Familias compuestas por colombianos, venezolanos, haitianos, ecuatorianos y también chilenos. Son más de 108 personas y viven en el campamento Ribera del Río, al noroeste de Talagante, en la Región Metropolitana. La mayoría, explican sus habitantes, llegan allí por motivos económicos, como la imposibilidad de pagar un arriendo. Una de ellas es Grace Gómez (ecuatoriana, 39 años).

El caso de Gómez está lejos de ser aislado. Los flujos migratorios de los últimos años en Chile han incidido en el déficit habitacional, en especial para los inmigrantes, que se ha reflejado en el aumento de su presencia en los campamentos en el Norte Grande y en el hacinamiento de las viviendas compartidas en Santiago.

El Centro de Estudios Públicos (CEP) en su capítulo del libro sobre inmigrantes relativo a la vivienda, de autoría de Slaven Razmilic, esboza las principales características de este fenómeno: segregación residencial, hacinamiento y precariedad en la tenencia. La preferencia por el arriendo, la oferta inmobiliaria en altura y el aumento de los extranjeros postulantes a subsidios, en tanto, son también algunas de las características de cómo viven los extranjeros en Chile.

Distribución geográfica

Según el estudio del CEP los inmigrantes, en general, se concentran en las áreas de mayor dinamismo y en las que ofrecen mejores perspectivas laborales. En Chile, un 95,2% de ellos reside en zonas urbanas y, de todos los extranjeros en Chile, el 64% vive en las regiones Biobío, Metropolitana y Valparaíso.

En específico, la mitad de los inmigrantes se aglutina en 12 comunas del país. Entre 2002 y 2017, Antofagasta, Independencia y Quilicura aumentaron la proporción de habitantes foráneos en más de nueve veces.

Segregación

De acuerdo al libro, los inmigrantes se ubican donde tienen contactos previos y redes de apoyo. Luego de una primera etapa, es frecuente que estos cambien de residencia.

Un fenómeno creciente en los últimos años es el de la segregación de los extranjeros, debido al éxodo de otros grupos que habitaban originalmente en esas zonas. Una situación que es problemática cuando estos grupos son de bajos ingresos y poca calificación.

Al respecto, los mayores grados de segregación los tiene la población venezolana (0,65, en un escala de 0 a 1, donde cero es mínima segregación y 1 máxima) y los inmigrantes europeos y norteamericanos (0,61). Le siguen los haitianos (0,57) y, en menor medida, peruanos (0,49) y colombianos (0,47).

Según la tipología de vivienda, mientras el 1,2% de la población total censada vive en mediaguas, la proporción aumenta al 2,3% cuando el jefe de hogar es inmigrante.

En relación a las políticas públicas, el autor señala que las carencias habitacionales que afectan a los extranjeros son temporales, por lo que sugiere aplicar medidas de mitigación transitorias, como subsidios de arriendo y la expansión de las ofertas de alquiler.

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