Cuando tenía solo cuatro años, Emilio hizo una pregunta que definiría su futuro:
-Mamá, ¿Tony Hawk gana plata por andar en skate?
-Sí, creo que sí. Porque gana campeonatos y lo auspician marcas. ¿Por qué?
-Porque voy a ser como él.
Aunque el diálogo parece increíble, a esa edad Emilio ya conocía a la estrella del skate mundial. Desde ese momento, ha dedicado gran parte de su corta vida a hacer lo que más le apasiona: andar en patineta. A sus 10 años forma parte de los cadetes del equipo olímpico chileno de la disciplina y suele competir en divisiones sub 18, con jóvenes mucho mayores que él.
En un domingo normal, Emilio llega al skatepark del Parque Araucano a entrenar. Se baja del auto de su madre con el skate en la mano. Saluda de paso a sus conocidos y, casi hipnotizado, se dirige directamente a una rampa. Los demás niños y jóvenes lo saludan, porque Emilio es conocido dentro del grupo que pasa horas en subidas y bajadas de las estructuras de alrededor de un metro y medio, que son ligeramente más altas que él. Esto no es un impedimento para que salte sobre su patineta y comience su jornada de entrenamiento.
Cuando está sobre las cuatro ruedas, Emilio se abstrae del mundo: "Siento el aire contra mí. Siento que estoy solo. Siento libertad", dice. Su historia con la patineta se inició a los dos años. En ese entonces vivía cerca del skatepark del Parque Bustamante y un primo le regaló su primera tabla, una que estaba usada y vieja. "El Emilio la tomó, la vio, sus ojos brillaron y ahí partió la historia", recuerda Daniela, su madre. "Iba con esa tabla regalada. Miraba y miraba. Hasta que empezó a imitar a los jóvenes que iban allá. Después vendrían las escuelas, pero él aprendió por su cuenta", señala.
Apasionado
Entre el equipo olímpico y los clubes donde entrena, sumado a las jornadas que lo hace solo por pasión, Emilio patina prácticamente todos los días. Y el esfuerzo ha dado sus frutos. Actualmente es auspiciado por una conocida marca de zapatillas y por una de patinetas. El patrocinio es de gran ayuda: debido al desgaste, un par de zapatillas le duran dos semanas y las tablas, un mes.
¿Cómo pasa su cumpleaños un niño skater? Por lo menos para Emilio, su celebración no es como la de la mayoría de los niños de su edad. "En vez de pedir una fiesta o ir a algún lugar con camas inflables, yo pido andar todo el día en skate", cuenta él. Esto se convierte en una jornada maratónica recorriendo todos los skateparks posibles de Santiago con sus amigos, desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche. "Comemos algo rico por ahí, y en el auto van como 10 cabros. Esa es su celebración típica", cuenta su padre.
La pieza de Emilio está repleta de stickers, tablas, cajas de zapatillas y jockeys. Sin contar las medallas y trofeos que ha logrado durante estos años. "Mi meta es estar entre los mejores del mundo, o por lo menos en Chile", comenta con entusiasmo. Tanto él como su habitación, irradian pasión por el skate.