Desde 2009, el Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (Ciclos) de la Universidad Diego Portales (UDP) ha monitoreado las principales preocupaciones y el perfil de los jóvenes chilenos. Y año tras año suele haber importantes cambios que dan cuenta de que el segmento entre 18 y 29 años no es sencillo de medir ni seguir: en el estudio de 2022 una mayoría tomó distancia de las demandas mapuches y la migración tras el estallido social, y en medio del proceso constituyente, en 2023, el 72% de los jóvenes que formaron parte de la Encuesta sobre participación, jóvenes y consumo de medios, manifestó sentirse inseguro en el país y un 49% abordó la necesidad de muchos cambios, pero de forma ordenada y estable.

¿Cuál sería el cambio de tendencia en el estudio de 2024? Nicolle Etchegaray, investigadora de Ciclos y coordinadora ejecutiva de la encuesta, lo resume así: “Siempre se suele preguntar sobre cuál es el principal problema país, pero no lo que pasa a nivel personal. Lo interesante es que en ese ámbito más personal la principal preocupación deja de ser la delincuencia o el temor por la inseguridad, sino que pasa al primer plano la economía y el desempleo. Es decir, la incertidumbre por el futuro laboral”.

Ante la pregunta de “¿cuál es el principal problema que afecta a los chilenos?”, el 31,4% de los jóvenes consultados en los principales centros urbanos del país entre octubre y noviembre del presente año respondió que la delincuencia. A su vez, el 13,5% dijo que la economía.

Sin embargo, ante la pregunta de “¿cuál es el principal problema que te afecta a ti?”, el 15,4% mencionó la economía y el 15%, la delincuencia. Otro 11,2% citó la cesantía y el desempleo, el 5,9% la inflación y el costo de la vida y el 5,7%, los bajos sueldos y la falta de dinero. Es decir, si se suman todos esos factores, las preocupaciones económicas se sitúan por encima del 38%. En cuanto a la delincuencia, el 7,1% también indicó la inseguridad y el temor. Así, en total, ese ítem es tema para el 22% de los consultados.

En la encuesta de 2023, el 44% de los jóvenes mencionó la delincuencia, los robos, las drogas, la falta de seguridad, la violencia, el maltrato, el abuso y el miedo como sus principales preocupaciones, mientras que la situación económica en general fue citada por el 14%.

¿Qué pasó en el intertanto? A juicio de Etchegaray, en términos generales, se trata de una generación de jóvenes “un poco más individualistas y más pragmáticos. La real preocupación va más bien por la oferta laboral”. Además, plantea que “nunca habíamos hecho esta pregunta a nivel personal. Eso comprueba que cuando se les pregunta a los jóvenes por sus problemas personales no tienen necesariamente que ver con los problemas país. Ellos manifiestan que la delincuencia no los está afectando directamente, sino que asuntos más pragmáticos relacionados con la falta de trabajo y la falta de oportunidades”.

En cuanto a la conducción del gobierno y a la gestión del Presidente Gabriel Boric, el 27,7% dijo que la aprobaba; el 46,4%, que la desaprobaba, y el 24,6%, ni lo uno ni lo otro. En 2022, el 19% aprobaba a Boric y en 2023 el 33%. A su vez, hace dos años el 52% desaprobaba su gestión y el año pasado un 46%.

Al mismo tiempo, cuatro de cada 10 jóvenes (41,4%) manifestó no estar en lo absoluto interesado en la política; el 30,9% dijo que “algo interesado”, mientras que apenas el 16,9% reconoció estar “interesado” y el 7,3% “bastante interesado”.

“El interés político baja levemente desde el último año, pasando de un 66% a un 72% quienes afirman tener un poco o ningún interés en la política”, indica el estudio.

Participación política

“En el ámbito político, baja la participación en todos los ámbitos: bajan las funas y los comentarios en redes. Es una generación menos movilizada y va quedando atrás la movilización por el estallido: si antes hubo una explosión, ahora pareciera que habría una implosión. Quizás tiene que ver con lo que dejó la pandemia. Son jóvenes en general más pragmáticos, menos colectivistas que otras generaciones, opinan desde la soledad de su teléfono; no se reúnen para participar en algo, no es ser parte de una organización estudiantil, por ejemplo”, apunta Etchegaray.

De acuerdo con la encuesta, el 27,3% ha expresado opiniones sobre algún tema de interés político en redes sociales; el 26,7% le dio “me gusta” a una funa relacionada con temas sociales o políticos; el 18% comentó alguna noticia en sitios periodísticos; el 15,6% participó en actividades a promover los derechos de grupos específicos como mujeres, diversidad sexual o migrantes, y el 12,9% participó en manifestaciones en la vía pública.

De todos modos, la visión que en general tienen los jóvenes respecto de los políticos y el sistema político es descarnada: el 55% dijo que a los políticos no les interesa realmente qué es lo que piensa el votante, el 44,4% estimó que “gente como yo no tiene influencia en lo que se decida en el Parlamento o en el gobierno”, y solo el 28,1% indicó que “existen amplias oportunidades para participar e influir en las decisiones políticas en la sociedad”.

El estallido cinco años después

Ante la pregunta de “¿cuál de las siguientes frases representa mejor tu opinión sobre los eventos que ocurrieron a partir del 18-O?”, el 52% aseguró que “fue una protesta legítima, pero se salió de control”. A su vez, el 25% calificó el estallido como “legítimo y necesario”, mientras que el 14% dijo que “fue una revuelta violenta e injustificada”.

También la encuesta preguntó sobre la participación durante el estallido. Así, la mayoría (31,7%) dijo que no participó, pero apoyó el “movimiento”, mientras que el 29,6% reconoció que participó, “pero de manera pasiva”. Es decir, a través de marchas, cacerolazos y vía redes sociales. Por otro lado, el 27,4% señaló que no participó ni apoyó el estallido, mientras que el 9,8% contó que “participó activamente”.

Al mismo tiempo, el 48% consideró que “la violencia fue injustificada y dañó la legitimidad del movimiento”, mientras que el 30% opinó que “la violencia fue lamentable, pero comprensible en el contexto”. Apenas el 11% dijo que “la violencia estuvo justificada como parte de la lucha social”. En cuanto a la respuesta del Estado a través de la policías, el 40% consideró que “fue excesivamente violenta y desproporcionada”; el 30%, que fue “firme pero necesaria para restablecer el orden”, y el 16%, que “fue insuficiente para contener la violencia”.

Por otro lado, en cuanto a las transformaciones significativas en la sociedad chilena tras el estallido de 2019, el 39% estimó que “los cambios han sido mínimos”. A su vez, el 77,5% dijo que las divisiones “entre usted y sus amigos” se han mantenido igual.

“Estas cifras dan cuenta de que hemos vuelto a los tres tercios, como que todo vuelve a la normalidad. Es decir, los extremos han ido bajando y las posiciones ahora son más moderadas. Pareciera haber más centroizquierda y más centroderecha en vez de los extremos. Hay un porcentaje que cree que las demandas son válidas, pero en general hay opiniones más mesuradas, lo que no se veía un par de años atrás”, concluye Etchegaray.