Hasta septiembre pasado, en Chile existían 44.905 personas privadas de libertad en algún recinto penitenciario. A cargo de la custodia de estos internos está Gendarmería, entidad que dispone de 11.194 uniformados para esta tarea.
Según información de la institución, en términos absolutos, en el nivel nacional, por cada funcionario hay cuatro internos. Sin embargo, esta cifra puede variar significativamente según la cárcel.
El recinto con el que más presos deben lidiar los efectivos es el Centro de Detención Preventiva Santiago Sur, más conocido como la ex Penitenciaría. La cárcel, ubicada en la comuna de Santiago, contigua al Centro de Justicia, posee la mayor población penal del país, con 4.685 internos. Para todos ellos Gendarmería dispone de 435 efectivos, lo que equivale a 11 presos por cada funcionario. A su inversa, está el caso del penal de Punta Peuco, donde sus 122 reclusos son custodiados por 64 uniformados, con una proporción de dos reos por cada gendarme.
En palabras de Eduardo Muñoz, inspector operativo de Gendarmería, existen varios factores que influyen en la cantidad de efectivos de que se dispone en los recintos penales, muchos de ellos en directa relación con la infraestructura carcelaria. Por ejemplo, indicó, en las instalaciones de la ex Penitenciaría, de tipo óvalo, requieren mayor custodia que en aquellos edificios más modernos, como el que posee Santiago I, que se organizan por edificios tipo block.
Muñoz explicó que la distribución varía dependiendo de "los sistemas de turnos, de guardias y las funciones que se realicen". Otras variables a considerar, según el oficial, son la implementación de tecnología y la ubicación del penal, sea urbana o rural.
"La política de esta administración es tecnificar los establecimientos. Es decir, primero levantar proyectos que permitan reducir el número de garitas y reconvertir a los funcionarios, además de impulsar una seguridad activa, que implique trabajo en trato directo con el recluso, en pos de la reinserción", indicó.
Funcionarios
Cristián Montecinos posee experiencia en múltiples penales de Chile. Su trayectoria al interior de Gendarmería considera pasos por Colina II, la ex Penitenciaría, Puerto Montt, Castro y Chillán.
Según Montecinos -quien además es dirigente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios (Anfup) en la Región del Ñuble-, la desproporción de efectivos con el número de reos queda claro en el caso de Colina II, situación que, dijo, ha derivado en que este lugar se convierta en "uno de los cinco recintos más peligrosos de Sudamérica".
No obstante, aclaró que para algunos gendarmes, permanecer en los recintos de mayor nivel de peligrosidad ubicados en la capital no es del todo malo. Ello, explicó, porque en Santiago es más fácil dejar de hacer labores de vigilancia directa a los presos, denominados centinelas, dado que el relevo hacia la guardia interna se produce tras uno o dos años de funciones. En tanto, en las provincias los funcionarios se pueden mantener hasta por ocho años en el trabajo de custodiar día a día a los internos.
"Como centinela no puedes tener una vida normal, por el sistema de turnos y el acuartelamiento, versus, en Santiago, donde el nivel de estrés es más alto y hay un riesgo mayor en la salud mental. Pero tras un par de años puedes tener una familia con normalidad, porque se trabaja hasta las 17.00 horas", explicó el dirigente gremial.