora está invadido por lacrimógenas, el actuar de los encapuchados y la entrada de carabineros.
Mariana ve las imágenes de Instagram que acompañan esta nota y reacciona: "No tenía idea de esto, me acabo de enterar. Yo sabía que los niños a veces venden dulces para pagar sus cosas y eso está bien. Pero, ahora que recuerdo, la otra vez una apoderada de mi curso se tomó una selfie con una máscara antigases. Con tanta lacrimógena adentro, tiene todo el sentido que algunos chicos vendan y otros compren las máscaras".
El hijo de Mariana cursa la educación media: "Yo lo mando con pañuelos húmedos, una bufanda y unos lentes de natación para proteger sus ojos. No sabía que vendían estas cosas. Yo vi salir a chicos casi sangrando el otro día, por los gases, fue heavy".
Hasta la semana pasada Judy Valdés fue presidenta del Centro de Padres del Instituto Nacional. Consultada por lo que ocurre con este comercio, ella reacciona incrédula, pero termina aceptándolo: "No tenía idea que había venta de estos artefactos dentro del colegio, lo desconozco. Nosotros como centro de padres no nos dedicamos a buscar este tipo de investigaciones, sino a buscar soluciones concretas a nivel administrativos. No tenía idea, realmente lo desconozco. De todos modos, nosotros no tendríamos por qué estar viviendo esto si el sostenedor respondiera a todas las solicitudes de los estudiantes, así no habrían estos grupos radicalizados, con los cuales tampoco estamos de acuerdo; al igual como tampoco estamos de acuerdo con el ingreso de Carabineros al colegio".
"Es casi imposible que los inspectores estén en todos los espacios"
La Tercera se contactó con el municipio de Santiago para entender la compleja situación de que se comercialice este tipo de mercancías -incluyendo drogas- entre estudiantes y al interior de los colegios. Yoris Rojas, directora de la dirección de Educación municipal, se pronunció al respecto.
-¿Ustedes, como autoridades, están al tanto de este comercio al interior de los establecimientos?
-Sabemos que a través de redes sociales algunos alumnos coordinan la venta de estas máscaras e, incluso, al interior de los establecimientos se han logrado encontrar en poder de los estudiantes. Realizamos un monitoreo de redes sociales y cada vez que encontramos antecedentes de este tipo los ponemos a disposición de los organismos responsables.
-¿Los estudiantes pueden entrar con lo que quieran a los colegios?
-Hay algunas cosas que están prohibidas en algunos establecimientos y están estipuladas en los Reglamentos Internos de Convivencia Escolar. De todas formas, el mismo sostenedor ha señalado que se necesitan mejores sistemas de control en situaciones excepcionales, como la revisión aleatoria de mochilas o el control de carnet a los ingresos, lo que ha sido resistido por parte de la comunidad escolar en el caso del Instituto Nacional. Creemos que estas medidas podrían haber sido efectivas para disminuir este tipo de comercio ilícito.
-¿Qué pasa con la seguridad al interior de los colegios? Estas transacciones se realizan al interior de cada establecimiento en la mayoría de los casos. A plena luz del día, en lugares donde debería haber vigilancia de las autoridades internas, como inspectores.
-Los estudiantes principalmente coordinan estas ventas por redes sociales, no son visibles al interior, por lo tanto, se dificulta la labor de los funcionarios que supervisan. La transacción no demora más de un minuto. En establecimientos como el Instituto Nacional con más de 4.000 estudiantes, o el INBA que es un establecimiento con 7,5 hectáreas, es casi imposible que inspectores puedan estar en todos los espacios para evitar esto.
-¿Cómo se explica que hayan transacciones de drogas al interior de los establecimientos?
-El contexto de gran vulnerabilidad social que se vive en los establecimientos de la comuna, los hace más propensos a vivir este tipo de situaciones. Sobre todo cuando nos referimos a liceos de gran tamaño y con una matrícula numerosa, donde muchas veces se hace complejo supervisar todos los accesos, patios, pasillos y rincones a cada minuto. Nuestro personal está capacitado para denunciar a través de los canales formales en el caso de tener evidencia de algún tipo de sustancia ilícita.
-¿Van a tomar medidas?
-Sabemos de estas actividades y estamos tomando las medidas para evitar estos hechos, en ocasiones se han logrado identificar a estudiantes que se dedican a esta práctica y se han aplicado sanciones correspondientes.