El temor al coronavirus es más fuerte que el miedo a perder los aprendizajes del año. Así lo confirma una encuesta realizada por Ipsos y Educación 2020, que midió la percepción de 5.660 apoderados, profesores, escolares y directivos sobre un eventual retorno a clases.
Los colegios fueron cerrados hace 169 días y actualmente solo 31 establecimientos están funcionando. Sin embargo, los apoderados no quieren volver. La encuesta muestra que el 85% de ellos prefiere mantener la educación remota el resto del año, independiente de las cifras de contagios, y el 81% dice que no enviaría a sus hijos a clases hasta que haya una vacuna.
En la vereda opuesta, el 16% de los apoderados dice que sí quiere que vuelvan las clases presenciales lo antes posible y el 13% afirma que enviaría a sus hijos si el colegio toma las medidas de cuidado. Sin embargo, solo el 8% dice que enviaría a sus niños por la sola determinación del Gobierno.
Entre los escolares, la visión es más optimista: el 54% está en desacuerdo con que se pierda el año escolar. Además, 25% dice que ha aprendido mucho o bastante en la casa. Por el contrario, el 20% dice que no ha aprendido nada, 22% dice que solo aprendió un poco y 34% dice que aprendió algo.
Para el 57% de los alumnos consultados, la situación de pandemia le hace muy difícil concentrarse en los estudios, pero una parte tiene una visión positiva de sus logros: el 49% dice tener autonomía para aprender, el 28% dice que ha incorporado aprendizajes que no tendría en la sala de clases e, incluso, el 19% afirma que ha aprendido más que antes.
Más allá de los avances en casa, la reapertura de clase genera un miedo transversal en las comunidades: para los apoderados, volver a clases les provoca miedo (77%), estés (45%) y enojo (17%). Para los escolares, les genera miedo (37%), motivación (31%) y estrés (29%).
Entre los profesores, el volver a las aulas les provoca miedo (64%), estrés (37%) y motivación (27%). Y para los equipos directivos, abrir los colegios los asusta (56%), les estresa (45%) y les motiva (27%).
Emociones positivas
Mientras el 47% de los apoderados dice que sus hijos están aprendiendo lo suficiente, el 37% afirma que este ha sido un año perdido, y la mayoría dice que destina entre una y dos horas diarias a acompañar a sus hijos en sus deberes.
Para los equipos directivos, las principales preocupaciones ante un retorno a clases presenciales son la reorganización de espacios, evitar los contagios, coordinar lo presencial con lo virtual y contar con los recursos para abordar los desafíos educacionales tras la pandemia.
Además, mientras el 65% de los equipos directivos dice que ha logrado realizar casi todo, entre clases y reuniones, el 20% dice que han hecho algunas cosas digitales, 11% dice que pudo implementar todo de forma remota y 4% advierte que no pudo hacer nada digital.
La directora ejecutiva de Educación 2020, Alejandra Arratia, dice que “los datos reflejan que entre los y las jóvenes hay también emociones positivas al pensar en el retorno a clases, y en el contexto en que estamos, donde la discusión a veces se aborda de forma dicotómica y sin matices, se hace fundamental considerar su voz”.
“Esto nos permite relevar el rol de la escuela como espacio de encuentro y formación, más allá de lo académico, y la necesidad de resguardar la participación de todos los actores en esta conversación, asegurando las condiciones mínimas, facilitando el diálogo y estableciendo las confianzas necesarias para este retorno a clases presenciales”, agrega.
Y Alejandra Ojeda, gerente de Asuntos Públicos de Ipsos Chile, añade que “quienes tienen su cotidianeidad en el aula, los estudiantes, directivos, los docentes y profesionales de la educación, también presentan emociones positivas sobre el retorno a clases. Son los apoderados los que se ven más tensionados por los posibles riesgos y las incertidumbres que se presentarán en esta operación”.
Paulina Araneda, directora de Grupo Educativo, también rescata el interés de los escolares por reencontrarse con sus pares, el apoyo que les han prestado sus familias y la labor que hacen los docentes por no perder el contacto.
“¿Dónde está la escuela? y la respuesta es que la escuela está fuera de la escuela, porque es una comunidad, es mucho más que un edificio. Eso está en juego. Hay que construir un espacio híbrido, en que fluyamos entre lo presencial y lo no presencial, que no es solo la conectividad”, dice.