"Aguante, no dejes que lo malo te estrese. No hay problema que sea tan grande", decía uno de los versos de la canción que el músico haitiano Ralph Jean Baptiste interpretó hoy en la ceremonia ecuménica donde, alrededor de 130 personas, le dieron un último adiós al cuerpo de Joane Florvil.

En las primeras filas de la Iglesia Metodista de Santiago, su pareja Wilfrid, su hija Wildiana, su hermana Samanta y su primo Fidel despidieron después de 218 días a la joven madre, que fue detenida el 30 de agosto pasado, acusada del presunto abandono de su hija. Hechos que después fueron desmentidos por la investigación policial.

La ceremonia -que fue traducida en todo momento al creolé- estuvo marcada por la presencia de organizaciones promigración y de un potente discurso en contra de la discriminación racial: "Pedimos como familia haitiana que no nos victimicen. Venimos de un país con gran pobreza, pero de grandes personas. Buscamos una vida mejor, un sueño por cumplir. Lamentablemente para Joane y su familia terminó en una pesadilla", dijo Roxana Gómez, su cuñada, en representación de la familia Florvil.

Uno de los momentos más emotivos se vivió cuando Fidel, primo de Joane, relató los hechos ocurridos ese fatídico 30 de agosto, cuando la mujer fue acusada de abandonar a su hija en la Oficina de Protección de Derechos de la Infancia de la municipalidad de Lo Prado. El mismo lugar donde, un día antes, Wilfrid había ido a trabajar como jardinero y sufrió el robo de todos sus documentos.

"Joane vino para Chile a buscar una vida mejor. Ella para mí no es sólo familia sino la mejor amiga que yo tenía. Siempre estaba muy alegre, bailando y cantando", dijo Fidel con voz firme.

Sin embargo, tras finalizar su discurso, el llanto fue imposible de controlar, y en compañía de su esposa Roxana y la hermana de Joane, Samanta Florvil, repitieron una y otra vez el nombre de Joane junto al ataúd, en una escena desgarradora.

"Es una cicatriz que nunca se va a borrar en el corazón de la familia de Joane Florvil", sostuvo Fidel.

Por su parte, Wilfrid permaneció durante toda la ceremonia en silencio, con la pequeña Wildiana en brazos, envuelta en un chal rojo que la protegía de los ojos de la gente. La niña, a ratos inquieta, esbozaba pequeños sollozos que eran calmados por dos mujeres chilenas que acompañaron a Wilfrid en todo momento.

Durante la declaración pública que realizó la familia, expresaron que "tenemos la voluntad de ayudar en la legislación migratoria para que tome medidas concretas para fomentar la integración".

Norberto Girón, representante de Organización Internacional para la Migración, una de las ONG que apoyó a la familia Florvil, sostuvo que, a pesar de que la repatriación se dará a más de siete meses del deceso de la mujer, "consideramos que es un esfuerzo importante, y aunque sabemos que hay bastante tiempo de espera se logró. Eso era lo que queríamos, lo conversamos con más autoridades y nos llenamos de satisfacción de saber que logramos el objetivo".

Una vez finalizada la ceremonia ecuménica, un grupo de mujeres realizó una pequeña intervención donde interpelaron a la prensa y pidieron justicia para Joane.

Así, entre llantos de algunos asistentes, los restos de Joane fueron trasladados hasta la funeraria del Hogar de Cristo, en espera de su tan postergada repatriación, que será la madrugada de este martes.

"No tenemos oro ni diamantes, pero de nuestra fe oraremos por ustedes en Chile. Fraternalmente la familia Florvil". Con estas palabras, concluyó el último adiós a Joane, antes de abandonar el país donde vio truncados sus sueños.