La golpiza que un grupo de encapuchados le dio al hijo de la diputada Cristina Girardi (PPD), el reciente 26 de julio en el campus Juan Gómez Millas (JGM), de la Universidad de Chile, no solo alteró la rutina universitaria, sino que también remeció la conciencia de los estudiantes. Así lo cree el rector de ese plantel, Ennio Vivaldi, quien entrega detalles de lo que ocurrió ese día, cuando algunos alumnos de la universidad se enfrentaron con los encapuchados.
¿Cómo impactó en la universidad la agresión al estudiante?
Lo ocurrido ese viernes cambia totalmente la relación de los encapuchados con el movimiento estudiantil. Para mí, es lejos el cambio más importante que se genera, porque se confrontaron los estudiantes con los encapuchados y eso es algo nuevo, que no habíamos vivido, y el no tener esa claridad confundía mucho. El viernes, los encapuchados se enfrentaron a los estudiantes, y no solo con este joven, sino que con los de la Facultad de Ciencias, porque los encapuchados querían destruir la biblioteca. Es decir, estas personas desconocidas querían destruir la universidad. Y los alumnos salieron a defenderla.
¿Había ocurrido algo así antes?
Ya había un antecedente de encapuchados golpeando a una estudiante. En ese momento, hicimos una declaración enérgica e iniciamos un sumario. En este caso hicimos lo mismo y convoqué a la comunidad de JGM a una reunión. Y todos estuvieron de acuerdo en que la comunidad universitaria está bajo ataque y nuestro deber es defenderla. Pero eso no se va a lograr con medidas represivas, porque nunca se ha logrado así, sino que con una comunidad unida y que no esté dispuesta a tolerar esta violencia. Creamos una comisión que trabajará en la seguridad del campus y nos haremos parte en todas las querellas.
La zona de Macul con Grecia es conocida por los enfrentamientos de encapuchados. ¿Hay problemas de seguridad en el campus?
Algunos dicen que el campus es una zona de entrenamiento. Eso no me consta, para nosotros es una comunidad más y no puede quedar fuera de la ley. Nosotros vamos a imponer la paz en JGM y hemos tomado las medidas para que eso sea así, pero no estoy por estigmatizar al campus. Esto también sirve para desprestigiar a la universidad. Las tomas y paros, y la acción de encapuchados, hacen que estudiantes de muy buen rendimiento se abstengan de postular a la universidad, y ese es un daño muy grande, que no estamos dispuestos a permitir que ocurra.
Si bien hay rechazo a los encapuchados, los alumnos también acusan violencia policial...
Algunos estudiantes insisten mucho en que también fue desmedida la violencia de los policías cuando entraron al campus, y eso podríamos conversarlo con el Ministerio del Interior. Pero, por lejos, el dato más relevante es que la comunidad se sintió atacada y amenazada por estos grupos, de forma directa, y eso produjo un cambio psicológico muy importante en el alumnado.
En el caso del Instituto Nacional, el alcalde Felipe Alessandri dijo que había operadores políticos tras los encapuchados. ¿Hay algo de eso acá?
Uno podría pensar que hay gente interesada en desprestigiar a las universidades estatales, pero es una acusación al aire, es especulativo. Nosotros estamos haciendo una investigación, sumándonos a las querellas, actuando dentro de la ley, sin recurrir a la violencia, para generar otro ambiente.
¿Hay medidas ya definidas?
Una de las cosas más importantes es la toma de conciencia de la comunidad, de que estos hechos producen un daño enorme a la convivencia y que todos debemos enfrentarlos. Habrá un conjunto de medidas, que tomaremos junto a estudiantes y académicos, pero lo más importante es que esto muestra que hay sectores que promueven los desórdenes, que son enemigos de los estudiantes y que están confrontados con la universidad. Pero eso lo tendrá que corroborar la investigación.
Hace unos días también hubo un problema con encapuchados en la U. de Santiago. ¿Cree que el debate de Aula Segura podría trasladarse a las universidades?
No, porque la experiencia que hubo con los escolares (y el debate de Aula Segura) deja claro que acá hay que hacer otra cosa, que es entender el problema y manejarlo desde el punto de vista de la defensa de los derechos de los estudiantes, de la preservación de los establecimientos y de la calidad de vida de la comunidad. No se soluciona con represión, porque esto es más un síntoma que la enfermedad misma. Ahora, hay medidas que se toman de facto: Carabineros sabe que puede entrar a un recinto cuando hay bombas molotov. Pero pretender solucionar la violencia con represión es absurdo. En otros países, lo que se hace es que la comunidad se toma el espacio y no deja espacio para nada más.
¿Qué tarea le deja este episodio al movimiento estudiantil?
Esto se da cuando el movimiento estudiantil trata de articularse, muy consciente de lo mucho que han retrocedido. También es un incentivo para que el movimiento sepa con qué cuenta, porque esto también es un perjuicio que ellos tienen como referente político.