Después de haber participado en la toma de la Universidad Católica en 1967, Elena Serrano aprendió que la política era un espacio para luchar, y que en ese mundo "las mujeres éramos más invisibles que en ninguna otra parte".

Sin embargo, en esa movilización "las mujeres cumplían el mismo rol que los hombres: hacíamos comida, limpiábamos. No había esto de 'tú haces esto porque eres mujer'". Así lo contó en una entrevista con La Tercera en junio de 2018, donde relató como ocurrió la toma, que le costó las críticas y cuestionamientos de sus pares y familiares.

Su visión actual no dista de la de aquella época. Si bien reconoce que en la toma de la PUC participaron muy pocas mujeres, señala que aunque "éramos invisibles, teníamos el criterio de hoy día".

Hoy, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer, la abogada comenta a La Tercera cuáles han sido los principales logros que ha alcanzado la ola feminista. Para ella, uno de los triunfos ha sido poder profundizar en el aprendizaje de lo que significa la discriminación por género. "Se han acentuado las formas de analizar, de reivindicar, de fundamentar los por qué y los cómo de la historia de las mujeres. Se ha universalizado el tema, pasado de ser propio de las luchadoras de los setenta a reflejar la realidad y la frustración de millones de mujeres en todo el mundo que ya no están dispuestas a callar", comenta Serrano.

Esta globalización, dice, ha adquirido una base científica que "es imposible refutar". La ola feminista actual, indica Serrano, se basa en estudios serios de organismos mundiales y nacionales. La "segunda ola" del feminismo, a la que ella pertenece, en tanto, describía la condición femenina y la opresión machista en términos de "lucha" contra un enemigo poderoso y negador de toda discriminación.

Para la abogada, lo que falta es alcanzar la paridad en los mundos donde se ejerce el poder. "Es decir, en los altos cargos de las instituciones políticas -que gracias a la Ley de Cuotas ha mejorado un poco-, en las organizaciones empresariales, en las gerencias y los directorios, en las universidades, en las comisiones de trabajo, en los medios de comunicación", sostiene.

Pero, además, falta un "verdadero compromiso" del Estado, de cada una y cada uno en erradicar la violencia contra las mujeres. Para esto, indica, es necesario un debido castigo y erradicación del femicidio y de todos los tipos de abusos y acoso. Esto implica también, "ser vistas como sujetos dueños de nuestros cuerpos y nuestras vidas, autónomas en nuestra voluntad, sin mundos que nos estén prohibidos, ya sea por convicción de otros o de nosotras mismas".

A su juicio, es necesario igualmente que madres y padres compartan las tareas del hogar y del cuidado de los hijos; que se avance en una educación no sexista; y la presencia visible de mujeres donde radica el poder.