El arzobispo de Concepción, Fernando Chomali, realizó un crudo análisis de lo que fueron los encuentros con el Papa Francisco en Roma, en donde se abordaron las conclusiones del informe realizado por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote español, Jordi Bertomeu.
"El Papa saliendo de Chile percibió con claridad que las cosas no andaban bien. Se dio cuenta que había una fractura y desconfianza que paralizaban la acción de la Iglesia. Más que evidente que esa fractura, falta de comunión y entusiasmo pastoral estaba vinculado a los abusos de toda índole que se habían producido al interior de la Iglesia y que no habían sido adecuadamente tratados y menos reparados", señaló en un texto publicado por el Periódico Diálogo, perteneciente al arzobispado penquista.
Complementó con que "el Papa recibió el informe (Scicluna) y quedó impactado de todo lo que allí acontecía. Se daba cuenta que las cosas así no podían seguir".
Agregó que "el Pontífice percibe en Chile un iglesia poco vigorosa. Se da cuenta que la dimensión profética que la caracterizaba ha ido perdiendo densidad. Ve una tarea pastoral débil, fruto básicamente de un ensimismamiento de sus miembros, de modo especial de los pastores".
Sobre la convocatoria realizada por Francisco a los prelados chilenos para acudir al Vaticano, Chomali indicó que "tomó el timón de la barza en sus manos. Y lo hizo con firmeza. Nos llamó a dialogar, a discernir, a conversar cara a cara sobre estos acontecimientos, mirando hacia el futuro".
Ya sobre los encuentros grupales, detalló que "en la primera sesión habló solo él (el Papa). De manera clara y precisa nos leyó un texto que interpela profundamente. No se trataba leerlo en clave defensiva, sino que mirando a Jesús del que nos hemos ido alejando y pedirle a él la gracia de la conversión, del arrepentimiento, de la petición de perdón y comenzar el camino de la reparación".
A juicio del arzobispo de Concepción que "cada uno debe analizar en lo más íntimo de su corazón de qué manera colaboró a que se expandiera la cizaña al interior de la Iglesia y que, sin duda, oscurece la obra preciosa que el Señor realiza en su interior".
Sobre las siguientes reuniones sostuvo que "el Papa luego nos escuchó pacientemente. Tuvimos tres reuniones, más de una hora y media cada una. En un ambiente de confianza, de fraternidad, pero también de mucha verdad y sinceridad. Nos exhortó a terminar con el clericalismo y a generar una Iglesia que se entienda como Pueblo de Dios, abierta al diálogo".
"También nos hizo ver que cualquier grupo cerrado al interior de la Iglesia con pretensiones totalizantes, encerradas en sí mismas, pueden ir generando espacios poco evangélicos y que suelen terminar muy mal", agregó.
Sostuvo que personalmente "quedé interpelado respecto al modo como ejerzo el ministerio episcopal que Dios me ha confiado por una parte, y por otra comprendí la urgencia de trabajar arduamente en todos los estamentos de la sociedad para que nunca más se cometan abusos de cualquier índole".
Concluyendo su misiva con que "el Papa me nombró arzobispo, al Papa le entregó mi ministerio para que discierna si continúo. Lo importante no soy yo, sino el bien de la Iglesia".